VII.IV - Recuerdos: La Guardia Real

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En una nueva visión, Yenis se encontraba nada más y nada menos que en el Palacio Real, dentro de la sala principal, inmediatamente posterior a la entrada. Aunque lejos de haber ciudadanos o guardias con sus armaduras, solo estaban Víctor y cuatro hombres más junto a él.

—Adelante, muchacho, ven —le dijo a Yenis uno de los cuatro hombres. Era alto, fuerte y musculoso, de pelo rojizo y con una pequeña barba que le cubría la barbilla.

Yenis fue hasta él y levantó la cabeza para mantener contacto visual.

—Bienvenido, chico. Soy Hefesto, uno de los cuatro miembros de la Guardia Real del futuro rey, aquí presente —Víctor, desde la silla en que estaba sentado, cerró los ojos, sonrió y saludó con la mano—. Principalmente controlas el fuego, ¿verdad? —Yenis se sorprendió; no recordaba haberlo escrito en ningún formulario de los que había tenido que cubrir para presentarse a esta prueba, ni había usado aún un solo atisbo de su poder.

—Sí, así es...

—Bien —miró a Yenis de reojo—. De hecho, yo también. Puede que tengas alguna posibilidad... He leído en tus calificaciones que efectivamente cumples con los requisitos de potencial que se solicitan aquí, pero entenderás que necesitaremos una prueba práctica de tus aptitudes.

—Por supuesto. Si se trata de un combate, estoy preparado.

—Efectivamente, será un combate, ya veremos contra quién de nosotros cuatro. Espera aquí por favor.

Hefesto volvió junto a sus tres compañeros: Démeter, un hombre más bajo y algo relleno; Ítalo, alto, delgado y de cuerpo atlético; y Jacob, más delgado aún si cabe.

—Sería interesante probarlo.

—¿Estás seguro? Si es un crío... —Jacob no estaba nada convencido.

—Pero no tenemos a ningún candidato más, ¿no? —los demás mantuvieron silencio.

—Pues decidido.

—¿Y quién se enfrentará a él?

—Tú desde luego no, Démeter, que podrías provocar un terremoto —dijo Hefesto mientras se reía y le daba una palmada en el hombro.

—De acuerdo, Hefesto, pero no te contengas. Esto es una prueba para un puesto con la responsabilidad de proteger a un rey. Espero que lo entiendas.

—Perfectamente, Ítalo. Y sabes que, si ese chico domina el fuego, estoy más que cualificado para ponerle a prueba.

Los tres asintieron y Hefesto volvió con Yenis.

—Muy bien, empezaremos de inmediato. Este castillo tiene un gran patio interior más adelante. Te espero allí.

Habiendo dicho esto, Hefesto desapareció. Pero Yenis no dudó; y no pretendía ir andando o volando hasta ese sitio. Rápidamente se concentró en el leve rastro que Hefesto acababa de dejar y se teletransportó.

—No me lo puedo creer... —Ítalo, que había sido el más beligerante con el intento de escolta que acababa de llegar al castillo, fue el primero en sorprenderse.

—Vaya, parece que el chico anda bien de velocidad —Jacob también se sorprendió.

—¿Sabéis qué? Yo ese combate no me lo pierdo —tras lo cual Démeter desapareció.

Hefesto se encontraba en el patio interior, de brazos cruzados y sonriendo a Yenis, que se encontró frente a él.

—Bien hecho; has sabido seguirme el rastro para no tener que venir andando hasta aquí.

Pero Yenis no se relajó. En vez de eso puso su pie derecho por delante del izquierdo y apretó los puños, preparándose para cualquier sorpresa.

—Bueno, bueno, parece que cuando la situación lo requiere sabes tener la cabeza fría. Veamos si puedes mantenerla.

El último elementoWhere stories live. Discover now