V - Sentimientos

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Sara llegó a su casa y no pudo evitar dejarse caer en su cama con una expresión de alegría y alivio. Cogió el móvil y les mandó un mensaje a sus padres diciéndoles que había aprobado el examen, y a continuación, bajando por la lista de contactos, vio el teléfono de Yenis. Sí, ella también estaba en el grupo de clase, aunque era raro que escribiera algo. Entonces se quedó pensativa... ¿Y si le mandaba un mensaje a Yenis? Pero ¿para qué exactamente? Además, tenía novia, y podría haber malentendidos. Lo último que quería era causar problemas o buscarlos con Julia; no rebosaba precisamente de buen carácter. Finalmente optó por ir a la cocina a preparar algo de comer.

Pero enseguida tuvo una idea: en vez de mandarle un mensaje a Yenis podía mandárselo a Lara. Fue hasta su perfil en el grupo e inició un chat, pero entonces se le puso la mente en blanco. ¿Qué iba a decirle? Además, acababa de llegar... Igual se encontraba desembalando cajas de la mudanza junto a sus padres... No, el problema no era que no supiera qué decirle, sino que era Yenis con quien quería hablar. El contenido era lo de menos, la cuestión era saludarle o preguntarle algo; establecer contacto de alguna forma. También podía simplemente preguntarle cómo lleva la lectura del libro de clase, por ejemplo. ¿Qué problema habría con eso? Y así lo hizo. Esperó durante cinco largos minutos, pero no hubo respuesta. Recordó que era la hora de comer, igual era por eso por lo que no contestaba. Era mejor intentarlo más tarde.

Una hora después finalmente sonó su móvil, que la desconectó de su inmersión en el mundo feliz que seguía leyendo.

Bien; ya he pasado de la mitad. Seguramente lo termine esta semana.

Sara leyó eso y pensó que al parecer no era la única a la que le estaba resultando una lectura agradable; cuando el profesor lo anunció, no todos los alumnos se alegraron precisamente.

A pocas manzanas de allí, Yenis y Julia seguían leyéndolo, ambos en el sofá, cada uno con su ejemplar, aunque ella iba un poco más atrasada. Yenis acababa de responder al mensaje de Sara hace un segundo. Dejó el móvil boca arriba en la mesa y prosiguió con la lectura.

—¿Quién era?

—Sara, que me preguntaba cómo iba con el libro.

—¿Sara? Pues a mí no me ha sonado el móvil...

—No, no; es que me escribió por privado.

—¿Por privado? ¿Perdón? Pásamelo.

Yenis dudó un par de segundos, pero se lo entregó.

—Vaya. Pues sí que se aburre la niña. Para una vez en su vida que pregunta algo de clase y no usa el grupo.

—Se habrá despistado. Supongo que se olvidó de que estaba en él.

—Sí. Espero que sea eso.

Al día siguiente, de camino al instituto, Julia y Yenis se encontraron con Lara por el camino.

—Vaya, buenos días. Vivís en ese edificio, ¿no? —dijo mientras señalaba el correspondiente bloque.

—Hola, Lara. Sí, ahí mismo. Estoy con Julia desde...

—Desde hace mucho tiempo. ¿Y tú qué? ¿Te adaptas bien? —la interrogó Julia, aunque por el tono daba a entender que no le importaba demasiado; solo quería desviar la conversación.

—Sí, lo cierto es que sí —respondió con seguridad, como si no hubiera interpretado el tono de Julia. Entonces dirigió su mirada a Yenis—. He oído que eres el primero de la clase; a lo mejor podías ponerme al día en algunas asignaturas... —dicho lo cual, Julia cogió a Yenis de la mano.

—Uy, lo siento, pero estos días tenemos muchas cosas que hacer, por clase y por casa —tiró de Yenis para acercarlo a ella y acto seguido le soltó para coger un botellín de agua que llevaba en la mochila—. Tendrás que buscar a otro —lo abrió para beber un poco, pero enseguida tuvo que parar, ya que se atragantó y comenzó a toser.

El último elementoWhere stories live. Discover now