VII.II - Recuerdos: Accidente

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Lo que se originó a continuación fue más doloroso que cualquier recuerdo anterior: Lander y Yenis se encontraban en el mismo bosque en el que hacía ya tiempo se habían enfrentado por primera vez, pero ahora los dos tenían ya quince años y se encontraban en una situación completamente distinta a la de entonces. Era casi de noche, pero el cielo estaba tan nublado que los tenues rayos de sol que podían quedar detrás del lecho de nubes ya no ayudaban en lo absoluto, y había tormenta.

—No sabes con lo que estás jugando. ¡No puedes conseguir nada bueno!

—Yenis... tú siempre has sido débil, pero no pretendas contagiarle tu debilidad a los demás.

—Tú antes no eras así. ¡Sé que te acuerdas! ¡Cómo nos conocimos, y todo el tiempo que pasamos juntos!

—No podía ser siempre así. He pasado a un nivel superior al descubrir la verdad de todo.

—Dices que has descubierto la verdad solo por leer unos cuantos libros...

—Libros que demuestran que este sistema está podrido. Nos están ocultando la magia verdaderamente poderosa. Con ella podré hacer prodigios con los que nadie ha soñado antes; ni siquiera tú —entonces Yenis impregnó su cuerpo de llamas. Eran demasiado poderosas para que la lluvia las apagase.

—No pienso dejar que te vayas, Lander... —Yenis se elevó con sus alas.

Yenis también alzó el vuelo para ir contra él, pero Lander hizo que una ráfaga de viento fuera en su contra, haciéndolo caer. Entonces Yenis desapareció, pero Lander estaba más que preparado para eso: se mantuvo inmóvil, pero en el último momento cogió a Yenis por el cuello, que acababa de aparecer y descender hasta él. Sus llamas se apagaron.

—Me temo que sigues siendo muy predecible.

Yenis apretó los dientes, consiguió darle una patada en el brazo que le sostenía y se apartó sacando sus alas.

—¡Lander! Entiendo que eches de menos a tus padres y quieras hacerte más fuerte, pero así no conseguirás nada.

—Aquí desde luego que no, por eso me iré esta misma noche de la ciudad. Investigaré y desvelaré los secretos de este mundo. ¡Y deja de disimular! ¡Sabes muy bien qué es lo que más quiero! —Yenis se sentía mal por su amigo. Claro que sabía a qué se refería, pero no estaba en su mano poder ayudarle.

—Lander... Lamento que lo que sientes por Lara no sea mutuo... Pero no puedes obligarla.

—Para ti es fácil decirlo. Claro, como siempre ha estado contigo...

—¡Si quieres irte, antes tendrás que pasar sobre mí!

Lander formó una esfera de viento oscuro muy familiar en su mano.

—Que así sea.

A Yenis le dio tiempo a desaparecer y reaparecer a su espalda, cosa que resultó inútil ya que Lander pasó a estar sobre Yenis, quien se lo esperaba y fue lo bastante rápido como para golpearle y mandarle contra el suelo.

Lander pareció entrar en furia y de su cuerpo salió disparada un aura de fuego que incendió los árboles que les rodeaban.

«Maldita sea... Ojalá estuviera aquí Lara... Esta lluvia es demasiado débil para apagar este fuego...» —pensó Yenis.

Estaba preocupado por lo que pudiera pasar, pero con el fuego, el viento y el metal no podía hacer nada para sofocar el incendio.

—Una lástima que no domines el agua; creo que esto te viene grande.

Yenis volvió a rodear su cuerpo de llamas y desapareció, pero Lander le localizó inmediatamente al sentir un puñetazo en su espalda.

—¡Aunque domines todos los elementos... —a Lander no le dio tiempo a chocar contra ningún obstáculo ya que Yenis se teletransportó en medio del trayecto del cuerpo de su amigo para pararlo y mandarlo hacia otra dirección— te hagas con todo el conocimiento del mundo... —de nuevo paró su viaje con otro golpe que elevó a Lander— ¡¡¡Lara no te va a querer!!! —Yenis se disponía a mandarle de vuelta al suelo con un puñetazo doble con las manos unidas apareciendo sobre él, pero éste consiguió cogerle un brazo y con una mano crear una ráfaga de viento que le mandó contra un árbol. El cuerpo de Yenis volvió a apagarse.

El último elementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora