Capítulo 1.

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Hacía 6 meses que Ana había aterrizado en la capital española con el objetivo de empezar de cero. Su pequeña, Lola, ya tenía casi dos años y ella no la podía querer más. Al llegar a Madrid estuvo viviendo en casa de su amiga Miriam hasta que encontró un piso que le gustó casi en el centro de Madrid. Conocía a Miriam desde pequeña porque sus padres eran amigos, y a pesar de que una era de Tenerife y la otra gallega, nunca fue un impedimento a la hora de mantener la amistad. Cuando Miriam se enteró de que la canaria se iba a mudar a Madrid casi que le obligó a pasar una temporada en su casa mientras se adaptaba al nuevo entorno y así echar una mano con la niña, y Ana no le podía estar más agradecida. Al mudarse, tras dos meses viviendo con Miriam, conoció a Aitana, su vecina de enfrente, con la cual entabló amistad rápidamente. Ésta le presentó a su grupo de amigos, en el que conectó de forma maravillosa casi al instante y del que ahora forma parte. Todos ellos le han ayudado muchísimo con Lola, y ésta, cada vez que los ve se vuelve loca, pues son como sus tíos.

Ahora mismo Ana se encontraba ordenando un poco su desastrosa casa llena de juguetes y cosas de la pequeña porque habían quedado en hacer una merienda-cena en su casa todos juntos y ya no tardarían mucho en llegar. Justo cuando se dirigía al balcón para fumarse un cigarro y así relajarse un poco, llamaron al timbre. Venían todos juntos menos Aitana, que como dijeron el resto al entrar en casa, se retrasaría un rato porque venía su hermana de China y quería recibirla.

- Oye chicos, no sé si saben que yo también existo, que han ido corriendo a donde la niña y a mí casi ni hola.- Protesta Ana algo indignada pero encantada porque amaba la manera en la que sus amigos se desvivían por su pequeña.

- Jo Ana es que la hemos echado mucho de menos, a ti te vimos ayer, pero a ella no la vemos hace una semana porque creiste que era buena idea dejarla con Aitana .- Se quejó Amaia.

- No pasa nada chicos, ella es feliz cuando está con vosotros.

Tras decir eso, volvieron a llamar al timbre y resultó ser Aitana, la cual pensó que llegaría más tarde.

- Hola Aiti, pensé que llegarías más tarde.

- Si bueno, es que a ver, debería haber llegado más tarde porque quería pasar tiempo con mi hermana pero es que me apetecía venir aquí y estar con vosotros y pensé que podría ser buena idea traer a mi hermana, que está en casa dejando las maletas.- Dijo la pequeña del grupo algo angustiada.

- Claro no pasa nada.- Contesta Ana.

- ¿Y por qué deja las maletas en tu casa? ¿Se va a quedar a vivir contigo?- Pregunta Roi con su gran y característico acento gallego.

- No, es solo hasta que encuentre algo para compartir, ya sabes, no tiene mucho dinero y eso de vivir sola no le gusta.

- ¿Y por qué no vive contigo?- Pregunta Amaia.

- Bueno, es que es algo que aún no os he dicho, pero es que Luis y yo nos vamos a ir a vivir juntos, y el hecho de que mi hermana viva con nosotros nos va a quitar privacidad, y eso al comienzo de una relación no tiene que ser bueno.

- Ya, privacidad, me da a mí, Ana, que te vas a tener que cambiar de piso si no quieres que tu hija crezca traumatizada por los gritos de su tía por la noche.

- ¡ROI!- Grita Aitana más roja que un tomate.

Mientras todos se ríen llaman al timbre, y Aitana, segura de que es su hermana, va hacia la puerta a abrir y así escapar un poco de aquella embarazosa situación.

- Mirad chicos mi hermana ya está aquí, vosotros ya la conocéis, menos tú Ana. Ana esta es Mimi y Mimi esta es Ana.

- Hola, encantada.- dijeron ambas a la vez.

- Mira Mimi, y esta es Lola la hija de Ana- Dice Aitana cogiéndola en brazos.

- Pero qué cosa más bonita, qué guapa es por favor.- Dice Mimi a la vez que coge a la pequeña en brazos.

- Gracias, qué te voy a decir yo, que es mi hija- Dijo Ana sonriente ante las palabras de la rubia.

Tras compartir unas palabras más, todos se sentaron al rededor de la mesa del sofá a comer las diferentes cosas que Ana había preparado, no era gran cosa, la mayoría era de picar, cosas que no precisaran de mucho tiempo. Al rato,  Ana vió que Lola se había quedado dormida en brazos de Mimi, y decidió que era hora de acostarla.

- ¿Quieres que la lleve yo? así no se despierta- Dice Mimi.

- Claro, si no te importa.

Una vez en la habitación de la pequeña, Mimi, con mucho cuidado para que no se despertara la puso en su cuna y se dirigió hacia Ana.

- Es muy guapa, me gustan mucho los niños pequeños.

- Gracias, la verdad es que sí es muy guapa, no lo digo porque sea su madre-. Rieron ambas.

- Sí, se parece bastante a tí la verdad, pero bueno, tampoco es que conozca al padre para comparar los parecidos, pero bueno, cuando lo conozca ya te diré.- Dijo amablemente riendo.

A Ana ese comentario hizo que se le fuera toda la sangre del cuerpo, Mimi no sabía nada y no la culpa por decir aquello, pero no se lo esperaba.

- ¿Ana estás bien? Te veo... rara ¿Te pasa algo?- Preguntó la rubia acercándose a ella.

- No, no, todo bien, sólo creo que ya es hora de que se vayan, estoy cansada.- Dijo Ana a la vez que llagaba al saón, donde se encontraba el resto.

- ¿Pero Ana ha pasado algo?- Preguntó Miriam preocupada.

- No nada, sólo estoy cansada chicos, ya se lo he dicho, váyanse por favor, mañana hablamos.

Tras decir eso y despedirse, todos salieron por la puerta. Ana fue hasta la habitación de Lola y la observó dormir durante un rato. La quería con todo su corazón y no se arrepentía de haber tomado la decisión de tenerla pese a las circustancias en las que se encontraba. El tema de Jonay aún no estaba superado, aunque ya no lo quería y no sentía por él otra cosa más que odio, y el hecho de oirle a Mimi decir aquellas palabras le había puesto triste.



Burbujas de amor // WarmiWhere stories live. Discover now