Capítulo 16

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- Has vuelto. -comenta, observando de forma indiferente aquel hombre de cabellera castaña y de mirada fría y penetrante; sin duda, digna de su especie. - ¿Hallaste alguna pista de su paradero? -el sujeto frunce el entrecejo en una clara señal de molestia. -Por tu rostro, debo de suponer que perdiste tu tiempo. -suelta una risita divertida, provocando que su acompañante le gruñera.

- Cuida tus modales, hechicero. Que no se te olvide con quien estas tratando.

- Por supuesto, mi señor. Disculpe a este fiel servidor. -responde con un deje de burla, a la vez que hace una reverencia de lo más ridícula.

- ¿A qué has venido? -ignora por completo su comportamiento inadecuado, mientras toma asiento.

- Solo estaba de visita. -camina hacia uno de los sillones que se encontraban situados a delante del amplio escritorio, sentándose perezosamente en uno de ellos. - Me gusta visitar estas tierras. La vegetación de este lugar es impresionante. Evidentemente, los lobos saben cómo cuidar de su territorio. -dice sarcásticamente.

- Déjate de payasadas. -gruñe molesto- No tengo tiempo para estar escuchando tu acido humor.

- Está bien, está bien -alza las manos en son de paz- No te pareces en nada a tu padre, al menos él si era tolerante a mis bromas. -suspira dramáticamente.

- ¡Al grano! -golpea el mueble con sus puños, cabreado de oírle.

El hechicero da un brinco asustado por semejante estruendo. Con solo ver sus ojos, ahora dorados por la molestia que debe de estar sintiendo, le producía cierto temor que recorría su cuerpo.

"Uuh, que humor de perro se trae" -piensa, suspirando por segunda vez.

- He reunido información lo bastante valiosa del paradero a la persona que estamos buscando. -responde serio, ganándose la sorpresa del cambiante.

- El Omega... -murmura.

- Así es. Lo malo es en dónde se encuentra y con quién está. -resopla disgustado.

- ¿Qué quieres decir?

- El Omega es el consorte del Alfa de los Tigres. Y no solo ese es el problema... -lo mira detalladamente, pensando que lo que este pronto a informarle no será del agrado del lobo- Esta preñado.

El cómodo y costoso asiento que, a simple vista pudo apreciar el hechicero en tan solo unos segundos, cae duramente al piso por el inesperado movimiento del cambiante. Los objetos y documentos que estaban ordenados sobre el fino escritorio de madera cayeron desordenados al suelo, y uno que otro objeto se destrozaron en miles de pedazos.

El ser mágico observaba tranquilo el arrebato de ira del lobo, que se dedicaba a aventar cualquier cosa que estuviera a su alcance. Cuando creyó pertinente hacer volver a la realidad al cambiante, comentó:

- Si ya has terminado de destruir los muebles, es mejor que te calles y escuches de una buena vez lo que estoy por decir. -miro seriamente al lobo, sin importarle que este le enseñara los puntiagudos colmillos- No hemos perdido, si es lo que estás pensando. Simplemente, se nos ha dificultado el alcanzar nuestro objetivo.

- Explícate. Porque yo no veo ninguna solución a este problema. -lo ve amenazante.

- El Omega será tuyo. Solo hay que arrebatárselo al tigre. -alza los hombros despreocupado.

- Imposible. El territorio de esos asquerosos gatos es impenetrable. -se cruza de brazos- Mis antepasados intentaron invadir esa zona, no obstante, nunca lograron alcanzar y cumplir sus planes de conquista.

Bajo la luz de la luna. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora