Capítulo 5

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Un calor embriagador recorría todo su cuerpo, llenándolo de una tranquilidad que hace tiempo no disfrutaba. Se negaba a abrir sus ojos por miedo a que toda esa magia se desvaneciera y lo atrajera de nuevo a una realidad que no le gustaba. Pero él sabía que pronto tenía que despertar y enfrentar aquellos sentimientos abrumadores que día a día soportaba por no estar con aquel chico que cambió por completo su vida.

Perezosamente se mueve por la cama, intentado disipar el sueño que aún estaba en su sistema. Con una de sus manos se froto sus ojos, ayudándolo a que estos se abriesen lentamente y que se acostumbrasen a la luz solar que se filtraban por las cortinas. Cuando al fin estuvo despierto, lo primero que se encontró fue con fino candelabro que colgaba elegantemente por el blanco techo. Un solo segundo le tomo para darse cuenta de que no se hallaba en la habitación que su pariente le había asignado cuando llegaron a Canadá.

Desorientado y a la vez asustado, se levanta rápidamente a la vez que descubre su estado de desnudes. Con su respiración agitada, se cubre con unas de las sábanas blancas, arrancándola de la cómoda y suave cama.

"¡¿En dónde me encuentro?!"- Piensa desesperado, mientras recorría con la mirada su alrededor, queriendo hallar algún indicio de donde se encontraba.

Las paredes pintadas de un color semejante a la arena hacían juego a las blancas cortinas que se movían producto de la leve brisa mañanera que se colaba por las ventanas. Por un momento tuvo el impulso de acercarse y ver el exterior, quizás podría saber en qué lugar estaba; sin embargo, el sonido de la puerta siendo abierta lo hizo girar para encontrarse con la persona que menos quería ver, pero muy dentro de sí ansiaba tener cerca.

Jonathan, al verle despierto se le acerca calmadamente hacia Noah, viendo cada detalle de su rostro y figura. Su cabello blanco desordenado que se movía al compás de la brisa, más la sabana que enrollaba su cuerpo queriendo esconder ese magnífico cuerpo, lo hacía tener un aspecto de ángel a sus ojos.

- Al fin despertaste, cachorro- besa su frente con delicadeza, pasando sus brazos por la cintura para atraerlo a su cuerpo- Estuviste todo un día descansando, mi bello ángel- acaricia suavemente su mejilla

Esto debía de ser alguna clase de sueño o alucinación que su mente le estaba jugando en contra. Era imposible que Jonathan estuviese allí. ¿No se suponía que él debería de estar en Inglaterra no en Canadá?

No, esto no podía ser real, aunque lo pareciese, simplemente no lo era. Estaba seguro de que esto era producto de una alucinación que su abuela había hecho para jugarle alguna broma o, para que se diese cuenta de su terquedad por no reconocer lo que verdaderamente quería.

"Si debe de ser eso. Maldita anciana que le gusta meterse en donde no le llaman"- Pensaba para sus adentros.

- ¿Qué sucede? - por unos segundos Jonathan lo observa fijamente extrañado por su silencio.

- Tú... no deberías de estar aquí- lo aleja con fuerza, para luego retroceder lo más que podía - ¿Qué es este lugar? Y lo más importante ¿Cómo llegue aquí?

La mirada seria y su entrecejo fruncido por la molestia que en esos instantes debería de estar sintiendo, a los ojos de Jonathan lo hacían ver como a un pequeño cachorro asustadizo en busca de alguna explicación para poder sentirse tranquilo. Involuntariamente emite una risita por sus pensamientos.

- ¿¡De que te ríes?!

- De ti. Porque crees que estas en una alucinación, cosa que no es. Déjame demostrarte que esto es tan real como la unión que tenemos tú y yo- le habla provocador, mientras se acerca pausadamente hacia él.

Bajo la luz de la luna. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora