Capítulo 7

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Sé que me demoré mucho en actualizar, y lo siento por eso. Tuve problemas personales y además que los exámenes de la universidad ocupaban mi tiempo. No saben cuántas veces reedite este capítulo, ya que no me salía como yo quería. Sinceramente me disculpo por mi irresponsabilidad y el no avisarles de antemano que me demoraría. Temo que para el próximo capítulo me demore algunos en actualizar ya que tengo más exámenes, pero aun así intentare de actualizar este sábado. Sin nada más que decir los dejo que disfruten el capítulo y nos vemos en las notas finales.

La suave brisa otoñal removía sus hebras blancas, meciéndolas igual que las hojas de los árboles. Desde el balcón de su dormitorio observaba a las diferentes personas que transitaban por el pueblo.

- Que aburrido -dijo, a la vez que soltaba un largo suspiro.

Con su mano derecha se acariciaba su vientre ya abultado. Aún no asimilaba de que en tan solo una semana este haya crecido, tomando la forma de un embarazo de tres meses, siendo que él llevaba tan solo un mes y una semana de gestación.

Fue extraño la primera vez cuando se vio en el espejo y se encontró una pequeña curva en su estómago que día a día se aumentaba. No solamente su vientre se abultó, también lo hizo sus pechos.

Todavía recuerda el día que tuvo que ir a la clínica para hacerse una revisión por su estado. Jonathan, que en ningún momento se alejó de su lado, le susurraba palabras cariñosas que inconscientemente lo relajaban.

Su lado animal estaba feliz de que su Alfa lo mimase, mientras que él no sabía cómo interpretar sus nuevos sentimientos hacia el hombre. Por esa razón, consideró alejar todo pensamiento relacionado a ese tema.

Cuando estuvo recostado en la camilla viendo cada movimiento o gesto que hacia la mujer que lo atendía, pudo darse cuenta del desconcierto que reflejaba su rostro al observar lo que proyectaba la pantalla que mostraba la ecografía.

- "¿Qué sucede?"- consulto de inmediato Jonathan.

- "Hay tres cachorros, mi Alfa"- balbuceo, casi susurrando.

Desconcertado, dirigió su vista hacia el aparato que mostraba tres pequeños puntos negros.

El miedo comenzó a recorrer su cuerpo. No creía que sería lo suficientemente capaz para dar vida a tres pequeños seres que dependían de él. No obstante, cuando la mano de Jonathan apresó la suya intentando transmitirle confianza, se olvidó por completo de sus inseguridades.

Con ese pequeño gesto, su corazón latió fuerte que, al contrario de provocarle dolor, lo embriagó de un sentimiento nuevo y reconfortante.

Pero ahora, se encontraba furioso. Por culpa de ese bruto y testarudo hombre sentía que vivía en una cárcel de la cual no había posibilidad de escapar de ella.

Desde el momento que se enteró que sería padre de tres cachorros, Jonathan ordeno a dos de sus betas a que se convirtieran en sus escoltas personales, cuidándolo y acompañándolo a cualquier parte que él anduviera.

Y para el colmo de su irritación, estaban las actitudes de las mujeres que trabajaban en la casa. Las miradas hipócritas, con un odio mal disimulado, era lo que tenía que ver todos los días. Pero todo cambiaba cuando Jonathan estaba cerca, esas... chicas, le sonreían con una amabilidad sorprendente que, si no fuera por el de ojos verdes estaba con él, podría asegurar que toda esa cortesía era actuación.

Al principio no entendía el porqué de su modo de actuar. Había llegado a pensar que era producto de su procedencia de hechicero, sin embargo, no falto mucho tiempo para que se diera cuenta el cómo esas arpías observaban descaradamente el cuerpo de su pareja.

Bajo la luz de la luna. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora