Capítulo 7

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Capítulo siete 

~Demonio de Tasmania 

Mi problema: sincera, sin pudor, difícilmente me sonrojo.

Su problema: su cara toda bella y tierna, su efecto en mí, se sonroja muy posas veces.

Nuestro problema: Me encanta decirle la verdad, no me importa decirle la verdad, me encanta verlo sonrojado.

Eso era lo que tanto pensaba en lo que quedo del transcurso del viaje en auto. No nos habíamos dirigido la palabra luego de que el me preguntara mi dirección. Como entretenimiento tenia mis cuadernos de la universidad para garabatear cualquier cosa que se me ocurría, mi cámara para reírme con las fotos y mi lapicera con brillitos haciendo que cuando la luz de otro vehículo se posa en ella, brille.

¿Cuál era el problema? Le he dicho a Erixander y a Uriel que me gusta el ya mencionado de primero. ¿Qué eso no es un problema? Pues les digo, el chico tiene una hija, y según me he metido tanto en lo que no debo, la madre quiere ver a su hija. Pero, la madre es una bruja, la cual asusta a la niña, es decir, el terroncito de azúcar que en este momento duerme, le tiene miedo a su estúpida madre.

¿Y yo? Bueno, yo aún vivo en la casa de mis padres, tengo un trabajo digno, tengo diecinueve años (casi veinte), ya no soy virgen y cuando como parezco cerdita con meses sin comer. En cierta forma prefería ser al estilo de Nora Grey, así tonta, pero con un Patch, con el cabello rizado y no lacio. Bueno, solo es por Patch. ¿Qué mujer no querría a Patch?

Lo utilizaría como modelo, le sacaría mil fotos al día, hasta lo violaría. Solo me lo imagino enseñándome como quitarme la ropa. Me derrito.

—¡Quiero un Patch!

—¿Qué? — pregunto Xan. Aplane mis labios, dándome cuenta de que había hablado en voz alta.

—No, nada. Solo decía que quiero otra cámara — solté sin siquiera pensarlo.

—Te regalare una — dijo, me miro para luego posar su mirada nuevamente al frente.

—No, no. ¿Qué cosas dices? — le dije, un poco fuerte. Gire mi rostro para confirmar si An seguía durmiendo. — Yo me la puedo comprar, no necesito que me la regales.

—Está bien, está bien.

Aparcó frente a mi casa. Abrí la puerta y salí corriendo no sin antes despedirme con la mano. Corrí hasta llegar a la entrada de la casa y abrí.

Mi madre se encontraba en el sofá junto a mi papá. Intente pasar desapercibida para que no se den cuenta de que había llegado más tarde de la hora acordada.

—Hay macarrones con queso en el horno — escuche a papá.

—Eh — me dirigí hacia él y besé su mejilla, percatándome de que mamá estaba dormida apoyada sobre él. — Hola papito hermoso ¿Cómo estás? ¿Pasaste un lindo día?

—Luego hablaremos sobre el chico que te trajo. Tu madre me informo que tenías una cita.

—Bueno pa, no era una cita. Fue como un favor.

Mi padre, el cual era alto, se puso en pie no sin antes maniobrar para colocar a mi madre bien en el sofá. Se estiro para luego tomar a mamá, colocando su brazo derecho por detrás de las rodillas de mamá y su brazo izquierdo en sus omoplatos. Cuando la alzó, me echo un vistazo antes de girar y comenzar a caminar hacia las escaleras.

—Cena y recuerda no dejar la televisión prendida. Mañana es domingo Robin y tus abuelos y primos vienen de visita — dijo, sonrió y luego comenzó a subir las escaleras. — ¡Buenas noches, te amo!

Bajo el mismo Cielo⨇ (BEMC)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz