CAPITULO 33

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La mirada de Alex se cruza con la mía, pero parece que no le interesa que esté ahí, y que veo como dirige su mirada hacia abajo y a la vez se balancea hacia adelante.

Me acerco lentamente a Alex extendiendo mi mano hacia él, intento verme segura y tranquila frente a él, pero la realidad es que estoy muriendo de miedo, siento como cada paso que doy hacia él hace que mis piernas tiemblen aún más.

-no te tires.

-largo que aquí. - Alex grita fuerte

-déjame ayudarte

-no necesito ayuda y mucho menos te necesito a ti.

Escuchar esas palabras se sienten como puñaladas en mi corazón, pero aun así intento buscar las palabras indicadas para hablar con él, aunque siento que no puedo procesar palabra después de lo que dijo, debo intentar hacer que reaccione.

Me acerco a él y me paro firme, mirándolo fijamente y vuelvo a extender mi mano hacia él.

-sé lo que estás sintiendo Alex y sé que es doloroso, pero no puedo ayudar a alguien que no quiere que lo ayuden, así que o me das la mano ahora y superamos esto o me largo y puedes rendirte y hundirte solo.

Me acerco aún más a él y alcanzó a rozar mi mano con sus dedos, debo ser fuerte y no dejar que las lágrimas me contaminen.

Miro fijamente a Alex y su cara cambia completamente de dolor a tranquilidad, y rápidamente toma mi mano y me abraza, y nuevamente siento que es él, la persona que amo. Una tranquilidad recorre todo mi cuerpo al sentirlo junto a mí.

Escucho como los guardias por fin logran entrar a la casa y corren rápidamente hacia el lugar donde nos encontrábamos.

Alex me suelta y pone su mirada en los guardias.

-¿señor está bien?

-sí

-¿necesita algo?

-lleve a Camila afuera, por favor.

El guardia me toma del brazo dirigiéndome hacia la puerta.

-Alex.

-ya me ayudaste demasiado, quiero que te vayas.

Me suelto del guardia y salgo de ese lugar, y en realidad no sé qué sentir, pero no puedo hacer más por él, si no me quiere cerca, pues me voy a alejar.

.

.

Al llegar a mi casa mi madre está en sillón viendo televisión y enseguida se percata de mi presencia.

-¿qué tal el viaje?

Sin aguantar más, corro a abrazarla y esperar buscar consuelo en ella.

Después de contarle todo a ella, me siento más tranquila y aliviada, me sirvió mucho hablar con alguien de lo que estaba pasando. Me quedé con ella sentada en el sofá, recostada en sus piernas mientras acariciaba mi cabello, pero el sonido de la puerta de alguien tocando me devuelve al mundo real.

Me levanto a abrir.

-vine a buscar a mi princesa y ella es dueña de esta pulsera.

-Stefan.

¡El Jefe De Mi Papá!Onde histórias criam vida. Descubra agora