Capitulo 10: Último día

437 66 11
                                    

Nos quedaba hoy, solo un día más, y tendríamos que volver a todo, a la rutina, a aguantar como otro subía fotos con ella, y como no , vuelta a poner platos italianos en el restaurante.
Me estaba planteando secuestrarla y quedarnos aquí un mes entero, no quería que la realidad aplastante me diese otro tortazo, solo quería quedarme escuchando su voz, mientras se escuchaba la playa de fondo.

Ahora mismo ambas nos encontrábamos tiradas encima de la enorme cama del hotel, llevábamos 60 minutos hablando , jugando y riendo.
Yo solo podía escucharla enamorada hasta la médula.

-Y entonces fui a darle una patada a la lata y me caí para atrás, puedes creerlo(?)- intentaba explicarme pero reía mientras aplaudía como una loca.

-Puedo creer cualquier cosa en ti, se que te faltan un par de tornillos.- comente viendo su risa embobada.

- A propósito, ya nos conocemos desde hace 11 años, es increíble, parece que fue ayer cuando conocí a esta cabezota-

-¿Me has llamado cabezota?- arqueé una ceja.

- Si, eres una cabezota, y una celosa, y una loca, y aveces te dan brotes psicóticos, y es más fácil arrancarte la cabeza que la idea que se te meta. Me faltan mil cosas más, y eres perfecta.-

Pude notar como un escalofrío me partía en dos, pude notar como mi corazón latía desbocado, y pude notar como sus ojos brillaban y desprendían luz de ellos.
Intenté actuar con normalidad, que no se note cuán me ha afectado su comentario.

-En cuanto a los años que nos conocemos, hace muchísimos pequeña, pero se me hacen cortos, efímeros.
Los años a tu lado yo no los cuento por cifras, sino por cuántos veranos me enamoró tu sonrisa.-

Ella actuó normal, vi como se sonrojaba, pero se levantó de la cama, vi como trazaba círculos imaginarios mientras señalaba y buscaba la ropa para ponerse.

Yo me levante y me metí a la ducha, seguía blanca como la leche, muchos lunares pequeños esculpian mi piel.

Amaba este shampoo, era con olor a chocolate y fresas, instintivamente mi perversa mente se imaginó a Sophie manchada de chocolate y pequeños trocitos de fresa por sus labios.
Me volvería loca con esta mujer.

- Pheobe, cuando sales? Quiero ir a comer al restaurante del hotel. Tengo hambre.-

- Pues entonces si saldré rápido, porque cuando tienes hambre te pareces a mí, te pones insoportable.-

- A ti tampoco hay quien te aguante cuando estás hambrienta.- se queja.

- Eres muy graciosa, ahora salgo pesadita, ni bañarme me dejas- intento sonar ofendida pero me estoy riendo.

Pasamos el día conociendo un poco la isla, comprando algunos recuerdos, llendo a probar diferentes batidos, también estuvimos en la piscina del hotel haciéndonos ahogadillas, y poniéndonos mutuamente la crema solar.
Aunque me costó horrores ponérsela, Sophie no paraba quieta, le hacía cosquillas el mínimo contacto, fue misión casi imposible embarrarla en crema.
Ella me puso crema por todo el cuerpo, sé que estaba disfrutando, una de las veces que pasó sus manos con crema por mi espalda hacia mi culo, escuché como su respiración se agitó.

Aunque me moría de ganas de ir a la habitación con ella, quería hacer unas últimas locuras antes de subirnos al avión.

- Oye,fea- me dice cegada por el sol.

-Sabes que me deseas- respondo de manera seductora

- Eres muy chulita señorita Pheobe, pero te quería proponer una locura. La propuesta es teñirnos el pelo del mismo color.

NENA, TE COMERÉ ANTES DE QUE PUEDAS DECIRME NADA.

Cosas así, me hacen querer estar con ella para toda la vida, son pequeños detalles, muy pequeños, pero para mi suponen enamorarme más todavía de ella si eso fuese posible.
Pegué mis palmas frías una contra la otra, y luego las puse a ambos lados de mi cara, apoyándome en ellas mientras pensaba que respuesta inteligente podía darle.

- Tu aceptaste mi propuesta del tatuaje, ahora me toca aceptar tu propuesta , lo dice la ley de la amistad.- sonreí tímida.

- ESO ES ALGO SUPER BONITO, pues vamos, compremos unas cajas de tintes, y nos lo ponemos en la habitación.- saltó emocionada.

Buscamos un supermercado por donde el hotel que estábamos, tuvimos suerte de encontrar uno relativamente cerca, cogimos 3 cajas, ya que yo tengo el pelo largo, ella por suerte solo necesita 1.
Cómo queríamos un tono claro de pelirrojo, ella tuvo que decolorarse, pero pronto acabamos y los resultados fueron increíbles, oficialmente ambas éramos pelirrojas.

A ella le quedaba bonito a pesar de que su tono de piel era más oscuro que el mio, el suyo era casi color canela , en cambio a ambas nos quedaba precioso.

Nos miramos al espejo, estábamos completamente desnudas, éramos una especie de gemelas muy diferentes.
Pelirrojas, una morena y la otra blanca, las dos con un tatuaje en común en el mismo lugar, las dos igual de pequeñas, mís ojos eran grises, y los suyos marrón café.
Nos quedamos atontadas mirándonos con una pequeña sonrisa cómplice, Sophie empezó a acercarse a mí,
me colocó contra el mueble del baño, posicionadas frente al espejo, ella se puso de rodillas y empezó a besarme desde las piernas, hasta la cintura, literalmente chupó cada centímetro.
Yo gemía delante del espejo, con las mejillas rojas a más no poder, ella iba succionando cada parte de mi, y cada tantos minutos escupía un " te quiero" ahogado.
Introdujo sus dedos con una habilidad que me dejaba anodadada, no aguanté más e invadió todo mi cuerpo un orgasmo demoledor.

-Te quiero para mí- gimió de manera posesiva.

- Vamos a la cama, pequeña- dije extasiada.

Me tiro contra la cama, y empezamos a besarnos muy lentamente, empecé a tocarla desde su cuello, hasta sus muslos, mi mano viajo hacia su zona mas íntima, sin dar lugar a tregua, la ate de manos y pies, y después le quite la posibilidad de verme , tapándole los ojos con un antifaz que había en la cama.

- ¿Porque me haces esto?- decía con tono de súplica.

- Porque puedo.- dije de manera arrogante.

Pasaron unas horas y la obligue a vestirse, teníamos que cenar antes de subir al avión.

- No tengo hambre Pheobe.-se quejaba cual niña pequeña cruzando los brazos y haciendo un puchero.

- Nena, hoy no comiste casi nada, e hiciste mucho ejercicio conmigo,así que, me da lo mismo, tú vas a comer, por ti misma, o te tendré que sentar en una silla, atarte, y darte la cena a cucharadas como a los bebés.- dije de forma demandante.

- Eres realmente cabezona, está bien.-

- Quieres a esta cabezona- dije besando su mejilla.

- Amo a esta cabezona- respondió besándome en los labios.



Para otra vida ©Where stories live. Discover now