Capitulo 5: Te mentiré.

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Yo tenía un problema, y mi problema era que cada vez que algo me dolía más de lo que yo podía soportar, si tenía que ver con algo sentimental, con algo que me marcaría, pensaba en hacerme un tatuaje. Un tatuaje para cerrar ese capítulo.

Hay mujeres que se cortan el pelo, o se lo tiñen, o ambas dos. Intentando cerrar así esa etapa de su vida en su mente.
Mi método era más caro, y algo más doloroso. Pero no por ello había que tacharlo de locura.

Entré al estudio de tatuajes que había a unas calles de mi casa, la dueña era una mujer con su piel a reventar de tatuajes, con y sin colores. Su pelo era morado, aunque no era fea, no era mi estilo. Aparte de que me pasaría más de 10 años. Mi estilo era Sophie. No había que darle más vueltas.

–Quiero exactamente este dibujo en medio de mis dos pechos. Quiero que sea pequeño, pero que se distinga bien que es– le explicaba lentamente para que captase mi idea.
–Puedo saber por qué te vas a tatuar dos manos, que acaban en las muñecas, atadas con unas esposas? Se parece a los presos cuando van maniatados– me mira con curiosidad.
–Es un dibujo que expresa como me siento ahora. Atrapada. Quiero hacer algo pero no puedo, tengo que quedarme atada y quieta, igual que un preso– concluyo esperando que me tatue en breves.

Cada pocos minutos cojo un espejo pequeño y miro como va. Al ser tan pequeño tardará poco pero debe poner mucha atención y paciencia.
Esta quedando realmente bonito, tanto que me quedo mirandolo atontada hasta que termina.

–Pues ya hemos acabado, estas loca de remate, espero que no te arrepientas demasiado pronto– pago el tatuaje, y me dispongo a salir.

–Demasiado pequeño como para arrepentirme tanto– guiño un ojo.

Al cabo de los días, le respondí los mensajes a Sophie, con el corazón en un puño, ya que sabía que había actuado como una completa niñata, había actuado egoístamente.
No pensé en su bienestar o en lo que ella sentía desde antes de volver a retomar el contacto, solo pensé en el remolino de sentimientos que yo sentía hacia ella.

–Entonces, Pheobe, ese el problema, el nunca ha tenido pareja, y claro, no sé cómo hacerlo, solo sé que me gusta, Alex, me gusta mucho y no quiero arruinarlo.–

–Creo que debieses de hablar con el, cada día, como siempre, hacerla reír, hacer planes, y cuando vayas a Madrid, dale un beso, pídele salir, hazle feliz, tu eres preciosa, cualquier persona estaría feliz de estar a tu lado, y ese chico se volverá loco de remate por ti.– escribí ese mensaje sintiendo como mi corazón se rompía.

Y así transcurrían los días, la mayoría de las veces hablabamos de que ella se iba a ir a Madrid. Yo como una estúpida, necesitaba verla con todas mis ganas,pero no quería agobiarla, y la que me agobiaba era yo sabiendo que me quedaba con ella esas semanas, o entre su viaje a Madrid y mi viaje, no nos veríamos en dos meses, y eso me estaba asfixiando.
Me asfixiaba saber que me había enamorado como una niña pequeña, pero en cambio estaba sintiéndolo como algo enorme. Me asfixiaba saber que si me callaba estaba cagandola, y si le hablaba, se me notaría que estoy pillada hasta la médula por ella y la cagaria todavía más.

Había una chica en el autobús, miraba mucho el chat que iluminaba mi teléfono, hasta que al cabo de unos minutos abrió la boca.

–De verdad le estás dando consejos a la persona que te gusta, para que conquiste a otra persona?– preguntó con la boca ligeramente abierta y los ojos entrecerrados.
–Esto es un poco de psicópatas. No debieses de cotillear los mensajes de otras personas, es de mala educación–intente sonar ofendida, pero me daba curiosad.

–Lo siento, pero estabas tan absorta en la pantalla, que quise saber que ponía en ese chat para que lo mirases con tanto ímpetu. Y me pareció tan estupido lo que haces, que tuve que  decirte algo– declaró honesta.

–Quizás de eso trate el amor, no sé si llamar amor a esto, pero quizás trate de eso... De no hacer daño a la persona que te gusta,de no agobiarla.
De ayudarla, de comprenderla, creo que de eso trata la amistad o el amor.–

–Crees que el amor trata de dejar ir lo que amas, y dejárselo en bandeja a otra persona a la cual tú le importas una mierda?– río sarcásticamente.

–Creo que el amor trata de anteponer los deseos y sentimientos de la otra persona a los tuyos, y en ese transcurso, no hacer que se sienta culpable por no haber satisfecho los tuyos– digo intentando no liarme en mi trabalenguas.

–Hasta que me entero de que además de dejar que la otra persona se vaya con otra, también tienes que hacer que no sienta ni una pizca de culpabilidad nadie.
Que valiente, o mas bien cobarde, depende como lo veas. Yo no podría hacer eso, pero bueno. Un placer desconocida. Ojala otro día tengas otro punto de vista más optimista.– se levanta y se baja del autobús.

Sophie, te voy a mentir, ocultare que te apareces en todos mis sueños, ocultare que te veo como un fantasma entre las personas, ocultare que cuando cierro los ojos puedo sentir tus labios, que imagino cada gesto procedente de ti, ocultare que estoy enamorada, a ti y al mundo, a un mundo que no entiende que aveces quien te hace sentir la guerra mundial en el corazón, es una chica.
Y sobre todo, porque soy tu amiga, porque necesitas alguien que te entienda y apoye, no alguien que te agobie más.
Y si llega el momento en el cual ese chico que te gusta, te rompa el corazón, no tendré más remedio que estar ahí, apoyarte, y hacer que te olvides de el.
De esto trata nuestro amor, o nuestra amistad.

Para otra vida ©Where stories live. Discover now