Capítulo 8

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Cuando pude girar mi cabeza me encontraba muy cerca de él y su boca, por su puesto estaba muy nerviosa, era completamente consciente de que llevábamos unas cuantas salidas, pero sus actos y sus detalles en cada una me había hecho replantearme algunas de mis reservas en cuanto a él.

Martin sin desaprovechar la oportunidad me giró completamente y sin yo esperarlo, me dio un beso que se me antojo arrebatador, empezó siendo algo tranquilo, pero rápidamente y aunque estábamos en el centro comercial, subió de calibre y con ello mi libido se fue para el cielo, obviamente me sonroje porque no estaba acostumbrada a que pasaran este tipo de cosas, pero sin duda lo estaba disfrutando.

Cuando me separé de él, nos miramos a los ojos y con una sonrisa me dijo: —Ese si que es un muy buen saludo, bonita.

—Hola, si, es un muy hermoso recibimiento, gracias.

—Hoy te ves espectacular, muy hermosa, mi bonita.

—¿En serio? ¿Todavía soy bonita y ahora tuya?

—Me encantas, eres preciosa, y si, para mi eres mi bonita, eso no lo voy a cambiar, te dije que te tenia muchas sorpresas y esta es una de ellas, desde el día en que posé mis ojos en ti, supe que no te iba a dejar escapar tan fácil, no eres el caprichito del momento, en serio me atraes, y quiero ver hasta dónde llega esto. ¿no crees que es posible?

—No lo sé, hasta ahora estamos conociéndonos, pero me agrada que me llames bonita, no me molesta y quizás esto si pueda llegar más allá...

—¿Quieres tomar algo?

—Si, vamos.

Entrelazando nuestros dedos Martin me llevó hacia un café que hay en el centro comercial, algo muy cómodo y reservado, especial para el romanticismo.

—Buenas tardes, Bienvenidos al café Dolce Vitta, les dejo la carta para que elijan sus bebidas, en un momento regreso.

—Este lugar, es espectacular, gracias Martin.

—Es perfecto para conocernos un poco más, además quiero darte lo mejor y aquí sirven unas bebidas deliciosas.

—Genial Martin, cuéntame algo de ti, qué te gusta o un hobby, no sé, algo que me permita conocerte un poco más.

—Mmmm, bonita, me encanta el fútbol, viví cerca de un año en Madrid, España y allí aprendí a amar un deporte fabuloso como el Pádel, aquí no se practica mucho, pero es muy muy relajante y te enseña a pensar y trabajar en equipo, actualmente trabajo como asesor en una petrolera, voy cada quince días a los diferentes pozos.

— No, nunca lo he oído, pero me podrias enseñar, ¿qué te parece?,  y con respecto a tu trabajo, quiere decir que conoces el país entero.

—No exactamente, conozco mucho pero no todo el país, vas a tener que acompañarme a los lugares que no conozco. —Dijo mirándome seductoramente. —Y con respecto al pádel, claro que sí te voy a enseñar, es un deporte espectacular y te aseguro que te puede gustar.

—¡Vaya que lanzado!

Tan pronto digo eso, Martin suelta una pequeña carcajada que hace que otra vez se me erice la piel, no sé qué tiene, pero todo de él me emociona.

—Lo siento, bueno no, no lo siento, ya te dije que quería mas de ti y eso pienso conseguir.

La tarde paso entre charlas, miradas y pequeños besos fugaces, estábamos acercándonos bastante bien, estas salidas me han permitido conocer a una persona diferente, muy osada, pero que se ajusta a los estándares que inconscientemente me había trazado.

La historia de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora