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Katsuki bakugou tomaba su café de todas las mañanas, esta vez había cambiado su ruta y había decidido probar un nuevo café.
Mientras pagaba vio por el cristal a la chica que atendía la florería de la acera de enfrente. Ella tenía el cabello chocolate apenas a la altura de los hombros, lo llevaba sujeto con una cinta roja y su esbelta figura se remarcaba a través del mandil qué portaba.
Sin saber muy bien por qué, cruzó la calle y se acercó a la florería.
La chica le sonrió.
-Buenos días. ¿Buscaba algo en especial?
Sin saber qué decir y sintiéndose tremendamente idiota señaló las flores más cercanas a él.
-Dame de esas.
-¿Un ramo de lilas? Es una gran elección! En el lenguaje de las flores, simbolizan el nacimiento del amor entre dos personas.
El rubio se puso más rojo que las rosas a su lado.
-D-disculpe, fui entrometida.
-No importa joder, sólo dame las malditas flores.
A pesar de parecer hosco y mal hablado, la castaña estaba divertida con las expresiones de el que parecía sólo un hombre de negocios más.
Ella le envolvió las flores y Bakugou se fue.
Al llegar a la empresa todos lo veían extraño y cuchicheaban entre ellos a causa del ramo que cargaba y eso lo puso de mal humor ¿es que nunca habían visto unas putas flores o qué mierda?.
Cuando logró llegar a su oficina tras atravesar una jungla de cuchicheos y miradas sorpendidas, azotó la enorme puerta, se sentó en su escritorio y trató de entender sus propias acciones, hasta que alguien entró sin tocar.
-Hey Blasty, llegas tar.... wooo los rumores son ciertos! Traes flores! ¿Quién será la desafortunada?
-Tch vete a la mierda Kirishima.- dijo mientras le aventaba el ramo en la cara.
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Sin entender por qué, dos días después estaba en el mismo lugar comprando flores de nuevo.
La florista le sonreía y él decía cualquier cosa.
Y al llegar a la oficina hacía que Kirishima se las llevara.
Pasó lo mismo al día siguiente.
Y al siguiente.
Pero al siguiente algo más pasó.
Cuando se acercó a comprar, un peliverde flacucho conversaba con la chica. Y ella sonreía mientras se pasaba el cabello tras una oreja.
Y cuando ella se sonrojó por algo que aquel tipo dijo, el rubio quiso romperle cada hueso a aquel sujeto idiota.
Se fue sin sus flores y del peor humor.
Al llegar a la empresa hechaba chispas y nadie se atrevió a mirarlo siquiera.
Se encerró en su oficina hasta que cierto pelirrojo abrió despreocupadamente.
-¿Y mis flores de hoy?
-VETE A LA MIERDA PELO PUNTA
-Vaya no me decías así desde el colegio ¿qué ha pasado?
-Pasa que debes de aprender a tocar la puta puerta.
-¿Había otro hombre?
-¿AH?
-Con la florista que te gusta...
-De que mierda hablas?
-Sólo habla con ella, no sólo vayas a comprar gruñendo como animal salvaje.
Kirishima salió dejando de peor humor al rubio. ¿qué mierda? Siempre había sido asi, con la habilidad de saber cosas que no debería saber.
Pero al siguiente lunes regresó a la florería.
-Ah! Sí regresó! ¿qué va a llevar hoy señor?
-Bakugou Katsuki
-¿disculpe?
-Ese es mi nombre. No 'señor'.
-Ahhhh, ehm vale yo soy Uraraka Ochako
'Te queda perfecto' pensó él.
-Dame de esas.
-Un ramo de tulipanes listo en un momento ¿Sabía que en el lenguaje de las flores los tulipanes son una confesión de amor? Su esposa estará feliz.
-No tengo esposa.
-Bueno su novia.
-Tampoco.
-Lo siento sólo pensé que...
-Sólo me gustan las flores joder- 'y la que las vende ' pensó
Uraraka rió sin poder evitarlo ante tal respuesta.
-¿De que te ríes joder?
-Claro está bien disculpe, nunca lo imaginé. Digo a mi también me gustan, y de hecho los tulipanes son mis preferidos.
Bakugou tomó su ramo y salió de ahí.
La castaña tuvo que admitir que ese hombre la emocionaba extrañamente, con su mal humor y sus respuestas violentas que trataban de ocultar su vergüenza. Era un hombre raro e impredecible.
Tan impredecible como el ramo de tulipanes amarillos que fue a entregar esa misma tarde un hombre pelirrojo con una invitación de aquel rubio a cenar.
Y la nota en las flores...
'Espero que recuerdes el ridículo significado de éstas flores'
