Pérdida

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Casi lo logro a tiempo.
Tercer día, es un tema muy delicado así que dejo la advertencia.
Gracias por los votos y comentarios, perdón si no he podido escribir algo tan extenso como el primer día, ando de viaje por trabajo y estoy saturada y sólo con el móvil para escribir.
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En la habitación a oscuras se puede cortar el silencio de tan denso que es. Sólo se escucha la música del móvil sobre la cuna rosa.

Katsuki se detiene en el marco de la habitación.
-Ven a la cama.

Silencio.

Un nudo se aloja en la garganta del rubio. La impotencia lo ahoga.

-No puedes seguir aquí. Ven a la cama.

Enciende las luces de la habitación.
En el sofá con forma de oso del rincón, está su esposa, envuelta en una frazada de colores pastel. Abraza sus piernas y su cabello evidencía los días de descuido personal, y aunque Katsuki no puede verlos, sabe que sus ojos están hinchados.

Más silencio.

Él entra por fin a la habitación que lleva días evitando y levanta en brazos a la castaña. Es tremendamente ligera, y ella sólo se deja llevar, como una muñeca de trapo vieja.

-Te daré un baño.

La lleva a la tina que ya había preparado, primero la sienta y la comienza a desvestir.

Trata de mantener la calma, pero la castaña aun huele a sangre y antiséptico y eso lo inquieta demasiado.

Cuando por fin está desnuda, la coloca dentro de la bañera, su cuerpo, ése cuerpo que lo ponía tan frenético y deseoso, parece marchito.

Comienza a tallar alli donde tiene manchas de sangre, ella sigue ausente, mirando a la nada.

Y Bakugou siente un escalofrío recorrer su columna. No podría perderla. Eso lo acabaría.

-Ochako... Por favor. No puedes seguir así joder. Puedo bañarte, puedo cargarte, pero no puedo obligarte a comer, ya va una semana... Por favor deten esto mierda...

Las lágrimas comienzan a recorrer el rostro de Uraraka y por fin, lo mira.

-No lo entiendes.

Apenas y es audible y aunque él está feliz de escuchar de nuevo su voz, su estrés acumulado estalla y hace explotar el lavabo, pronto toda la habitación comienza a llenarse de agua.

-Perdimos un hijo joder mierda... No puedo perderte a ti carajo, no puedes seguir encerrada en ese cuarto torturándote cada día.

-No lo perdimos, lo maté.
-Maldita sea no empieces de nuevo
-¡Es cierto!- las lágrimas fluyen y ella empieza a gritar- mi cuerpo, mi cuerpo lo hizo.

Él lo recuerda claramente, el doctor saliendo de la habitación para decirle 'nació muerto', recuerda que tuvieron que sedarla, recuerda sus gritos y su llanto cuando al pedir a su hija ella sólo recibió miradas de temor y compasión.

Pero aunque el mismo dolor y rabia lo llenaron a él, no podía hundirse, si lo hacía la perdería.

Así que se metió a la tina aun con ropa y rodeó con sus brazos la anémica figura de la chica gravedad.

-No dejaré que te destruyas.

Caramel BombsWhere stories live. Discover now