III

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Sordo es poco, compañero...

¿Había escuchado bien? Se preguntaba el pequeño de tez pálida, ¿realmente le había pedido que se quedara?

"Quédate," volvió a repetir el pelinaranja, demasiado borracho como para mantenerse por si solo. "Necesitamos alguien sobrio que nos lleve a nuestras casas," dijo al final.

Una extraña sensación de tristeza y decepción invadió el cuerpo de Doble D. Un sentimiento que debía callar, y unos pensamientos que con el tiempo iría organizando de mejor manera.

"Lo siento Kevin," contestó el más pequeño. "Pero ya me he pasado de la hora en la que suelo acostarme para poder recibir las recomendables horas de descanso."

Nathan y Kevin se miraron, y luego devolvieron la vista al pelinegro, estallaron en risas escandalosas que llamó la atención de muchos allí presente.

"Viejo, que aburrido eres." Decía el jugador de fútbol que ayudaba a mantener de pies a Kevin. "Pero si ya te marchas, al menos llévate a estos dos." Y luego de eso, arrojó al mayor a los brazos del delgado muchacho que apenas y sostenía su propio cuerpo.

Una vez Doble D dejó a Nathan en la puerta de su casa, tocó e informó al mayordomo las condiciones en las que se encontraba y que remedios caseros hacer para que el joven "volviera a la vida".

Entonces comenzó nuevamente su camino a Cul de Sac con Kevin aferrado a su cuerpo.

"Hueles muy dulce Doble Tonto, ya entiendo por que Nat te dice así," le había costado pronunciar cada palabra, y la realidad es que la mitad o más había que decifrarlas. "No me gusta que te diga así," le comentó bajito, cerrando los puños y alejando su cuerpo de Doble D.

"Pu-puedo d-decir-le que l-lo deje, s-si te mo-molesta." Sentía unos extraños nervios, como mariposas y sensaciones que no podía describir.

"No quiero que nadie te toque," volvió a decir de manera seria, mientras intentaba no caer de frente. "Ni que te hablen," y ahí sus miradas se conectaron. "¡Solo yo puedo!"

Doble D sintió como Kevin se acercaba, y por instinto cerró los ojos, no sabía muy bien que esperaba, pero su primera reacción había sido esa. Se escuchó un sonido fuerte, seguido de un quejido. Abrió los ojos de golpe y no pudo evitar reír al notar el cuerpo de Kevin en el suelo. Luego comenzó a preocuparse al notar que no se movía, y se agachó hasta poder examinar mas de cerca el estado de Kevin.

Como pudo alzó al mayor y con dificultad llegó hasta su casa, pues conocía bien que el papá de Kevin era un hombre muy serio, y se metería en problemas si llegaba en ese estado. Así que lo dejo en el sillón de su casa, quitando con cuidado los zapatos del pelinaranja.

"¡Estoy completamente exhausto!" Se quejaba el chico de gorra, pues había hecho el triple o más de esfuerzo físico al que usualmente hacía.

Buscó en su botiquín algunas pastillas y medicamentos aue le dejaría junto a un vaso de agua, así cuando el otro se levantara tendría al menos un pequeño alivio a su resaca.

"Joder," se quejó Kevin al intentar levantar su cuerpo del lugar donde se encontraba. Al sentarse se estiró completamente y observó su alrededor. Su adolorida y aún borracha cabeza no reaccionaba a su entorno, provocando que el mayor comenzara a divagar por los alrededores de aquella impecable casa. "¿Dónde estoy?" Se preguntaba en voz baja, temiendo despertar a quien fuese el dueño de aquél lugar.

Entro a la cocina, donde vió una pequeña nota junto a unas pastillas y un vaso de agua.

"¡Espero esto ayude y logre aliviar el malestar que sentirás al despertar! (:"

Kevin dejó caer la pequeña nota junto con las pastillas al reconocer aquella letra, miró con desesperación su alrededor y sin más esfuerzo reconoció el lugar en el que se encontraba.

"Joder, joder, joder," se repetía en desesperación, mientras tiraba de su cabello. "¡Espero no haber metido la pata!"

Recogió como pudo y con los nervios a tope todo lo que había dejado caer.

"Buenos días, Kevin." Escuchó a sus espaldas, una voz que le causo escalofríos, una voz tan tierna y con un tono peculiar al estar recién levantado.

"Doble D," respondió Kevin sobresaltado mientras giraba para encontrar al pequeño chico con una hermosa sonrisa. ¡Una hermosa sonrisa dedicada solo para él!

Sintió las mariposas despertar y sus pensamientos comenzaron a salirse de control.

"Dejé ese diminuto remedio, poco efectivo comprada con otras opciones," le comentaba el pequeño. "Espero, aún así, que te hayan sido de gran ayuda." Aún mantenía esa sonrisa, esa sonrisa que provocaba mil emociones en Kevin. ¡Quería salir corriendo y besarlo hasta quedarse sin aliento!

Doble D lo observaba expectante, y el pelinaranja no encontraba como hablar, como responder, así que con todo el esfuerzo del mundo caminó hasta quedar frente a frente al pequeño.

"Gra-gracias Dee." Le sonrió, y el pequeño se sonrojo al escuchar el apodo que aquel chico le había llamado.

*************

¡A que no es una monada nuestro Kevin!

*shora se felicidad*

La realidad es que estoy muy desesperada por tener lectoras con quienes conversar y contestar sus comentarios. Así que espero la novela atraiga bastante la atención.

Si ven algún error ortográfico no duden en decirme, será una gran ayuda.💛

Nos leemos pronto...

mucha uvitas,
sabrina.
💞

Todo MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora