¿Crees que fue sencillo?

1K 108 96
                                    

Canción: Un salto adelante. [Aladdin]

Italia se detuvo poco antes a donde se encontraban Alemania, Romano y Francia. Japón junto a él, lo contempló con una ceja levantada, esperando que no fuera a echarse para atrás el nieto del Imperio Romano.

— ¿Qué pasa, Italia-kun?

— ¿Cómo voy a llegar y a decirle a Doitsu que lo amo cuando mi hermano está comprometido con él? —preguntó mordiéndose el pulgar. — ¡Y después de irme justo cuando me beso! Veeee~

—No creo que a Alemania-san le moleste, de lo contrario no le hubiese besado.

— ¿Entonces Doitsu me ama a mí? —cuestionó mirando fijamente al japonés. Él asintió con la cabeza. — ¡Me ama a mí! No ha mi hermano... pero ¿y sí mi hermano mayor sí lo quiere a él?

—Dudo mucho que así sea, Italia-kun.

—Tengo que tomar las medidas necesarias, como tú dices, Nipon. —sonrió esplendoroso con las manos en la cadera. —No sabrá ni que los golpeo.

— ¿Tiene alguna especie de rencor con Romano-kun? —pero su pregunta fue ignorada cuando Italia salió corriendo en dirección contraria.

— ¡Nipon, diles que me fui a casa! —gritó desde la distancia.

Japón suspiró, avanzando rumbo a los otros tres. Fuese cual fuese la idea de Italia, aquella acción de irse sin más le comería la cabeza a todos los involucrados en el plan GerIta, como él lo denomino. Y recordando eso, al igual que Hungría, seguía un poco molesto con el BFT y Alemania por no involucrarlos a ellos, dado su conocimiento en el romance de sus animes o mangas o ya fuera por todo el yaoi que Hungría leía, hubiesen podido ser de ayuda.

Aunque en el fondo estaba contento, una de sus ships crack entre los países había dado signos de vida. Germano. Ojalá España no pudiera leer los pensamientos.

Tengo que saltar, tomar la ventaja.

— ¿Se largo el muy bastardo gilipollas? —gritó Romano, empuñando las manos. — ¡Me va a escuchar!

—Tranquilízate, Romanito. —pidió Francia, abrazándolo por la cintura y pegando su cuerpo contra el contrario, pese a las quejas del castaño. —Lo mejor será que piense bien a donde quiere llegar.

— ¡Y una mierda! Suéltame maldito barbón antes de que el país del amor se quede como el arco del triunfo, sin nada colgando en medio. —gruñó mordiendo la mano del francés que deseaba meterse a su boca. —No voy a pasar otro rato fingiendo que soy la novia de ese alemán patatero imbécil.

—Tienes que hacerlo, Ro-ma-ni-to. —susurró el rubio en su oreja, dándole un escalofrío mortal. — ¿No quieres ver a tu hermano feliz?

—El pendejo es feliz si le cocino pasta, es más, eso hubiese hecho desde el principio y no seguirle la corriente a ustedes tres. —reprochó, soltándole un golpe en el rostro, logró zafarse de su agarre.

—R-Romano. —llamó Alemania, pasando saliva. —Solo un poco más, por favor. —pidió, tomando su mano. La cara del italiano se puso blanca. —Te necesito.

— ¿Q-Qué? —balbuceó con la boca temblorosa. Alemania seguía mirándolo fijamente, esperando que el hermano mayor de Italia accediera a su petición. El germano estaba casi seguro de que Japón ocultaba algo, algo bueno a su parecer. —S-Si no tengo otra opción, bastardo. —masculló, quitándose sus manos de encima.

— ¡Gracias, Romano! —sonrió Alemania.

¡Chigiiii! ¡No me vuelvas a hacer esa puta cara o verás que es bueno! —gritó el sureño, escudándose detrás de Japón.

Plan BWhere stories live. Discover now