VEINTIUNO

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CAPITULO XXI: El hijo de Jaha.


Día 30 de la desaparición de Eire.

Tristan escasamente y había podido cerrar sus ojos para descansar, luego de su inesperado encuentro con Kalen y Fergal tuvo que idear un plan, en realidad, tuvo que agregarlos a sus planes.

Se encontraba bebiendo café con leche casi ardiendo –su compañero de cada fría mañana– admirando la lejanía de su precioso reino, al que se imaginaba creciendo cada día más y más.

Imaginaba también a su hermana sonriendo a su lado, expresandole lo bien que hacia su trabajo, sin embargo Eire no estaba allí y eso lo estaba marchitando cada segundo.

Morgana entró a su oficina abriendo de manera brusca las puertas –acto que se le hizo costumbre– con pergaminos que emanaban hedor a lavanda, aquel que el pelinegro comenzaba a detestar.

–Descubrí lo que hacían tu madre y tu hermano. ¿Sabes que ella tiene diez compañías a su disposición?; claro que no lo sabes, nadie lo sabía...

–Buen día –Murmuró con tono sarcástico, sin apartar su mirada azul del ventanal –. Si lo sabíamos, todos aquí lo sabíamos.

–Lo que no sabes es lo que hizo.

–Pues, dime.

–Ella envió a sus hombres a buscar a la princesa –Tristan asintió, eso no era nada nuevo –y la encontraron –El pelinegro realizó un movimiento extraño en cuanto casi se ahogaba con su desayuno. Volteó para al fin dirigirle la mirada a la mujer morena que le hablaba.

–La encontraron... -Murmuró más como una pregunta.

–No es lo que parec...

–Dime–Interrumpió alzando la voz.

–La encontraron pero no estaba sola.

–¿Con quién estaba?

–Una muchacha, una pueblerina ordinaria –Tristan ladeo una sonrisa con obvies.

–Todas son ordinarias a comparación con mi hermana, ahórrame detalles –Ordenó.

–Tristan, no estaba solo con esa muchacha, estaba con el criado –Los ojos azules se oscurecieron, sus pupilas se dilataron como en cámara lenta a medida que los cabellos en su nuca se erizaban.

–¿Qué? –Expectoró impetuoso –Tráeme a esos hombres, los quiero a todos aquí y que mis guardias les corten un dedo por cada negativa por su parte.

–Tristan, hay más... –Respondió con misterio en su palabra.

***

Día 18 de la desaparición de Eire.

El mundo en los sueños de Eire siempre era el mismo, un prado con dócil pastizal verde oscuro bañado con achicorias -unas peculiares florecitas de color lila- y angelitos que solo florecían en algunas quimeras.

Sin embargo, el tono gris del cielo ahora se encontraba marrón oscuro haciendo juego con el suelo completamente árido y en algunos casos con el polvo consumiendo sus pies.

Lennox se hincó para acariciar aquel lugar que se había vuelto tan desagradable a la vista y antes de siquiera hacer contacto, sus yemas ya se sentían ásperas. Su piel se había secado porque aquel lugar estaba destruyéndose.

Lennox estaba tan acostumbrado al ambiente que la princesa había creado, que le era imposible creer que se encontrara en ese estado tan deplorable, porque si: Lennox se colaba en la mente de Eire desde que tenía aproximadamente trece años y descubrió que los ojos verdes de ella, le encantaban.

Herederos de sangre: La BrechaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang