Capítulo 21: "El juego"

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Esa mañana me desperté temprano y dejé a mis amigos dormir un poco más

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Esa mañana me desperté temprano y dejé a mis amigos dormir un poco más. Bajé y recibí los saludos correspondientes por parte de mis abuelos, ya tenía dieciocho años. No esperaba mucho para mi cumpleaños, ya tenía más que suficiente, pero mi abuela se había esforzado en prepararnos un buen desayuno.

James y Mia bajaron al rato después, me felicitaron y se sentaron a desayunar con nosotros, preguntándome que haría para celebrar. Mi idea de algo sencillo fue denegada por ellos, James insistía en una fiesta y Mia se esmeró en convencer a los abuelos para que lo permitieran. Como era de esperarse ellos accedieron.

Mis amigos me hicieron saber que no debía preocuparme de nada, que ellos se encargarían de todo. No me opuse, que planificaran algo hacía que todo fuera más especial.

No me había dado cuenta de la hora, hasta que llegó Verónica a buscarme para ir a ver el partido. No se esperaba que mis amigos estuvieran allí, así que los presenté de manera apresurada, ya que ninguno de los tres estábamos listos para salir.

Mientras lo hacíamos, recibí la llamada de Nana desde Reino Unido, estaba tan feliz por mi cumpleaños que dijo que me había enviado un gran regalo a mi cuenta bancaria para comprar dulces. Reí al escucharla, mi abuela a veces era todo un tema, me sorprendía que fuera madre de mi madre. Nos quedamos unos minutos hablando, la extrañaba.

Un rato después, cuando terminé de hablar con ella y de arreglarnos, nos dirigíamos a la salida, el abuelo me detuvo y me pasó las llaves de su camioneta. Lo miré sorprendida, no me había esperado que él tuviese plena confianza en mí en prestármela. Le agradecí y acepté en manejarla.

Salimos los cuatro y nos dirigimos a la escuela. Mia se sentó a mi lado, mientras que James y Vero se quedaron atrás. Comenzamos a conversar y mis amigos pudieron congeniar muy bien con Verónica. Aunque no era algo que no supiera que iba a pasar, James y Mia tenían una facilidad para adaptarse a nuevas personas y lugares.

El día estaba hermoso, después de mucho tiempo, el clima había mostrado una cara más amable de Nome, parecía el día perfecto.

Una vez que llegamos, aproveché que aún faltaba para el partido para mostrarles mi nueva escuela a mis amigos. Mia se acercó a mí y entrelazó su brazo con el mío, mientras tanto Vero y James conversaban animadamente.

—¿Dónde los ves? —preguntó en un susurro, refiriéndose a los fantasmas.

—En todas partes, pero si te refieres a los dos que tú sabes, uno suele estar en el salón de biología, aunque ambos siempre se juntan en el invernadero.

—¿No te da miedo?

—Ellos no, pero últimamente sí, cada día son más grotescos, les puedo ver sangre y con algunas extremidades rotas—expliqué recordando algunas cosas que había visto y que me perturbaban—. Pero los ignoro—finalicé, porque en verdad no quería recordarlo.

Todo sucede en NomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora