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El empuje de sus caderas, acompasado con sus jadeos en su oído, resultaba la mezcla perfecta. Si, él sabía cómo darle una buena follada a alguien. Tuvo que presionar las palmas de las manos en la pared, para no ceder ante la fuerza de cada embestida. Era un salvaje, un animal y le encantaba, así que no se quejaría si le dejaba alguna marca en las caderas o en el cuello, donde sus labios se posaban algunos instantes y sus dientes mordisqueaban con suma insistencia.

¡Rico!

Cerró los ojos, permitiendo que él tomara su cuerpo y el turno, al menos en esa ronda. No estaba nada mal, tenía un buen paquete, lo bastante para satisfacerlo y hacer que no le importara enrollarse en un baño, de la casa de un completo desconocido, con el riesgo de que alguien les encontrara.

Algunos minutos antes...

Observó cómo charlaba con un par de chicos, una verdadera suerte que no hubiera alguna lagarta o resbalosa por ahí. Y también era una suerte encontrarse en la misma fiesta que él, bueno, quizás llamarlo suerte fuera exagerado, ya que indagó un poco hasta dar con el lugar.

Darsien parecía no darse cuenta de su presencia o fingir muy bien que no lo notaba. Uf. Que difícil se gustaba hacerse.

Suspiró llevándose la mano al pecho, desviando un instante sus ojos, al otro hombre que llamaba su atención. El príncipe, no era su nombre desde luego, pero tenía ese aire, la pinta de uno y en su mente le imaginaba como tal. Aliso su fantasiosa cabellera larga, justo cuando él miró en su dirección.

Supo leer la atracción en esos intensos ojos y también, que si el guardián de la reja no le atendía, terminaría enrollándose con el príncipe. Total, ¿Qué de malo tenía una canilla al aire?

El contacto visual prosiguió y en dado momento, se dejó llevar hasta uno de los baños. El tipo besaba bastante bien y chupaba aún mejor. Esperaba que Darsien no se enterara, el príncipe era un pequeño bocado, antes del plato principal.

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