Capítulo 8: ¿Qué Haces Aquí?

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Las farolas no iluminan lo suficiente en esta calle como para hacerte sentir bien protegido visualmente, pero ningún ladrón va a caminar cerca de un instituto que ha llegado más arriba gracias a la fama que le he estado dando por un par de conciertos que he llegado a hacer aquí. Eventos musicales que hacen que el instituto tenga un club de tal magnitud como para participar en concursos internacionales y, pronto, mundiales.

Me alegro de este lugar, donde los buenos momentos tan solo venían de uno en uno y, al final, a trompicones. Tantos momentos felices en este instituto, en los paseos en el coche de Ricky, el cual conducí sin permiso. Seguro se enfada, nunca me deja ir al volante porque tiene miedo de que le haga alguna marca. Sé conducir, no soy estúpido, pero aun así ama su coche, es su niña.

Huí de mi propia casa para no oírles más, para no verles pelear y llorar en solitario de esta gran decisión que he tomado. Ricky no se merece alguien como yo a su lado. Le engañé en la adolescencia. Tan solo era un crío, pero me decían que era maduro y mira cómo ha acabado.

No puede confiar más en mí, ni en Farren, ni en cualquier chico que se me acerque. Desde que le conté tal cosa, ha estado cerca mío para vigilar que no repito tal suceso. Lo odiaba, pero sabía que quería asegurarse de que no cometía otro desliz. Con el tiempo, volvía a ganar confianza de nuevo y me dejaba sin vigilancia.

Fue una época horrible, pero ya no vale la pena recordar tal cosa cuando he cancelado la boda.

Tendría que volver a casa de mi madre, contarle todo lo que ha ocurrido y volver una temporada con ella. Lo estoy pensando, ¿pero de verdad quiero hacer tal cosa?

Cuando menos me lo espero, una voz acompañada del sonido de sus pasos se hace presente con el viento que lo intenta dispersar. Ojalá no estuviera él aquí, pero ya es casualidad que esto ocurra a tales horas de la madrugada.

—¿Marth? —giro mi rostro para encontrarme con su perro, el cual olisquea mi mano—. ¿Qué haces aquí a estas horas?

—Eso debería preguntarte yo, Jacob —el perro posa su cabeza en mi rodilla—. Que buena perra eres —me crea ternura que los perros te intenten alegrar el día.

—Pues ya lo ves. Pasear a la perra. Ahora contesta mi pregunta, amigo —espera de pie.

—Yo... Tan solo he cancelado la boda —evito su rostro.

—¡¿Tan solo?! ¡Lo dices como si no importase! —se sienta a mi lado, apoyado en la carrocería del coche—. ¿Qué ha pasado?

—El destino quiso hacer de las suyas.

Escupe una leve risa y se pone a mirar el cielo mientras la perra se coloca en medio de mis piernas y me mira fijamente.

—Que yo sepa, el destino tan solo es una excusa para echarle la culpa a alguien. ¿A quién se la echas de verdad?

—A mí —respondo de inmediato.

—¿A ti? —me mira desconcertado.

—Por lo que hice en el pasado. Tan solo era un adolescente, no sabía lo que hacía.

—¡Oh, vamos! A esa edad eras más maduro que muchos de nosotros.

—¡No lo suficiente! Supe que no lo era cuando hice aquello.

Me sigue mirando desconcertado. Miles de preguntas formularse en su cabeza, pero que seguro respeta mi intimidad como para no sacarlas al aire libre.

Nos quedamos en silencio por un par de minutos. Su compañía me reconforta, al igual que la perra intenta apoyarme.

—Por cierto, ¿dónde vives? —le pregunto.

—A un par de calles. Encontré un piso tirado de precio por como era. Una ganga.

—¿Viviendo con la novia? —asiente con la cabeza—. Me alegro por ti.

—¿Me llegarás a contar el porqué estás aquí?

—Ya veré —de lejos, un motor resuena.

No es un motor cualquiera. Reconocería ese sonido por la rapidez que me hizo tener el corazón la primera vez que monté en ella.

Están llegando.

—Seguramente sea para ti. Esta es una calle cerrada, por lo que dudo que venga para hacer botellón —se levanta y la perra se acerca a él, no sin antes lamer mi mejilla—. Espero que todo se arregle, Marth. Hasta otra.

—Hasta luego, Jacob.

Al despedirnos, noto como mi corazón se acelera por cada segundo que el motor suena, por cómo se acerca.

Supongo que es hora de encarar la situación.

Aunque Jacob me haya estado apoyando para que esto no acabe mal, pienso que así debería.

No quiero que esté a mi lado por pena. Nunca más.

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Siento tardar, gente. Es que no tengo mucho tiempo para escribir, por lo que dudo que pueda actualizar rápido.

Al menos el final de esta historia esta llegando. No será con Marth y todo eso, sino con Farren.

Sin más, me voy a hacer cosas.

¡Hasta luego, Ángeles Lectores!

Te Quiero VerWhere stories live. Discover now