Capítulo 31

1.1K 147 92
                                    

N/a: Hola queridos lectores, perdón por la tardanza, aquí está el tan ansiado capítulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

N/a: Hola queridos lectores, perdón por la tardanza, aquí está el tan ansiado capítulo. Con esto se cierra la historia de nuestra querida Laurel y toda su familia. Espero les guste. 

***

Despertó en un lugar oscuro. Se reincorporó con molestias por todo su cuerpo, débil indudablemente. Recordó todo lo que había vivido momentos atrás, el recuerdo vino acompañado de ráfagas eléctricas de dolor que le taladraron la cabeza. Se escuchaban los gritos, las llamas... todo.

Gimió desesperada, envolviendo su cabeza entre sus manos con anhelo que la presión ejercida hiciera que los sonidos se acabaran. No quería recordar, no quería revivir ese momento. Intentó aclarar su visión, pero continuó estando en una oscuridad plena. Escuchó unos chillidos, poco después comprendió que dentro de ese lugar oscuro e inhóspito, había ratas roedoras cerca. Se acurrucó en una esquina, sentía miedo y frío. Sintió dolor en sus brazos y en su cuerpo, mas eso era lo menos importante. Ahora sólo quería a su familia, saber de ella. ¿Los habrían asesinado ya? No, ella tenía que verlos por última vez, tenía que darles muchos besos y decirles que todo estaría bien, aunque en realidad no fuera así.

«Margaret debe estar sufriendo mucho —pensó recordando a su pequeña hermanita—. Le teme a la oscuridad. Me obligaba a dejar una vela encendida cerca de su cama, hasta que se dormía por completo. Debe estar llorando —Sintió de nuevo un picor en sus ojos, hasta que dos lágrimas resbalaron de ellos—. Mi pobre hermanita no merece morir, ella es inocente» Su familia lo era, pero después de haberse liberado de las sogas no estaba tan segura de que ella verdaderamente lo fuera. ¿Y si realmente era una bruja? ¿Si inconscientemente había usado magia?

Se removió en el mismo lugar, hasta que cayó en cuenta de un inusual peso en sus manos. Se palpó con cuidado ya que no sabía con qué se encontraría. Sentir el frío metal le bastó para comprender que estaba encadenada de pies, de manos y un grillete que le rodeaba el cuello. Los metales tintineaban con cada movimiento; había estado tan sumida en sus propios pensamientos que había omitido por completo ese detalle.

Estaba aprisionada como un león salvaje, o algo incluso peor. La seguridad impuesta denotaba el miedo que le tenían.

De todas formas ¿Qué importaba? Ya no habría salvación para ella. «¿Y Dairev? —pensó de repente sobresaltada—. ¿Dónde estará? ¿Sabrá que nos atraparon?» Recordó cuando rechazó su petición de escapar juntos, le fue tan fácil decirle no, que ahora que lo recordaba sentía un halo de arrepentimiento causado por la duda. Su familia estaba en peligro, no podía dejarlos solos. Él estaba enfermo ¿Lo continuaría estando, o ya se habría curado? Deseó saberlo en medio de la interminable oscuridad que le rodeaba.

Cerró sus ojos para intentar calmarse, hacerse la idea de la deplorable situación en la que se encontraba, hasta que percibió una extraña luz roja cerca de sus párpados. Los abrió completamente para encontrarse con un fuego flotante al frente de ella. Frunció su ceño «¿Qué diablos?» El lugar se iluminó cuando pequeñas llamas surgieron a los lados de las paredes laterales. Eran cuatro de cada lado y seguía habiendo una a su frente.

La diosa del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora