Capítulo 27

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Había meditado mucho esa semana

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Había meditado mucho esa semana. Se replanteó la causa que inició todo ese problema. Los humanos. No recuerda cuántas veces se formuló la misma pregunta «¿He de perdonarlos?» No quería, simplemente no podía olvidar todo lo que le hicieron en el pasado, todo lo que había sufrido mientras esperaba que trataran con amor al bosque que llevaba tanto tiempo cuidando. Pero su confianza fue traicionada, ¿debía depositarla en ese joven?

Vida logró que dudara ¡Cuánto tiempo tenía sin dudar de sus acciones! Aquella conversación sólo la había desequilibrado. Pensó en su vida pasada, como humana; recordó todos aquellos momentos... y también como Diosa, junto a su grave pecado. Y ahora como una guardiana condenada a pagar por la eternidad su errada acción. Había nacido de nuevo, una pequeña niña que creció en ese bosque fortaleciéndose más y más; creciendo junto a las hojas y los tallos que poco a poco se convirtieron en árboles.

Su pasado ya no era relevante, o eso quería creer, porque si reamente no lo era ¿Por qué dudaba en el perdón de la humanidad? Sin embargo, en ese momento no estaba preparada para las duras palabras de David. Finas dagas que fueron clavadas en su corazón. Sintió su dolor como si fuera propio; la injusticia, el rencor que se siente al ser juzgado

«¡Oh! ¿Por qué los dioses me envían a este chico? ¿Por qué quieren que recuerde lo que yo misma pasé siendo humana?» Lo comprendía a la perfección; había experimentado lo que era el rechazo y que le señalaran sin tan si quiera conocerla. ¿Haría lo mismo con David? «He estado errada. Me lamenté cada parte de mi vida anterior, y soñé el día en el que nadie sería mal juzgado ¿Y qué he hecho? Dañar a un niño que sufre lo que yo sufrí hace milenios. Nadie merece eso, ni si quiera la raza más dañina del mundo y del universo»

Fue entonces cuando intentó con las palabras redimirse, pedir unas disculpas que nunca creyó días antes que saldrían de su boca. Aquel chico aún no decía que la perdonaba, sin embargo también pidió perdón, en nombre de su raza. ¿Qué haría? ¿Liberaría un poco el peso que su alma cargaba? Aquel rencor que minaba en ella desde hacía siglos atrás.

—¿Entonces... me perdonas? —preguntó saliendo de la sorpresa por sus palabras. Ese «nosotros» había sido dicho con buenas intenciones, aunque no pudo imaginárselo en otro contexto.

—¿Perdonarte? Claro que sí —respondió David, con una sonrisa tierna—. ¿Y tú nos perdonas?

—Yo... am... y-y-o... —Buscó apoyo en la tierra ¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Decir que sí? Era tan irreal, nunca se habría imaginado que perdonaría a los humanos «¿Soy capaz de hacerlo?» Se preguntó internada en un torbellino de dudas.

—Tranquila —musitó David sin apartar su mirada de ella. Forest se detuvo a mirar sus ojos azules—. Entiendo que es difícil. Pero, me pregunto ¿Qué más te hicimos? No creo que sientas tanto odio por tan solo un incendio ¿O sí?

—No, ciertamente. Son muchas cosas que me hicieron perder la fe en la humanidad.

—Ya veo... ¡Entonces haré que regrese! —exclamó riendo—. Verás que no todos somos malos, y que a muchos les agrada este tipo de lugar.

La diosa del bosqueWhere stories live. Discover now