Capítulo 9

1.7K 225 128
                                    

Pudo ignorar el simple hecho de haber encontrado una piedra preciosa incrustada al tronco de un roble viejo, más fuerte que cualquier otro árbol

اوووه! هذه الصورة لا تتبع إرشادات المحتوى الخاصة بنا. لمتابعة النشر، يرجى إزالتها أو تحميل صورة أخرى.

Pudo ignorar el simple hecho de haber encontrado una piedra preciosa incrustada al tronco de un roble viejo, más fuerte que cualquier otro árbol. Quiso hacerlo, pero la imagen, la luz que emanaba esa piedra era tan hermosa que se le quedó grabada como una fotografía. Era tan real y a la vez fantasioso que no se sorprendía de la atracción que sintieron hacia ella. El lugar en el que menos esperaba conseguir una gema era allí, eso simplemente no existía. La cabeza le empezó a doler por la cantidad de pensamientos que se debatían incontrolablemente buscando alguna respuesta lógica a sus preguntas.

Por estar en su ensimismamiento tropezó con una piedra y casi cayó. Todos se tensaron al instante. Hernesto le tomó por los hombros mientras Xavier alumbraba su rostro directamente. Su corazón se aceleró «No te alteres, no te alteres —Se recordó—. No ha pasado nada. Inhala y exhala» Así hizo y logró calmar sus latidos. Ignoró el saber de que sus dos amigos le miraban expectantes, al mínimo momento en salir corriendo de allí, probablemente con él en brazos.

—Quítame la luz de linterna —protestó para eliminar el ambiente de tensión entre los tres—. Casi me caigo, no es nada.

—Pues ten más cuidado; en toda mi vida he recorrido bosques y en ninguno he sentido tanta adrenalina y nervios como en este. —Xavier le miró con los ojos achinados a través de aquellos cristales que hacían —solo un poco— que sus ojos parecieran más pequeños de lo normal.

Ninguno quiso mencionar la existencia de la esmeralda.

David asintió y esta vez se dispuso a prestarle más atención al camino que se presentaba ante ellos, igual de sinuoso que el inicio. Estuvo de acuerdo con Xavier, algo en ese bosque provocaba un sentimiento extraño en su estómago, tal vez las famosas mariposas que según salían cuando alguien se enamoraba no eran nada más que nervios y emoción; un término usado de manera errada limitándose en una fantasía que era erradicada en la realidad. Y nadie más que él lo sabía. Sin embargo la diferencia es que debía asesinarlas, matar cualquier rastro de emoción o sentimiento que acelerase más de lo debido su corazón.

Él intentaba con fervor no ser cautivo de sus emociones. Intentaba eliminar aquellas sensaciones demasiado fuertes que hacen sentir vivos a una persona, como una sombra que toma con fuerza una parte de su ser para extirparla por completo. Vivía diariamente con la muerte así que desde muy joven debió aprender a convivir con ella.

Aún no lo lograba del todo.

El frío era cada vez más intenso. Añoró estar en su cálido cuarto, arropado entre mantas viendo la tele como cualquier otra persona estaría haciendo en esos momentos. Miró de soslayo a Hernesto y notó que estaba mirando hacia adelante, sin prestarle la más mínima atención a su alrededor. Al contrario, David aprovechaba la luz de la linterna para escrutar más afondo lo que le rodeaba. Atisbó en altos fresnos algunos búhos que les seguían con aquella mirada inmuta, al pendientes de cada movimiento que hacían esos amigos. La humedad del ambiente podía respirarse, acentuada por la noche fría de ese verano. Llegó a vislumbrar telarañas ensartadas en pequeños matorrales, agujeros en los troncos y tenues resplandores provenientes de sitios inesperados. No quería prestarle mucha importancia a ese detalle. No lo logró.

La diosa del bosqueحيث تعيش القصص. اكتشف الآن