—Mientras no haya nombre, es frijolito —sigue Theo.

—¡Entonces! —interrumpe el vendedor, claramente incómodo—. Una cama grande. Esta de acá —Señala a su derecha— es una cama sencilla pero muy cómoda. No es pesada y se le pueden adaptar barrotes de seguridad para bebé. Por la compra de ambas camas, obtienen un 40% de descuento en el precio total.

¿Pueden creer que toda esta pantomima es únicamente para ahorrarnos unos pesos? Resulta que pasar una noche durmiendo prácticamente en el suelo fue suficiente para tener apuro en conseguir camas; ayer estábamos cansados tras la mudanza y todo eso y fue imposible salir pero hoy no podía esperar más. Al llegar al almacén vimos en la entrada un cartel enorme que decía PORQUE LA MEJOR COMODIDAD LA ENCUENTRAS EN FAMILIA, ENTRA Y PREGUNTA POR LAS PROMOCIONES PARA TODOS EN TU HOGAR. DESCUENTOS HASTA DEL 80%.

Theo no se resistió e ideó hacernos pasar por unos futuros padres buscando amoblar para la gran llegada. Pues el plan, ridículo. Lo hice por dos razones: 1, acá nadie me conoce así que no haré el ridículo con alguien importante y 2, nunca está de más ahorrar.
Benjamín me dio una tarjeta débito que contiene parte del dinero de Adam y me dijo que hiciera lo que quisiera con ella, pero tampoco voy a despilfarrar pudiendo ahorrar a consciencia. O casi estafando al almacén. Tras escuchar el ofertón del 40% de descuento, dijimos que sí inmediatamente antes de que pudiera el empleado notar que realmente no estoy embarazada, así que tras pagar las dos camas, una para cada uno y al dar la dirección de la casa para que nos las lleven, salimos del almacén.

—Eres un asco mintiendo —acusa. Una vez salimos de los límites del almacén, me suelta la mano y suelta una carcajada—, pero bueno, ¿ves que funcionó?

—Bien, lo admito, fue buena idea. Siempre ahorramos bastante.

—Ya hoy no vamos a dormir en el suelo —celebra—, aún me duele la espalda.

—Vamos a almorzar, solo por hoy comamos afuera —invito—, ya desde mañana podemos cocinar. Al menos yo, no puedo vivir de comida de la calle. 

—Me parece bien.

Theo ha pasado de ser un vecino a ser un aliado, un compañero de combate y es de esas personas que se dejan tomar cariño y confianza realmente rápido. No me siento incómoda con él en ningún momento, es como si fuéramos amigos de toda la vida. Es genial.

Anoche, siendo las primeras horas de un nuevo camino, lloré. Lloré por todo lo que pasó, lo que no pasó, lloré por Luka y por la ironía de no dejar de quererlo aún cuando sé que alejarme era lo mejor. Le dije que el tiempo acababa con todo, pero ¿cuánto es eso? Luego de que uno supera un amor todo es bonito, pero ¿y mientras tanto? ¿qué se hace cuando sabes que ya no estarán juntos pero aún lo quieres?

Es inevitable el pensar a cada segundo qué está haciendo Luka, preguntarme si piensa en mí y luego llegar a la realista conclusión de que no, de que posiblemente ya está compartiendo gérmenes con Adriana o con cualquier otra persona porque así es él y nada que hacer. Es difícil sanar cuando se está enamorado del cuchillo que lastima.

Theo ha evitado a toda costa preguntar o mencionar a Luka. Cada que por azares de la conversación parece que el rubio va a salir a flote, Theo me cambia el tema. Es un lindo detalle y creo que él ni se da cuenta del bien que me hace.

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La no protagonista de una historia de amor •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora