Día XIII: Hilo rojo del destino~

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Cuando Kirito finalmente abrió los ojos esa mañana encontró un panorama oscuro y sombrío. Se giró en la cama enredándose entre las mantas, reconociendo que estaba solo en el lecho, gracias a que Asuna se había molestado por una tontería que no recordaba, y había decidido dormir en la otra cama.

Reprimió un bostezo y observó la hora en el visor: 9:30 am. Era extraño, la oscuridad reinante dentro de la habitación hacía parecer que aún era de noche. Pasaron varios segundos de silencio y oyó claramente sonidos del exterior; truenos que gruñían a la distancia, al parecer allá afuera estaba gestándose una tormenta, razón por la que allí dentro hubiera tanta calma y oscuridad. Se levantó a ciegas entre las tinieblas que lo rodeaban y abrió la ventana; un panorama gris y triste lo recibió, al igual que la inminente tormenta que acabó por desatarse, un leve dejo de claridad, remedo de la luz matutina, iluminó fantasmalmente la habitación.

El melancólico panorama vaticinaba una larga jornada gris y lluviosa dentro de la cabaña. Miró por sobre su hombro la pequeña figura que aún seguía ¿durmiendo? en la cama izquierda. Era extraño que considerando la hora, Asuna no se hubiera levantado.

Sintió el suave cantar de la lluvia contra el techo y volvió lentamente a su cama y se tiró en el colchón. El único sonido que se oía aparte de su respiración acompasada era el eco lento, hipnótico de la tormenta cobrando mayor intensidad allá afuera, los truenos acompañando el crescendo en una melodía estrepitosa y sublime. Cerró los ojos disfrutando la calma que soplaba dentro de su subconsciente. Ya habían pasado trece días de matrimonio. Trece días en los que se encontró resguardando la felicidad –ese huidizo sentimiento que nunca había sentido en su vida− ese remanso de paz dentro de un mundo de muerte que se desmoronaba a su alrededor.

Miró a su esposa notando que durante su lapsus, se había dado vuelta y ahora lo enfrentaba con el rostro dormido en su dirección. Su nariz respingada alzándose orgullosa entre los mechones de cabello que enlazaban su rostro, sus labios de cereza entreabiertos, húmedos e invitantes como siempre. Sonrió. Sintiéndose tonto por saberse enamorado y débil ante ella. Pero disfrutando en cambio de ese cúmulo de tibias sensaciones que revoloteaba de su pecho a su estómago con el mero hecho de pensarla.

Abrió su menú en la penumbra y decidió escribirle un corto mensaje a Silica a quien hacía tiempo no veía. Quizás si en los próximos días hacía buen tiempo podría convencer a su esposa y visitarla, y lograr que ambas finalmente se conocieran.

Hey Silica espero que todo esté bien, ten mucho cuidado y envíale mis saludos a Pina.

Lo leyó rápidamente y lo envió. Estaba por revisar sus skills cuando de repente apareció la respuesta frente a sus ojos. Sorprendido por su velocidad lo seleccionó y lo leyó.

Kirito-san! Me alegra que te tomes un tiempo para escribirme. Envíale un gran abrazo a la señorita Asuna. Liz me contó de su reciente matrimonio y de su escapada romántica. Y estoy segura que eres muy feliz. Muchas gracias por tu ayuda, y por recordarme en estos momentos en medio de tu felicidad. Pina y yo te mandamos saludos, y muchos cariños. Esperamos verlos pronto. Silica~

Sonrió ante el mensaje de la chica. Casi que podía imaginársela con sus dos coletas y su expresión aniñada. En verdad ella le inspiraba un sentimiento de ternura similar al que sentía cuando estaba con su hermana; ese dejo de cariño fraternal y tierno que no iba más allá de la sensación de hermano sobreprotector. Sonrió ante sus propias palabras. Cerró el mensaje y mientras la lluvia seguía cayendo, se permitió revisar su inventario, curioso –aunque no tanto- de la cantidad de ítems que Asuna y el compartían. Mientras revisaba y repasaba skills, pociones y detalles varios, algo desde la sección de equipo y vestimenta llamó su atención.

«Catorce días de Honeymoon»Where stories live. Discover now