Amigo de mi enemigo

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Se sentó en la cafetería como lo habría hecho en el colegio, aunque la cafetería de la universidad era muchísimo más grande y más amplia. Jugó Candy Crush por un rato mientras esperaba que su orden estuviera lista. Había una botella de agua a su lado, que se tambaleó cuando alguien golpeó suavemente la mesa antes de sentarse.

—Hey —Saludó Emrys con una sonrisa brillante y los ojos terriblemente pesados, viejos como alguien que se ha acercado a las personas por mucho tiempo y ya no le causaba temor—. Alex, ¿verdad?

Mordred sintió el impulso de partirle la cara, solo para borrar esa sonrisa que era tan distinta a la brillante e inocente que solía tener cuando era un sirviente en Camelot. Merlín lucía exactamente igual a la primera que lo había visto cuando era un niño druida huyendo de los guardias reales. Quizá su cabello estaba más largo y alborotado, esponjoso, brillante... Se detuvo ante la realización del deseo de estirar la mano y pasarla entre las hebras de ébano, eso era demasiado extraño. Despegó sus ojos de él.

—Sí —Dijo con simpleza y siguió con su juego. Si Merlín no estaba consciente de lo que había hecho, de que Mordred estaba allí, sería mejor no decirle nunca. No se sentía preparado para que le mirara como lo había hecho al traicionar y matar a Arthur. Ni para ser ignorado, como cuando lo vio por última vez, tomando el cuerpo de Arthur entre sus viejos brazos, pasando de largo el cuerpo moribundo de Mordred. Morir con esa imagen quemada en sus ojos fue doloroso, porque Emrys no había lanzado ni una mirada para ver si realmente estaba muerto. No le había interesado.

—Soy Merlín —Insistió el otro—. Nos sentamos juntos en clase.

—Sí, lo sé.

Merlín torció el gesto y miró sus manos sobre la mesa, viéndose un tanto indeciso, como si hubiera esperado más de lo que le estaba dando. Luego suspiró.

—¿Qué juegas? ¿El de los dulces?

—Sí.

—No eres muy hablador, ¿cierto?

Mordred apretó los dientes, sintiendo un leve dolor en la mandíbula.

—Soy tímido —Dijo, aferrando el celular. Decidió que acabaría con ello lo más pronto posible, así que salió del juego y se guardó el móvil en la chaqueta de mezclilla desvaída, mirándolo fijamente—. Al menos eso es lo que creía el consejero del colegio. Pero es solo que no me agradan mucho las personas.

—Oh —Dijo Merlín, entendiendo la indirecta. Le dio una sonrisa apenada que le desarmó—. Lo siento. No tengo ningún amigo por aquí, así que pensé...

—¿Qué podíamos ser amigos? —Mordred ciñó los ojos, esa era una revelación inesperada.

—Te ves igual de solitario que yo. Y nos sentamos juntos. Era una ecuación simple —Respondió el chico y se encogió de hombros. Se vio como el Merlín inocente que hablaba fácil con los caballeros durante el entrenamiento, pero no con él, bueno, no con Mordred. Tenía que recordar que él ya no era Mordred.

¿Se atrevería siquiera a pensar en empezar de nuevo con Emrys? Él bien parecía dispuesto a perdonar a su reencarnación por los errores que cometió en su otra vida. No parecía vengativo. Pero algo en su cerebro le dijo que no confiara.

—Bien, podemos intentarlo —Se encontró respondiendo, aunque fue más para él que para el chico sentado al frente. Jodida boca floja la de Alex, eso era un gesto más suyo que de Mordred, también el hecho de que le atrajeran los chicos. Se sentía un tanto extraño estar frente a Merlín y que le pareciera atractivo. Por un momento sintió que se sonrojaba y envió todas esas sensaciones al infierno, así que se aclaró la garganta—. Si quieres.

Dos vidas, un problemaWhere stories live. Discover now