Capítulo 17. "Algo pasa"

392 54 16
                                    

El lunes por la mañana Sheryl había aceptado a acompañar a Nadine para acordar algunos preparativos de la boda. Al llegar a su departamento, se encontró a Justin en la cocina tomando un café caliente. Le pareció un poco extraño que aún se encontrara en casa cuando siempre salía temprano para ir a trabajar. Pero le pareció aún más extraño que estuviera tan... distraído. Él siempre estaba callado, manteniendo la distancia, pero nunca distraído. Y eso le resultó bastante raro. No era común en él.

No se resistió y se acercó. Tenía que averiguar lo que estaba pasando. Cualquier cosa que pasara, cualquier problema o inquietud, cualquier situación que se presentara Sheryl tenía que saberlo, y no se permitía ser la última persona en enterarse de las cosas. Lo que más le extrañó fue que no se dio cuenta de su presencia y aunque él siempre intentara evadirla e ignorar sus provocaciones, nunca lo tomaba desprevenido como ahora.

—¿Y a ti qué te sucede? —se colocó a su lado. Él no volteó a mirarla.

—Buenos días para ti también, Sheryl.

—Te noto distraído... ¿Qué pasa? ¿Ya estás empezando a dudar de tu compromiso? —rió burlesca—. Estabas tardándote.

—Espero que algún día Nadine escuche toda la porquería que sale de tu boca y abra los ojos y se de cuenta de la gran amiga que tiene a su lado.

—¿Por qué no se lo dices tú? —sonrió con sorna.

Se encogió de hombros.

—No son mis asuntos. Y creo que te he dejado bastante claro, en múltiples ocasiones, que no me interesas en lo absoluto.

—Eso es porque no me has dado la oportunidad de mostrarte todo lo que tengo para ti —mordió su labio inferior—. Créeme que no te arrepentirás.

Una risa sarcástica salió de su boca. Esta vez sí la miró a los ojos para acabar con la conversación. Esa mañana no estaba de humor para hablar con nadie, mucho menos con Sheryl.

—Respétate un poco y deja de insistir con lo mismo, ¿no? Das vergüenza ajena —hizo una mueca de desagrado y se apartó. Nunca le agradaron las mujeres tan... lanzadas—. Hasta luego.

Rápidamente borró esa sonrisa de su rostro, haciendo que rodara los ojos y soltara un largo suspiro. Odiaba que fuera tan difícil meterse en su cama pero no iba a desistir.

Justin era su presa y no iba a perderlo de vista.

—¡Panecillo! —exclamó Nadine cuando salió de la habitación y lo encontró en la sala—. Pensé que ya te habías ido a trabajar.

—Estaba a punto de irme.

—¿De verdad no puedes acompañarnos? —hizo un puchero mientras se acercaba a él para rodear su cuello.

—Quisiera pero no puedo. Lo siento, cariño.

—Me gustaría que también tuvieras participación de los preparativos —suspiró con pesadez—. La boda es tanto mía como tuya.

—Sabes muy bien que debo trabajar —rodó los ojos—. ¿O quién cubrirá los gastos?

—En eso tienes razón —soltó una risita—. Shay y yo también nos tenemos que ir.

—Bien, yo las llevaré.

(...)

—¿No crees que tu novio está actuando muy extraño? —le preguntó su mejor amiga cuando ya habían llegado a la repostería.

—¿Por qué lo dices? —frunció el ceño—. Yo lo veo como siempre.

—¿En serio, Nadine? Está muy callado, distraído... Como si algo estuviese ocupando su mente.

Olive Where stories live. Discover now