Capítulo 3. "Todo comenzó aquí"

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La suave música de Marian Hill llenaba sus oídos. Estaba impaciente. Miraba a todos lados en busca de su objetivo pero ella no estaba. Allí se encontraba nuevamente Justin Bieber, esperando encontrarse con la hermosa chica de ojos verdes electrizantes. Desde hacía días la estaba buscando desesperadamente. Esperaba encontrársela de nuevo, ver su rostro sin aquella máscara negra que sólo dejaba a la vista sus preciosos ojos verdes y tener la oportunidad de hablar con ella. Parecía un maldito psicópata pero esa mujer le había movido el piso como ninguna otra. Ni siquiera su prometida había causado en él lo que esa mujer causó.

Aún podía sentir su caliente cuerpo encima del suyo, su respiración haciéndole cosquillas y esos increíbles ojos mirándole fijamente. Lo había atrapado. Y es que nunca en su vida había sentido tanto deseo por una mujer. Esa misteriosa mujer lo dejó tan excitado y descontrolado que se vio obligado a utilizar sus manos cuando llegó a su departamento. Por suerte Nadine no se quedó a dormir esa noche.

Observó que una chica salía al escenario y rápidamente se incorporó en su asiento, no obstante, se trataba de otra bailarina. No era a quien buscaba. Suspiró frustrado. Agarró su vaso con whisky y se lo tomó de un sorbo, y volvió a pedir otro. Todavía no entendía por qué estaba en ese lugar si en unos meses iba a casarse con Nadine Holden. Ella era alta, hermosa, talentosa y con una figura esbelta. Un poco superficial pero dulce en el fondo. La mujer “perfecta” para él. Con ella construiría un futuro, un hogar, una familia.

Entonces... ¿Por qué demonios no podía sacarse de la cabeza a la chica de hermosos ojos verdes? No tenía la respuesta y la necesitaba. O quizás no estaba seguro de querer pasar el resto de su vida con alguien que en el fondo no amaba de verdad.

Sólo podía recordar esa noche, revivirla una y otra vez en su cabeza como si se tratara de una película.

—¡Justin, hombre, es tu noche! —exclamó Levy, rodeando su hombro y dándole un sonoro beso en la mejilla—. Tienes que disfrutarla.

—Faltan meses para la boda —rodó los ojos divertido—. No es necesario una despedida de soltero.

—¿Y? —alzó una ceja—. Tendrás dos despedidas de soltero.

—Eso no tiene sentido...

—Claro que sí —Flynn asintió—. Esta noche puedes decidir si quieres casarte o no con Nadine. Aprovéchala bien. 

—Ustedes están locos —negó, riendo—. Saben que no puedo echarme para atrás con mi decisión.

—Ya veremos.

Le guiñó el ojo antes de dejarlo solo en aquella habitación. No entendía qué tramaban pero decidió seguirles la corriente. Tomó asiento en el cómodo sillón y le dio un sorbo a su whisky, observando detenidamente cada rincón de la habitación. En el centro de esta tenía un escenario muy pequeño con una barra de metal en el medio. Inmediatamente supo que se trataba de un baile erótico. Probablemente una de esas bailarinas exóticas que se quitan la ropa y te bailan encima del regazo.

No estaba para nada interesado.

Ver mujeres semidesnudas bailando sobre un escenario no le llamaba la atención. Ya había vivido esa experiencia cuando era más joven e inexperto. Hace mucho tiempo superó esa etapa de adolescente con las hormonas alborotadas. Ahora le llamaba la atención otro tipo de cosas más... maduras  por así decirlo. De todos modos, decidió quedarse a mirar.

Pasaron unos pocos minutos y la música empezó a sonar, entonces vio aparecer a una chica bajita, castaña, buen cuerpo y mirada coqueta. Era guapa, sí. Despacio se empezó a desvestir hasta quedar en ropa interior, luego se acercó a la barra y empezó a bailar sensualmente. Justin la miraba sin ninguna expresión mientras tomaba su whisky, pero cuando ella se le acercó e intentó subirse encima de su regazo, la detuvo. La castaña lo miró confusa. De cerca pudo apreciar más las facciones de su rostro y sí, era bonita y sexy, no obstante, él seguía sin estar interesado.

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