CAPÍTULO 7:

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– ¿Un sedante? –Bufa Lily burlándose de la acción de Sigrid–. Creí que ibas a hacer algo más de tu estilo, no se, colocarle un alucinógeno mientras le aplicabas alguna psicología inversa, así te temería neuralmente y no volvería a acercarse a ti. Digo, conoces miles de métodos de alteración y torturas sin dejar marcas.

–Que mal concepto tienes de mí –estaba mirando fuera de la ventana del auto–. Él es el prodigio del país, muchos tienen sus esperanzas puestas sobre él, así que no puedo hacerle daño o alterarlo a nivel neuronal ya que aparte de levantar sospechas podría haber consecuencias, sin contar que él podría ser muy significativo y productivo incluso para el mundo.

– ¿Cómo tú? Escucha, no digo que lo que hiciste estuvo mal –su expresión fue cada vez colocándose más dura y seria–, pero no has pensado que si ese chico se propone buscarte, ¿te va a encontrar?

Sigrid voltea a verla un poco molesta, estaba seria, no porque Victor pudiera encontrarla, ya luego vería que hacía con él, sino por su pregunta anterior. Despreciaba al mundo, al destino por lo que le hizo, en lo que la convirtió.

–Lily, creo que deberías dejar a la señorita tranquila –comenta Kayari en tono nervioso agitando las manos.

Ella frunce el ceño mientras sigue conduciendo.

–Maldición lo sé, pero fue muy irresponsable de su parte el no haber hecho nada al respecto.

– ¿Acaso no serás capaz de protegerme de él? –Su expresión era fría y causo temor en ambas chicas–. Si no vas a ser capaz de realizar un trabajo tan sencillo como ese te quedaras con Kayari y el resto protegiendo la casa.

–Como ordenes –su tono de voz era bajo, no era capaz de replicarle a ella en ese estado, ya que ella sabía que Sigrid, es más que consciente de que sus vidas le pertenecen y en su trato quedó más que claro, si no les serán útiles se desharás de ellos. Y ya sabemos cómo.

Llegaron a la propiedad de Sigrid en Paris, era una mansión que estaba muy alejada del centro y más cerca del campo y los bosques. Aparcaron el auto y bajaron, al parecer no había nadie, solo estaba el jardinero que recibió a Sigrid entre besos y abrazos sin contar todas los arreglos con flores que tenía hechos para ella dentro de la misma. Era el único en toda la mansión que tenía la frescura suficiente para estar tan cerca de ella.

Era un chico alto, de piel algo bronceada por el sol, cabello dorado en capaz con ojos de color sol. Cargaba unos vaqueros viejos, botas negras y una franela holgada con el cuello en V, acompañando su espalda un sombrero de paja perfectamente tejido, tenía unos perfectos 25 años encima.

Sigrid lo había salvado de experimentos ilegales con humanos, le habían quitado gran parte de la sensibilidad de su cuerpo –alrededor de un 75%, por ende al cortarse o golpearse tiende a no sentir nada– para adquirir fuerza sobre humana. Lamentablemente no lo consiguieron al 100% ya que su cuerpo no lo soportaría y hasta los momentos era el único que había logrado aguantar tal tortura, consiguiendo solo un 45% de efectividad.

Ella tenía asuntos con las personas que lo tenían de conejillo de indias, al no obtener respuestas favorables los aniquilo; Finnian al ser el único experimento vivo en el lugar, estaba cubierto de cables y vías en sus venas y apenas estaba consciente. Sigrid desconectó todo y sacó las agujas de su cuerpo, dándole también algo de ropa. Le pregunto si tenía hogar y dijo que era un chico que vivía en un barrio bajo y comiendo de la basura, hasta hace 4 años que lo habían raptado junto a otro grupo de chicos, hasta los momentos solo estaba el, no tenía familia ni casa. En vista de eso, ella le ofreció una casa donde vivir.

–Bienvenida mi amor –la abrazó y la alzó mientras la hacía girar–, te he extrañado.

Finnian estaba completamente enamorado de Sigrid, ya que ella no lo reprendía, siempre cuidaba su cuerpo de cortes y golpes. Cuando comenzó a trabajar en el jardín después de una larga recuperación ella le dijo: –Todo este espacio es tuyo, es bastante grande Finn, puedes decorarlo como gustes, en la biblioteca hay varios libros de botánica y jardinería –le regaló una tierna sonrisa–, espero hagas algo bonito para mí.

–Gracias Finn –dijo incorporándose cuando la dejó en el suelo–, también te extrañé, ¿no te hiciste daño mientras estabas solo en casa?

–No, ni un rasguño.

–Eso me alegra, por cierto, ¿aún no han llegado Alberts y Robert?

–Salieron desde hace dos días, por unas investigaciones según me han comentado algo de un nuevo trabajo.

–Perfecto entonces, me colocare manos a la obra, muchas gracias. Te traje unos chocolates y las revistas de jardinería que me pediste, más tarde pasas por mi oficina a buscarlos.

Ella iba a entrar a la mansión cuando la toma por la mano, las chicas ya habían entrado, incluso habían sacado el equipaje del auto mientras ellos hablaban.

–Sigrid, cariño ¿te encuentras bien?, ¿sucedió algo en el viaje?

Ella se suelta de su mano y le sostiene el rostro mientras le regala una sonrisa cansada.

–No pasó nada Finn –hizo una breve pausa mientras su rostro se tornaba ligeramente serio–. Pero, si notas a algún desconocido acercarse más de lo debido inmediatamente me avisas únicamente a mí.

El asintió, sin embargo, aún seguía desconcertado; de vez en cuando se acerca la gente del campo agradeciéndole a Sigrid por ayudarlos en sus momentos críticos y le traen canastas –e incluso a veces cuando la cosecha es muy buenas sacos– repletas de frutas o verduras, también a veces ella les da clases sobre alguna materia en específico a sus hijos. Aunque la casa más cercana quedaba a unos cinco minutos a pie, no era motivo que impidiera estar los unos para los otros.

Finnian volvió a su trabajo, después de todo quería hacerle algo bonito y especial a Sigrid.

Entre Sangre y SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora