M U R O S

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La lluvia golpeteaba las ventanas mientras nosotros estábamos en su habitación, recostados sobre su cama.

Me estaba acariciando la mejilla con su pulgar izquierdo mientras me veía con adoración y una sonrisa casi invisible dibujada sobre sus delgados labios.

Le pregunté qué pasaba con él en aquel momento. Me miró a los ojos.

"—Estoy feliz de tenerte a mi lado."

El corazón se me aceleró y pensé que se me saldría del pecho, y sin pensar, dije aquellas dos palabras que lograron poner muros alrededor de su corazón.

Tuvo miedo y esta vez sí me lastimó.

No me correspondió.

El defecto que más me lastimó fue el número ocho.

***

Las palabras "te quiero", a su parecer, eran armas de dos filos. No las escuchaba muy seguido, sino que las veces que sí las escuchó salir de la boca de otra persona, eran contadas.

Cinco, para ser exactas, contando la mía.

Tuvo miedo, porque la última vez que las oyó, terminaron rompiéndole el corazón.

No quería que sucediera de nuevo.

DEFECTOSOn viuen les histories. Descobreix ara