Capítulo 61.

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Tenía ganas de matarlo, tenía ganas de darle una ostia en la mejilla con la mano abierta, pero me contuve, no podía seguir así de borde y distante con el si pretendía que se enamorara de mi, de esa manera nunca lo lograría, bueno, según lo que había leído a los chicos les gustaba que las chicas se hicieran las difíciles, pero yo estaba segura de que no era más que una paranoia de una persona aburrida en su habitación.

—Se en lo que estás pensando, soy una puta borde de mierda.—murmuré negando levemente con la cabeza.

—Un poco, pero, no se, que seas la única chica que me suplica sexo como si tuviera la última poya del planeta es... No se. ¿Me atrae?—admitió con una sonrisa auto-suficiente que no pegaba ni con cola con lo que acababa de decirme.

—Sabes que estamos en medio de la calle y que hay niños, ¿verdad?—le reproché cruzándome de brazos.

—Los niños de hoy en día ya han visto hasta las Cincuenta sombras de Grey. Niñas de doce años embarazadas. Tu el año pasado eras como... única en tu especie.—me rebatió tras guiñarme un ojo, aguantando la risa.

—¿Única en mi especie? Lo dices como si fuera un animal.—comenté entrando en una de las tantas cafeterías que llenaban la calle en la que acabábamos de entrar.

—Todos dicen que eres muy agresiva en la cama.—se defendió pasando por detrás de mi y encogiéndose de hombros.

—¿Quién lo ha dicho?—pregunté interesada.

—Ahora no me acuerdo, pero se que lo han dicho.—aseguró entre risas.

Negué con la cabeza riendo y me senté en una de las mesas más alejadas de la entrada, no me gustaba sentarme cerca de las puertas, era una manía mía que había ido evolucionando a lo largo de los años y que intentaba superar, pero claro, todo paso a paso.

No es así. {BA#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora