Capítulo 13.

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Me acerqué a una esquina del campo y agarré al chico del brazo, el se giró hacia mi con los ojos cerrados, estaba claro que tenía miedo de lo que pudiera hacer. Abrió los ojos y suspiró al verme, yo tenía el ceño fruncido, no me podía creer que estuviera allí.

—Tata, yo... —comenzó a murmurar, pero yo lo paré muy enfadada.

—¿Por qué no me dijiste que venías aquí? — pregunté yo, soltando su brazo lentamente.

—Quería que fuera una sorpresa, he llegado esta mañana de Londres. —aclaró mi hermano mirando a todos los lados posibles, excepto a mis ojos.

—Ven conmigo. —comenté algo más calmada, pero aún enfadada.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Jesús a nuestras espaldas, acercándose lentamente a nosotros, con las manos en los bolsillos.

—Nada que te interese, Oviedo. —argumente yo bastante borde, no estaba de humor para que el viniera a joder.

—¿Cómo te llamas? —dijo pasando de mi completamente y dirigiéndose a mi hermano.

—Marcos... Marcos Sellers. —respondió este con algo de temblor en la voz.

Nos miró a ambos a los ojos, como si buscara algo que decir, estaba claro que ya suponía que éramos hermanos, pero parecía que lo ponía en duda.

—¿Sois hermanos? —preguntó cruzandose de brazos y mirándome a mi.

—Sí. ¿Algún problema? —respondí yo encogiendome de hombros y mirándolo con una mirada desafiante.

—Ninguno, pero tengo que hablar contigo. —comentó y miró a mi hermano con una extraña mirada— Tu sigue corriendo.

—Pero... —comencé a quejarme yo, pero el negó con la cabeza.

Vi como Marcos seguía corriendo con todos los demás chicos, mientras Jesús me agarraba con algo de delicadeza la muñeca y me arrastraba hacia una parte más alejada del campo de fútbol.

—Quiero librar a mi hermano de todo esto, si yo no pasé por ello el tampoco se lo merece. —expliqué bastante calmada.

—Te entiendo, pero no puedes hacer nada, yo cuando te salvé tenía enchufe, me habían dado el don de la compasión, como lo suelen llamar, pero tu este año no la tienes. —argumentó serio, como si intentara que entrara en razón, algo que no iba a hacer.

—¿Y quién tiene este año la compasión? —pregunté yo perdiendo la paciencia poco a poco.

—Yo.

—Mira, haré lo que sea si libras a mi hermano de todo esto.

—¿Lo que sea? —preguntó el con una media sonrisa algo perturbadora.

Yo asenti, meditando cada segundo si hacía bien en hacer aquello.

No es así. {BA#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora