C U A R E N T A Y D O S

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—Ma —interrumpo—, no voy a hablar de eso. Sigo sin estar de acuerdo con muchas cosas que hacías "por mi bien" pero quiero dejar eso atrás.

—Bueno, no importa. Lo importante es que has vuelto —dice. Me sonríe hasta con dulzura y me permito devolver el gesto pero la sonrisa se cae cuando...—. Tu habitación está como la dejaste, solo es que traigas tus cosas y...

Me suelto de sus manos y me pongo de pie, sigue mi trayectoria con la mirada, quedando inclinado su cuello y la sorpresa en sus ojos.

—No voy a volver, ma.

—¿Q-qué... quieres decir con eso?

—Vine porque no quiero que me odies, pero no voy a regresar a esta casa.

—Carolina... —Se pone de pie de un tirón y queda casi a mi altura—, reconsidera las cosas, las puertas de esta casa se te están abriendo y con ellas tu estudio, tu esposo, tu vida, tu...

—Mamá, escucha —Tomo su mano derecha y me inclino para ver bien sus ojos que se inundan de más y más lágrimas.  El nudo en mi garganta me impide empezar de prisa pero trago saliva y continúo—. Te amo y amo a papá y les agradezco por la vida que me han dado, no me ha faltado nada. Pero el camino de mi vida no está en lo que esta casa me ofrece ahora, ni en Dylan...

—Pero...

—Ma, escucha. No quiero casarme ni ahora ni nunca; Dylan no me ama ni yo lo amo a él y eso está bien. —Una lágrima se me resbala pero aprieto más la mano de mamá para que me preste toda su atención, ella muerde su labio, dispuesta a callar—. Voy a estudiar por mis propios medios con la ayuda de alguien que me quiere mucho y cuando me gradúe voy a trabajar y voy a vivir por y para mí. No todas las mujeres nacemos con el ideal de ser esposa y madre, sé que eso es lo que tú quieres para mí pero tú ya viviste tu vida y yo voy a vivir la mía a mi manera.

—Carito, por favor...

—No pongas esa cara de lástima, ma. Estoy bien, realmente bien. Y voy a estarlo. Siempre serás mi madre pero no eres mi dueña.

—Yo... —La voz le sale rasposa por el nudo de nostalgia en su garganta, carraspea y cuando la lágrima cae, vuelve a hallar su voz—. Yo solo quería buscar tu felicidad.

—Sé que tus intenciones no eran malas, pero ma, acepta que ya encontré mi felicidad.

—No puedes estar por ahí sola y...

—Claro que puedo, ma, soy fuerte y sé que puedo ser independiente.

Para mi total asombro suelta mi mano y sube la suya a mi mejilla, luego la otra. Acuna mi rostro al tiempo que ¿sonríe? Siendo yo incapaz de sonreír, solo la observo.

—Sé que lo eres. Siempre lo has sido, eres más de lo que siempre he visto en ti.

—Voy a estar bien, ma. Te lo prometo.

Es difícil pasar de una etapa de la vida a la otra; pasar de ser un bebé a un niño, de un niño a un adolescente, de un adolescente a un joven y de ahí a pasar de un salto a la adultez; de cada etapa se aprende y a veces quisiéramos permanecer más tiempo del debido en alguna de esas que nos dan comodidad sin saber que para seguir, es necesario darles cierre total. Hablar con mi madre de lo que es mi vida ahora es mi cierre a esa etapa en la que dependía totalmente de ella. Por su parte, escucharme atentamente y a duras penas darme consejos, es su manera de cerrar el ciclo en que consideraba que debía darme la vida en bandeja de plata.

No es que milagrosamente ahora ella va a darme el visto bueno a cada decisión que tome, pero al menos ahora sabe que con o sin su aprobación, voy a hacer lo que considere correcto para mí misma y ahora sé que para bien o para mal, ella está para mí a una llamada de distancia. 

La no protagonista de una historia de amor •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora