Epílogo

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No hay felicidad más placentera, aliviadora y honorifica que saber que has logrado lo imposible aunque de una forma individual, que has defendido lo defendible con valor y firmeza, que te has fijado una meta con determinación frente a las más terribles adversidades, que incluso en las puertas del infierno la has alcanzado, con la ayuda de almas irremplazables. No hay más fuerte grito de esperanza que la libertad, no importa la esclavitud a la que estés sometido. No hay nada mayor a sentirse capaz. 

La nueva era del mundo había comenzado, el Nether estaba desmoronado, mientras que el Aether se alzaba con la gloria con la siempre se debía alzar. El territorio académico, incluso en sus campos, ríos y montañas tristemente estaba destruido. La guerra contra las Fuerzas de Dothraxxias, ahora conocido como Dothraxxias el Traidor, había desembocado en consecuencias graves. Ya no se iba a construir un nuevo castillo sobre el ya destrozado, el Núcleo de Sangre había sido transportado a las bodegas más secretas e impenetrables del Aether, en la Gloria del Sur; Baluarte. Incluso el ocultamiento de este mismo debajo de la Academia había llevado a los responsables de la dirección del castillo a responder ante supremos tribunales, donde afortunadamente salieron impunes, excepto Ainz, quien cargó con la pesada decepción de su padre, la vergüenza de la familia. Fue llevado al Bastión de los Invencibles una vez más, pero no estaría allí muchos años; sus razones eran nobles, pero el fin no justifica los medios.

Tiempo después, se realizó otra expedición hacia el Portal Geosincronico; fue destruido por completo. Nunca más una fuerza del Nether pasaría a través de esa puerta maldita. Los soldados netherianos que escaparon de la guerra, se refugian en lugares ocultos de todo el país. Muchos eran capturados y llevados a prisión gracias a los equipos de exploración, mientras que otros renunciaban a su devoción por las fuerzas netherianas para pasar a ser miembros del Aether. Todos los estudiantes fueron trasladados a la Gran Capital, la Ciudad de Asterekos; ahí, fueron libres de decidir sus caminos de entrenamiento, como obreros o como guerreros; fue decepcionante admirar como la gran mayoría se fue por el camino de los obreros, pues el terror que vivieron en las dos guerras con el Nether los había traumado.

¿Y qué pasó con Wind, Alba, Aarón y Lucas?

Aarón y Lucas, se habían separado de sus amigas de una forma no avisada; sin despedirse. También llegaron a la Ciudad de Asterekos, allí desempeñaron el camino del guerrero manteniéndose juntos. Alba y Wind estuvieron mucho tiempo recostadas bajo curación; pues aquel ataque casi les quita la vida, sin embargo después fueron condecoradas con grandes glorias y honor por su gran hazaña contra Dothraxxias, ascendidas a Heroínas del Reino. De la misma manera se convirtieron en el único recuerdo y vestigio físico de la existencia de Lizx de Xephiroth; esa Guerrera, la más grande del Aether hasta ahora, vivía en las almas de esas dos jóvenes a las cuales también se les encomendó la responsabilidad de portar con el arma más fuerte de todos los tiempos; la Lanza de Lizx.

Ambas muchachas se encontraban juntas, en la majestuosa y lejana Ciudad de Asterekos, donde los intendentes y líderes de Baluarte festejaban. Las jóvenes se encontraban observando desde un alto balcón el hermoso horizonte donde el Sol caía creando un purpura y anaranjado atardecer, salpicando en las grumosas pero agradables nubes; soplando vientos fríos refrescantes, haciendo brillar los ojos áureos y los ojos cárdenos de las valientes mujeres, portando armaduras relucientes y bellísimas.

—¿Cómo te sientes Alba? —Le preguntó Wind a su amiga, volteando a verla sin retirar sus brazos del soporte del balcón, con una voz suave y cariñosa—.

—Pasaron muchas cosas, solo estamos tu y yo, juntas en lo que venga. Me siento realmente tranquila, creo que eso era lo que sospechaba de nuestro cambio, ahora, estamos más juntas que nunca.

Wind, sonríe, cierra los ojos en señal de relajación y felicidad interior, para agregar: —Por supuesto que sí, amiga. ¿Sabes? Me gustaría visitar Rangeus otra vez, creo que mi tía debe estar preocupada por todas estas cosas que han sucedido, además, necesito responder muchas de mis dudas.

—Yo te acompañare a cualquier parte, tras de que somos lo que somos, tenemos la misma esencia, somos casi una sola alma Wind. Estoy dispuesta a vivir cualquier cosa a tu lado.

—Agradezco estar con tigo, Alba.

Ambas chicas ríen un momento y proceden a darse un fraternal abrazo de costado, sin dejar de mirar el horizonte que representaba su esperanza, su ser, y todo lo que habían vivido; el atardecer que anunciaba la noche, pero llegaba al punto más visible del Sol, el punto del triunfo.

—Quería contarte algo muy importante que he estado sintiendo estos días —dijo Alba sonriente y en voz baja—.

—Puedes contarme todo lo que sientas. Nuestra confianza es grande.

La chica de fuego mira al firmamento, sonríe aún más y entonces cierra los ojos para al abrirlos decirle a su compañera; observándola fijamente a los ojos: —La radiancia de Lizx, me ha hablado, su alma me ha hablado una vez más.

Kathlemi, está viva, ansiosa por nosotras.

Por D.A Ibarra Banquez.

Academia AetherWhere stories live. Discover now