CAPITULO 2: Terrible enfermedad

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—¡¿Qué demonios es eso?! —Expresó uno de ellos al ver lo que había en la caja.

El que la sostiene exclama: —¡Hey, yo pensé que sería comida! 

Wind, confundida se acerca y al ver de que se trata, abre sus ojos con deslumbro; alarmada la agarra para arrojarla por la puerta. Todos la observan hacerlo muy confundidos, no sabían la razón de sus acciones evasivas.

—¡¿Porque la tiras?! —Le preguntó uno de ellos enardecido y lleno de confusion.

Wind voltea a verlos y asustada le responde: —¡Eso es un farolito!

—¿Un farolito?

—¿Que no son esas cosas extrañas que usan para marcar lugares?

Wind asintió repetidas veces.

—¿Porque estaría un farolito en un cofre?

—Pues creo que nos... —De repente desde afuera, dicho farolito, una extraña pieza de cristal hexagonal, destella una cegadora luz que al desvanecerse deja consigo un rayo asombrosamente luminoso que sube hasta el cielo, cualquier persona en cualquier parte de la ciudad lograría verlo. Entonces Wind, más alarmada aún, continúa su frase gritando: —¡Creo que nos tendieron una trampa! ¡Vámonos a casa!

Inmediatamente todos los muchachos se levantan y de nuevo salen corriendo despavoridos  bajo la lluvia, atraviesan la malla y cada uno se va por distintos caminos, no sin antes despedirse —¡Nos vemos mañana!

La chica corre sola y alegre, pisoteando todos esos charcos a través de una desolada y mojada calle. Aunque el ambiente es bastante oscuro y entristecedor, ella conserva en sí una felicidad rebosante por la adrenalina que llevaba en su vida de travesuras, sabía que eso era lo mejor para controlar su peligrosa enfermedad. Un grupo de guardias apareció en la carretera anterior que conducía a la malla, ella volteó a verlos, pero estos estaban tan lejos que ni se percataron de que en la calle adyacente había una mujer corriendo. Ante eso, solo rió y siguió su camino. «Definitivamente esto es lo mejor», pensaba.

Unos minutos después, la chica llega a la entrada de su casa y toca la puerta rápidamente, sin importarle que los vecinos pueden estar viendo y oyendo. Ante el tiempo que pasa sin que le abran, mira todas las ventanas de las casas cercanas para percatarse de que no haya nadie espiándola, y efectivamente no hay nadie, entonces sigue tocando la puerta. Solo unos segundos posteriores al último toque, una mujer más adulta vestida con largas vestimentas casuales de color azul abre la puerta.

—¡Volví tía! —Exclama la chica con una expresión inocente.

La mujer da un suspiro y le muestra una señal facial de decepción; no estaba tan contenta al parecer.

—Pasa rápido, te estas mojando —le dice, dándole espacio para que entre a la casa. La chica agradece y sin más, entra tratando de ir rápidamente a su habitación para evitar conversaciones, pero es detenida por las palabras suaves de su tía:

—Espera Wind.

La joven se queda de pie sin responder, dándole la espalda.

—Mírame por favor.

Inmediatamente voltea a verla con una mirada seria, esperando ser regañada; toda la alegría que traía encima se desvaneció.

—Wind ¿Que se supone que hacías a estas horas bajo la lluvia? ¿Otra vez estabas con esos vándalos? —Le pregunta la mujer en un tono calmado, pero que a la vez denotaba algo de impaciencia.

La chica guardando la calma le responde: —No son vándalos tía, simplemente nos divertimos, no hay nada malo en eso.

—Wind, si son vándalos, conoces la fama que tienen, ¡pronto te tacharan a ti igual!

Wind entonces pierde la calma y se enoja al responder: —¡No me importa lo que piensen estos vecinos! ¡Viven como ganado dentro de esta inmensa ciudad y yo no pienso seguirlos! ¡¿Acaso no te das cuenta de que esto es lo que evita que tengamos que huir por mi enfermedad?! —Una lagrima sale por uno de sus ojos—, ¡estar encerrada dentro de las paredes de esta casa solo hace que empeore! ¡Es muy malo para mí estar aquí!

De repente, de la piel de la chica comienza a emanar una débil luz color violeta, entonces la tía se asusta y se acerca a ella para tomar su mano.

—Tranquila Wind... tranquila... —Acaricia su triste mejilla para luego abrazarla. Lentamente cesó la luz, y cerrando los ojos, la tía recobró la calma. Ella conocía más que nadie la enfermedad de la niña.

—No trato de decir que no debas ser feliz Wind, trato de hacerte entrar en razón. No confío en esos muchachos; temo que te hagan algo o te hagan pasar algo que te descontrole otra vez. Quiero que seas feliz tomando buenas decisiones.

La chica deja de abrazar a su tía y cabizbaja concluye: —Yo confío en ellos tía, sé que eso no va a pasar.

—Bien, bien... confiare en ti. Solo no te metas en problemas.

Wind asiente y sin nada más que decir entra a su habitación, se mira en un espejo... apreciando sus sobresalientes cualidades físicas por las cuales se diferencia de las demás personas, empezando por su característico cabello de color anaranjado y violeta; un cabello que parece hacer analogía al atardecer. La piel de esta doncella es muy clara, sus amarillos ojos hermosos, su mentón bastante puntiagudo y sus mejillas mínimamente infladas contribuyen a su notable belleza.

«Casi que vuelvo a estallar, ¡debo hacer mi mayor esfuerzo por controlar mis emociones! —Entonces se agarra la cabeza en señal de desesperación ¡relájate!»

Tratando de ignorar su situación mental, se retira sus prendas de vestir empapadas; su túnica y suéter rojos, sus botas de cuero y su cinturón; para asi ponerse solo un semitransparente vestido rosa con el que procedió a tirarse en la cama para dormir, ignorando sus sensibles sentimientos; era lo mejor que podía hacer. 

Academia AetherWhere stories live. Discover now