Capítulo 9: La nota

58.3K 7.2K 8.6K
                                    

«No prometas conocer mi mundo si luego vas a huir cuando te salpique un poco de oscuridad»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«No prometas conocer mi mundo si luego vas a huir cuando te salpique un poco de oscuridad».

Elliot Lestrange.

Victoria borró las huellas del vidrio con su camiseta para después arrojarlo al contenedor con la total naturalidad del mundo. Alguna sangre se había salpicado en su peluca rubia y eso le molestaba. Empezó a considerar la idea de cambiarla por una con mejor textura, ya que su demonio le recalcaba constantemente lo mal que le quedaba.

Maddie hiperventilaba sin poder controlarlo. ¡Tomas estaba muerto! Aquella chica —que aún desconocía su nombre— lo había asesinado. No podía creerlo.

Elliot arrojó el cadáver de Tomás a un lado y se sacudió la vestimenta de tierra. Estaba hecho una pocilga con toda aquella sangre sobre su rostro. Le dolía mucho la nariz, no dejaba de llevarse las manos a la zona dolorida.

—¡Le... Le has matado! —exclamó Maddie señalando a Victoria—. Dios mío... Dios mío...

—¿Acaso no has visto el arma blanca que llevaba tu exnovio? Iba a asesinar a Elliot. Alguien debía impedirlo —alegó Victoria sosegada.

—No... No... Esto está mal. ¡Está muerto! -siguió farfullando la joven, llevándose las manos a la cabeza.

—Creo que me ha roto la nariz —comentó Elliot con desdén.

Maddie se sorprendió de la naturalidad que empleaban todos aquellos muchachos ante la muerte de una persona. Ninguno se alarmaba, nadie se angustió, salvo ella. La chica se levantó de la tierra con torpeza sin comprender los rostros serenos de los presentes.

Caym rondó el cadáver de Tomás. En su interior, podía ver su alma negra corrompida en malicia. Su cuerpo desprendía una especia de bruma azabache que solamente él podía percibir.

Victoria se acercó a Maddie, y esta se acobardó tanto que empezó a retroceder el paso, pero la muchacha la sostuvo de ambos hombros a tiempo, obligándola a mirarla a los ojos.

—¡Tranquilízate de una maldita vez! Me estás poniendo de los nervios —Le gritó.

Ella se estremeció en sus brazos. La chica temblaba como pura gelatina.

—¡Tomás está muerto! ¡Le has matado!

—¡Iba a matar a Elliot! ¡Reacciona! Fue en defensa propia y es algo que deberías saber. No lo he matado por puro menester, lo he matado porque iba a hacernos daño. Nadie daña a mis amigos. ¡Nadie!

Maddie observó sus ojos esmeraldas.

—Sabes muy bien que Tomás te llegó a maltratar, Maddie —comentó Caym.

Ella se sorprendió de que supiera eso. Era cierto que aquel joven agresivo maltrató a Maddie tanto físicamente, como psicológicamente. La tuvo tan amenazada que ni siquiera pudo confesar aquello a su padre, porque miedo a que Tomás hiciera algo mucho peor, sabiendo la cantidad de armas blancas que ese depravado coleccionaba, era muy comprensible que la chica tuviera pavor por la seguridad de su familia. Lo que menos quiso era perjudicar a nadie en lo que consideraba problema suyo.

Hasta que el infierno nos destruya © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora