El reflejo

16 4 1
                                    



Desde que supe lo de mi designio escrito he tratado de engañarlo de alguna forma, tratando de cambiar las decisiones que tomo por una nueva, ¿pero... y si las decisiones que cambio ya están predestinadas? ¿Y si solo estoy cambiado de parecer porque así lo demanda mi destino? ¿Y si no tomo la primera opción sino la segunda, pero la segunda sea la destinada a tomar? No sé cómo funciona, y lo que es peor, no hay forma de saberlo. Alguien común puede cambiar de decisión una y otra vez, sin que esta modifique nada en su futuro porque no hay escrito un futuro para ellos, sino que lo van forjando. ¿Pero entonces... que pasa con las personas que entraron a mi vida, a mi designio? Por qué entraron sino era porque estaba escrito, y a eso se incluye Tom aunque esté muerto ¿Qué es el destino? O... ¿Quién es? ¿Por qué puede escribir lo que va ocurrir? Pareciera tener tanta importancia y poder como Dios, ¿y si el destino es Dios? Tantas preguntas y no hay respuestas.

Comencé a sentir el incómodo ardor de los rasguños propinados por esas ramas salientes de ese estrecho túnel, pero ahora era mucho más ancho y alto, las raíces parecían fundidas unas con otras para formar el marco de aquel tétrico espejo, y tras él parecía no existir nada más.

Sentí algo húmedo bajar por mi nariz, y vi en el espejo como al reflejo de pie le bajó una gota de sangre de una de sus fosas nasales, se detuvo en las comisuras de sus labios. Con mi mano limpié la gota en mi nariz y la puse delante de mis ojos, y vi el denso rojo de mi sangre. Continué observando de modo perplejo, esperando a que hiciera otro movimiento, pero yacía inanimada y sonriente, y aunque no había imitado mi movimiento cuando limpié la gota de sangre, ella no la tenía ya, como si al limpiar la mía la suya también hubiese desaparecido.

Ideé una forma de levantarme con cautela del suelo y caminar con circunspección hacia el espejo, sin perder de vista al reflejo y comprobar que efectivamente como me mostraba mis ojos, tras el espejo no existía más. Me levanté remisamente del suelo, y controlé mis miedos, pero se desataron una vez más cuando el reflejo borró su sonrisa y la escuché hablar.

− No me tengas miedo, Caroline.

Mis oídos captaron el sonido de mi propia voz, parecía inusitado escuchar mi voz sin un pensamiento anticipado que planeara lo que iba a decir, era mi voz, pero no era yo la que estaba hablando.

− ¿Quién eres? – pronuncié con tono cortado.

− Soy Elizabeth.

Mis parpados se abrieron y mi rostro se quedó estático.

− ¿Por qué te sorprende tanto?

−... Porque estás muerta.

Asintió formando una sonrisa.

− ¿Eres mi reflejo? – susurré.

− No, Caroline, soy... Soy como tu memoria. Alguien más no se reflejaría en este lumbral.

− ¿Qué significa eso? – pregunté con sorpresa.

Continuó inmóvil, pero de pronto su rostro se hizo pensativo y permaneció algunos segundos en silencio, luego continuó pero no contestó mi pregunta.

− Un día yo era tú, ahora tú eres yo. Y tienes suerte de tenerme, yo no te tuve a ti.

− No comprendo – fruncí mis cejas con ofuscación.

− Estás tomando la peor decisión que puedas tomar en tu vida, no está en tu designio, de alguna forma que no me explico pudiste llegar aquí sin que tu destino lo hubiese anticipado, no cruces la línea, terrores de averno miran desde atrás, por eso no puedes estar aquí.

Enigma 2 (Los Ante Portam)Where stories live. Discover now