0030.

689 83 42
                                    

Solté un largo suspiro al notar que por fin los estúpidos alfas salían de la oficina de mis padres. No había contado los minutos ni tampoco me importaba hacerlo, pero había esperado por que esa reunión termine más de media hora y al fin podría hablar con mi madre sin ser interrumpidos. Ella tenía que escucharme, más allá de la discusión que tuvimos la última vez, no podía dejar de sentirme enojado y traicionado con la situación de Tamara, aunque para Thomas y para mí ese ya fuera un tema cerrado.

"Oh, Dylan, tu madre ya está-"

"Sí, lo sé." Interrumpí a su secretaria y entré a la oficina, observando rápidamente el asiento principal, con la cabecera dándome la cara, mostrándome la silla de espaldas. Bufé, caminando dentro para cerrar la puerta, apoyándome luego en esta, cruzándome de brazos. Sabía que ella me había sentido, incluso olido, no es que me estuviera preocupando por controlar mis reacciones en ese momento.

"¿Por qué tan enojado, hijo mío?" Giró su silla, mostrándome su perfecta y cínica sonrisa.

"¿Preguntas 'por qué'? Oh, déjame decirte la razón." Mis uñas se presionaron más contra la piel de mis brazos, mirándola directamente, sin inmutarme ante su ahora serio gesto. "Le dijeron a Ki que me diga que ambos estarían fuera de la ciudad para que acepte ir a ese estúpido viaje, ahora me informan que estabas aquí desde ayer en la noche. ¿Qué estás planeando, Lisa?"

El gesto sorprendido de mi madre no duró ni dos segundos antes de convertirse en uno serio y frío. Sabía lo que estaba haciendo, retaba a una alfa en su territorio, e incluso ella podía ser capaz de romperme la mandíbula por mi falta de respeto, más sin embargo, no hizo nada. Solo me sonrió y abrió uno de sus cajones, sacando su caja de cigarrillos para posteriormente tomar uno y encenderlo.

"¿Ves lo que hace ese estúpido omega?" Dijo, soltando el humo del cigarro. "Nos separa, hijo mío."

"No." Gruñí. "Tú me separas del amor de mi vida, eso haces." Di un paso hacia adelante, totalmente seguro de mis palabras. "Y te ordeno que pares. Es mi vida, no la tuya y aunque no me creas lo suficientemente fuerte como tú para soportar de todo por mi omega, lo haré, no me vas a separar de él."

"¡Es que tú no sabes nada, Dylan!"

Ella se levantó de su silla y golpeó con fuerza sus dos palmas sobre su escritorio. No me asusté ni reaccioné, o fue al menos eso lo que intenté. Jamás la había visto tan enojada con mi padre o conmigo, pero no había marcha atrás, había decidido eso desde que bajé de mi auto frente a nuestro enorme edificio.

"¿No crees que eres tú quien no entiende?"

"No, hijo." Ella se volvió a sentar, sacando de nuevo de su cajón algo, unos archivos en un folder, lanzándolos sobre el escritorio hasta que estén del otro extremo de este, más cerca de mí. La miré, no iba a dar ni un solo paso más hacia adelante, ni aunque ahí tuviera la respuesta a todos mis problemas. "¿Sabes quién eres, Dylan?" Iba a responder a la estúpida pregunta, cuando fue su misma voz la que se encargó de callarme antes de siquiera haber dicho algo. "Tú eres el hijo de los dueños de O-Alfa, la agencia más poderosa de Londres." Hizo una pausa, mirándome a los ojos. "Naciste para ser el alfa más poderoso del país."

Eso no era cierto. "Claro que-"

"¿Y sabes quién es Thomas Sangster?" Me señaló con su mano hacía el mismo folder que había sacado anteriormente. "Un omega cualquiera de veinte años. Fotógrafo de la revista Chronicle Live. Ese chico es un omega ordinario."

"¡No lo es!" Su vista se agudizó ante mi grito y por un segundo no me importó ser escuchado por todo el edificio. "¡No lo es! Él no es un omega ordinario, no lo conoces."

THE PERFECT OMEGA  적응! ー dylmas. Where stories live. Discover now