Capítulo 7.

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Luego de que mi madre me llevara al inicio de la calle, saqué mi medallón y encerré mi dinero en mi puño. Caminé por la calle oscura en medio de casas que aparentaban estar vacías, pero con una apariencia viva.

A las cinco cuadras hacia dentro, escuché como alguien me seguía. Sigilosamente seguí caminando, y a unos cuantos metros de mí, divisé el cementerio civil, y un poco más todavía hacia dentro, vi la casa vacía de los Zuckerman. Me senté en la cera frente al cementerio.

Muchos recuerdos vinieron a mi cabeza.

"Jack Sin Ojos fue un chico muy malvado"

Como si hubiera un barranco profundo de mentalidad, hacían eco en mis pensares.

"Quien vivió hace mucho tiempo..."

Pero...

- ¡Ya te encontró Jack! Jajaja...- solté el dinero que traía, cayendo a una coladera cercana a nosotros. y pegando un brinquito por el susto. Era la maldita de mi hermana - ¡Estás maldito Noah! – miró mi pecho con cuidado - ¿Qué es esto? – refiriéndose al medallón que traía.

- ¡Qué te importa!

In Aerin arrancó mi medallón, y empecé a corretearla por la calle mientras yo le gritaba y casi lloraba de la impotencia que me hacía sentir. Deje de hacer fuerzas, mientras Aerin se acercó a la casa que estaba vacía. La casa de los Zuckerman.

- ¿Quieres tu ridículo colguije? Pues vas a venir a tener que quitármelo...- se lo colocó en su cuello -Aquí, en la casa de Jack.

- ¡Aerin!

In logró saltar la cerca que cubría la casa, tan grande, oscura y vacía.

No pasó ni dos minutos cuando empecé a escuchar los gritos de dolor de mi hermana dentro de la casa, yo, con una roca que recogí, trataba de golpear el candado que sostenía la cerca, pero sin lograr nada.

Hasta que vi a alguien salir por la puerta principal, tenía una capucha negra, una máscara azul, ojos oscuros, tenis, pantalón de mezclilla, con algo que no veía bien, pero le colgaba del cuello.

"Era Jack, sin lugar a duda era ese maldito"

Pensaba yo.

Volteé para no verla, sabía que, si dejaba a mi hermana allí, yo pagaría por lo que le pasara o por el dolor que le provocaría a mi madre.

Decidí mirar a la casa, pero ya no estaba aquel sujeto, corrí y logré romperle una parte al candado con la piedra, pero aquel sujeto con careta azul salió desde la parte más oscura de la casa, donde había un pequeño jardincito. Y se abalanzó contra mí, chocando de lleno con la cera y provocando una risa que, por el tiempo que llevo viviendo, era conocida por mí.

"Jack" se quitó la máscara para darle lugar a la cara de Aerin.

Ahora mi miedo por aquel sujeto, más las risas que salían de Aerin al ver mi cara de susto y sorpresa, se habían convertido en una rabia total. Una rabia que se podría esfumar si mi hermana se alejara de mí.

- Hay... ¡Mi pecho! – dijo Aerin mientras se frotaba su tórax.

Empecé a escuchar una pequeña música que, al voltear mi cabeza vi que salía del medallón. Una música triste, pero se asemejaba a una de cuna.

Caminé en dirección hacia el zócalo, donde estaba mi madre, pero Aerin ya no reía, ahora estaba seria y se notaba en su voz.

-Noah... Mira esto, tu colguije se abrió y está emitiendo una luz naranja...

- ¡Cállate! ¡No me vuelvas a hablar en tu vida! – seguí caminando hacia el zócalo.

-Noah... Ya en serio, por favor ve esto.

Decidí quedarme en una esquina alejado de donde estaba mi hermana. Las risas de alguien, aunque parecían profundas y tenebrosas, no me daba miedo porque era la época de la Gran Luna y es muy normal escuchar ese tipo de risas, de leyendas y música de terror por estos lados de Seúl.

Aerin empezó a gritar, empezó a pedirme ayuda.

- ¡Noah! ¡Hermanito, por favor, ayúdame! ¡Noah!

Volteé la cabeza solo para decirle...

- ¡Ojalá y te desaparecieras para siem...!

Pero vi la peor escena que jamás pude imaginarme, ni si quiera ella la podría imaginar, sabiendo que es mayor que yo.

Una profunda oscuridad salía del final de la calle donde nos encontrábamos. Los locales, para entonces, ya estaban cerrado y las casas vacías se hacían notar, por lo que solamente estábamos solos Aerin y yo en la calle.

Esa cosa oscura empezó a avanzar hacia nosotros, pero se detuvo exactamente a unos cuantos metros de Aerin, quien no corría, pero empezó a hacer algo que jamás podría explicar, no lo sé. In estaba flotando, mientras la oscuridad avanzaba lentamente hacia ella.

Sabía de quién se trataba, quién produjo la oscuridad, y quién estaba dentro de ella, lo sabía todo al dedillo. Fuertes tentáculos salieron de la oscuridad, dirigiéndose a mi hermana.

- ¡Aerin! – Grité.

Corrí hacia ella, sujetando mi suéter para que no se me cayera. A centímetros para poder alcanzar a In, los tentáculos lo agarraron, no mostraron fuerza, porque In no gritaba, pero tampoco lo querían dejar ir.

Al estirar mi mano para alcanzarla, aquel ser con forma de adolescente, jaló de los tentáculos a Aerin, dirigiéndose a la oscuridad.

- ¡Noah!

Gritó mi hermana con lágrimas en los ojos, para luego ser comida por la oscuridad, y la oscuridad, tan negra como la noche, comenzó a alejarse, la luz en la calle empezó a volver. La casa de los Zuckerman parecía intacta, pero estoy cien por ciento seguro que la oscuridad no salía de allí, pero algo seguía dentro, algo que no podría entender con facilidad.

En la primera planta de la casa, desde la ventana de allí, la luz surgió, dándome a entender que alguien seguía allí. Alguien de unos años no tan mayores que yo.

Miré a los lados con ojos preocupados, con un puchero triste en mi boca, y con una impotencia de no saber qué hacer. Miré de nuevo a la ventana, pero ya la luz estaba apagada. 

La Leyenda de Eyeless JackWhere stories live. Discover now