- : cuarenta y uno : -

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es el último capítulo c:

— ¿sabes, lindura? – sentí que Lucy me abrazaba por detrás, yo alcé una ceja, acurrucándome contra su cuerpo, mientras una sonrisa tiraba de mis labios.

— ¿qué sucede, Lu? – pregunté, ella se separó de mí, sentándose a mí lado en el sofá. Me tomó de la cintura, subiéndome a su regazo, yo comencé a acariciar su cabello rubio, el cuál siempre estaba lleno de pequeñas trenzas por mi culpa.

— Nunca creí que todo esto iba a pasar porque yo era una burra en biología. – dijo y yo reí, antes de apoyar mi cabeza en su hombro, sintiendo cómo sus brazos rodeaban mi cintura y me pegaba a ella.

— Pues agradezco eso. – sentí que comenzaba a besar mi mejilla repetidas veces, simplemente me dediqué a soltar pequeñas risitas. Me encantaba todo de Lucy. ella era una parte importante de mi vida y esperaba nunca perderla.

— Quiero un bebé. – dijo ella y yo alcé una ceja, separándome. – sí, quiero uno.

— ¿de qué estás hablando? – ella suspiró de manera exagerada, tomándome de la cintura más firmemente.

— Mira lo que hago por ti, lindura. – susurró en mi oído. – no me digas que nunca lo has imaginado.

— ¿imaginar qué? – estaba perfectamente enterada de lo que se refería Lucy. pero quería oírla decirlo. Quería oírla decir que quería tener un bebé.

— ¡quiero un bebé! – chilló de manera infantil. – una hija, un hijo. Un descendiente Brown Johnson Morgan. – reí ante los tres apellidos, acercando mi rostro al de Lucy, uniendo nuestros labios en un tierno beso.

Se me hacía gracioso que hace unos pocos días, cuándo mi tía Bonnie llegó con Ciro a la casa y Lucy estaba presente, se alejara lo más que podía del bebé, y ahora mismo está diciéndome esto. Se me hacía muy gracioso y adorable a la vez. Me separé del beso cuándo sentí que me faltaba aire, sonriéndole a Lucy y apoyando mi frente en la suya.

— :: —

— ¡mesa cinco! – le entregué la bandeja con la comida de las personas de la mesa cinco a Lucy, era algo muy costoso y exótico, probablemente nunca lo habían comido en su vida, probarían un bocado y les daría asco, por lo que lo vomitarían o nunca más lo comprarían.

— ¡enseguida! – ella me guiñó un ojo y yo reí, mientras seguía controlando que las personas en la cocina prepararan lo que las órdenes decían, era algo así cómo la gerente del lugar.

— ¡mesa diez! – le entregué otra bandeja a Lucy y ella bufó. – tienes que trabajar, Lucinda.

— No me llamo Lucinda. – dijo, frunciendo el ceño. Le sonreí de manera tierna, sabía que le molestaba.

— Lo sé, Lucero. – volví a sonreír.

— Avalynn. – me mostró la lengua y yo rodé los ojos con diversión, antes de que ella tomara la bandeja y la llevara a la mesa que yo le había indicado.

— ¿podrían dejar de coquetear por un momento? – preguntó Alan, quién era el jefe del lugar. Por sí no lo sabían, Alan siempre había querido tener un restaurante propio y que éste sea popular, pues, lo logró. Y su restaurante es realmente lindo. – se supone que vienen a tener dinero para su departamento, no para coquetear, cosa que hacen siempre. – susurró eso último y yo le di un golpecito. – le faltas el respeto a tu jefe. – fingió un tono autoritario y yo bajé la cabeza.

— Lo siento, jefe. – utilicé una voz sumisa, Alan continuó con su postura.

— ¿por qué molestas a la lindura? Sabes que Lucy luego te golpeará. – oí la voz de Ethan, el novio de Alan, el anillo de compromiso brillaba en su dedo anular.

— Las voy a despedir. – amenazó Alan, antes de volver por dónde había venido, esta vez, acompañado de su novio.

Volví a mi trabajo, era verdad, Lucy y yo teníamos cuarenta mil trabajos, todo para poder hacer dinero y juntar éste para el departamento que compraríamos. Sí, estábamos decididas a vivir juntas e ir a la universidad también. La mayoría de las personas creerán que es algo pronto, pero yo estoy segura de que quiero pasar el resto de mi vida con Lucy, y ella también lo está.

— :: —

— ¡no tengo la culpa que usted tenga problemas de entendimiento, señora! – gritó Lucy a través del teléfono, yo alcé una ceja.

— ¿qué haces? – ella suspiró de manera exagerada.

— Esa señora cree que yo me equivoqué con su orden, que era un big mac, pero yo aquí tengo anotado que era un cuarto de lib... — la miré, cruzando mis brazos. – seré despedida por maltrato a clientes. – reí, antes de acercarme a ella y susurrarle al oído:

— Le lancé un helado a un niño, no has hecho nada. – ella sonrió, mirando hacia los lados y notando que nadie estaba mirándonos, antes de robarme un rápido beso en los labios que me dejó algo embobada.

— :: —

Mientras yo acomodaba unas prendas de ropa interior en una de las mesas, Lucy salió de uno de los probadores con expresión sombría, parecía perturbada. Ella me miró.

— Los probadores solían traerme buenos recuerdos. – mis mejillas se sonrojaron al notar a lo que se refería, pero luego ella pasó saliva. – pero no luego de lo que vi.

— ¿qué viste?

— Debí ayudar a una señora con sobrepeso a colocarse un vestido cuarenta tallas más pequeño que la suya. – ella tiró de mí hasta el lugar dónde los empleados descansaban. – apenas todos se vayan, nos metemos al probador para una sesión de besos, al menos así se me quitará un poco de trauma.

— ¿nos meteremos al probador de la señora? – pregunté de manera burlona, ella me dio un golpecito en la frente, antes de que ambas volviéramos a trabajar.

— :: —

— La casa invita. – le susurré a una chica, entregándole uno de los tragos que me había pedido, ella me sonrió, guiñando uno de sus ojos antes de irse.

— ¿disculpa? – oí la voz de Lucy a mis espaldas, ella estaba cruzada de brazos. No pude evitar llevar mi vista a su busto, la camisa blanca y el chaleco negro que teníamos que usar cómo uniforme en ese bar lo resaltaba.

— ¿sí, Lu? – pregunté, mientras limpiaba el mostrador.

— ¿por qué le has invitado ese trago a la chica? – yo suspiré de manera exagerada, mi novia alzó una ceja.

— Porque el jefe dijo que debíamos hacerlo si veíamos que las personas eran súper top. – ella alzó una ceja.

— Es un ladrón, ¿verdad? – asentí con la cabeza y ella volvió a su trabajo.

— :: —

Miré a Lucy. ella me miró a mí. me sonrió. le sonreí.


lindura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora