- : treinta y ocho : -

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— Sólo te diré que no tengan mucho sexo. – dijo Alan a través del teléfono, mis mejillas enrojecieron al instante.

— ¡Alan! – chillé y escuché su ronca risa del otro lado de la línea.

— Te quiero mucho, enana. – el micrófono de su teléfono hizo un ruido raro cuándo Alan suspiró. – nos vemos luego, adiós.

Colgó la llamada y observé la pantalla del teléfono, mordiendo mi labio inferior y rodando los ojos, antes de guardarlo en el bolsillo trasero de mis jeans y cerrar el cierre de mi mochila.

— ¿lista, lindura? – preguntó Lucy, asomándose desde la puerta del baño de mi habitación, asentí con la cabeza y ella sonrió, acercándose y besando mi mejilla, antes de tomar mi mano y que ambas saliéramos de la casa, nos montamos en su auto y ella comenzó a conducir hacia su casa, llegamos unos minutos después y continuaba sorprendiéndome por lo lujosa que era la casa de mi novia.

Y pensar en aquello me distraía un poco de pensar en la pijamada. Porque mentiría si dijera que no estoy nerviosa.

Ambas bajamos de su coche y entramos a la casa, Susan se encontraba en la cocina, preparando unas galletas que olían de maravilla. Rupert o Albert (realmente no recuerdo su nombre, no he venido a casa de Lucy en un tiempo) se encontraba escribiendo algunas cosas en su libreta, aunque no le puse atención a aquello.

— ¡Susan! – chilló Lucy y la ancianita se dio vuelta entre pequeña risas, dejando un beso en su frente y haciendo lo mismo conmigo.

— Creí que no volverías, Ava. – le sonreí de manera tierna y ella volvió a mirar sus galletas.

— Buenas tardes, Albert. – dijo Lucy y el hombre alzó su vista de la libreta.

— Buenas tardes y es Rupert. – mi novia se encogió de hombros y yo saludé al hombre con una sacudida de mano, la cuál me devolvió entre pequeñas risas.

Subimos las escaleras hasta la habitación de Lucy y yo me lancé a su cama, mirando el techo de su habitación y luego recorriéndola nuevamente con la mirada, puesto que había cambiado de decoración.

— Mira el techo, lindura. – oí decir a Lucy y asentí, antes de dirigir mi vista hacia el techo de madera blanca, notando que ella apagaba la luz y pequeños dibujos de lunas y estrellas comenzaban a notarse en el techo, sonreí, seguramente lo había hecho con pintura fluorescente.

— ¿te gusta? – comenzó a acercarse a la cama y yo asentí con la cabeza, sin apartar la vista de aquellos dibujos que adornaban el techo de su habitación. Noté que una coqueta sonrisa comenzaba a formarse en los labios de Lucy. – Ava, esta noche te haré ver las estrellas.

Sabía que estaba refiriéndose a aquellos dibujos, pero su sonrisa delataba el doble sentido de la oración. Antes de que pudiera decir algo, se posicionó sobre mí y unió sus labios con los míos. Reí, comenzando a corresponder, mis brazos se enredaron en su cuello y sentí cómo me tomaba de la cintura, comenzando a inclinarse hacia atrás hasta quedar sentada en la cama, conmigo sobre su regazo. Sonreí contra sus labios.

— Señoritas, ¿quieren galletas? – preguntó Susan, abriendo la puerta de la habitación y abriendo los ojos como platos al notar la posición en la que Lucy y yo nos encontrábamos. Cerró rápidamente la puerta, gritando una disculpa, antes de que oyéramos sus apresurados pasos y luego cómo bajaba la escalera.

Dirigí mi mirada hacia Lucy, notando que ella intentaba retener la risa.

— :: —

— No necesitas cambiarte en el baño, ya lo he visto todo. – dijo Lucy de manera coqueta, antes de comenzar a desabotonar su camisa a cuadros. Yo pasé saliva, asintiendo con la cabeza.

— Bien... — susurré, antes de llevar mis manos a mi blusa.

— No tienes que hacerlo sino te sientes segura, puedes ir al baño. – me detuvo ella y luego besó mi frente Lucy era tan dulce. Le sonreí, asintiendo con la cabeza, antes de deshacerme de mi blusa, realmente me sentía segura y amada con ella, sabía que me aceptaba con todos mis defectos. Y mis celos.

Ella sonrió y terminó de desvestirse, quedando sólo con su ropa interior y colocándose el pijama. Mis manos fueron a mis pantalones y los desabroché, antes de deslizarlos fuera de mis piernas. Noté que estaba bajo la atenta mirada de Lucy, me quité el sujetador, puesto que yo no dormía con éste puesto, notando que mis pezones se endurecían debido a la insistente mirada de Lucy, por lo que me apresuré a colocarme la camiseta que utilizaba cómo pijama, mordiendo mi labio inferior.

— No puedo creer que tu pijama tenga ositos. – dijo Lucy, parándose de la cama y llevando sus manos a mis mejillas, alzando mi rostro para que la observara a los ojos. Sonreí de manera tierna y ella unió nuestros labios. Me paré sobre las puntas de mis pies, rodeando su cuello con mis brazos y notando que soltaba un pequeño suspiro entre el beso que ambas estábamos compartiendo. - ¿quieres ir por galletas? – preguntó al separarse y yo asentí con la cabeza, antes de que saliéramos de su habitación.

Ya era media-noche, por lo que ni Susan, ni Rupert se encontraban en la cocina, Lucy colocó galletas en un plato y yo me senté en la encimera de su cocina, antes de comenzar a comer aquellas deliciosas galletas.

— Oye, desde aquí puedo ver tu ropa interior. – dijo Lucy y noté que no llevaba nada más debajo de mi camiseta, por lo que rápidamente cerré mis piernas, atragantándome con la galleta y bebiendo agua al momento. Ella sonrió y se acercó, antes de dejar un pequeño beso en mi cuello. – eres hermosa, Ava... — solté un pequeño suspiro al sentir cómo sus manos comenzaban a recorrer mi cuerpo, desde mis muslos hasta mis pechos, volviendo a bajar sus manos y comenzando nuevamente el recorrido.

Lucy me tomó de los muslos, haciendo que yo rodeara su cintura con mis piernas, saliendo de la cocina y dirigiéndose nuevamente a la habitación. Me dejó con cuidado en la cama y bajó su mirada, dándome a entender que mi camiseta acababa de subirse, dejando a la vista mi ropa interior blanca de encaje. Ella alzó las cejas, era la ropa interior que ella había guardado en mi mochila. Pasé saliva.

lindura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora