03. You

449 20 8
                                    

Cuando todo lo que me une a ti se ha ido, cuando todo lo que me retenía aquí ha desaparecido, cuando ya no siento tu piel tocándome, siento que caigo. No es una caída dura, contra el suelo; no es una caída grande, como un gran abismo; no es siquiera una caída real. Sólo es una caída anímica que se manifiesta en forma de lágrimas recorriendo mis mejillas.

Me abrazo a ti fuerte y siento tus manos acariciando mi espalda de arriba abajo mientras de fondo se escucha una frase melodiosa repitiéndose: "don't let me go". Lo susurro en tu pecho desnudo. Mis lágrimas bañan tu piel. Mi aliento, aún alterado, choca contra ti y tu vello se eriza bajo mi contacto. Me das un beso en la cabeza y me susurras que todo está bien, mientras intento dibujar una sonrisa entre mis lágrimas.

Te apartas de mí y me dejas tumbada boca abajo en mi cama.

Te vas.

La última lágrima de mi cuerpo me deja, justo como lo acabas de hacer tú.

Cojo el cojín y lo abrazo, mi cuerpo desnudo lo rodea al completo y mi pelo, enredado, sustituye la almohada. Dirijo mi mirada a la ventana donde allí, a lo alto, la luna juega a las escondidas; ¿dónde estará ahora?

Llegas sonriente de quién sabe dónde, y me obligas a sonreír por ti. Mis lágrimas se han secado pero mi alma sigue hundida, aunque tú eso no lo sabes. Te cuelas bajo mis sábanas y me abrazas muy fuerte. Seguimos igual que antes, sin ropa que nos separe. Tu piel contra la mía. Tus labios sobre los míos. Y mi alma reencuentra la tuya. Tu amor, sincero y transparente, entra en mí y deshace todo aquello que construí al acabar. Me susurras que me quieres entre beso y beso, y tus manos me acarician. El nudo que habitaba en mí ha desaparecido.

La luna aparece, juguetona, de detrás de las nubes, iluminando cada rincón de mi habitación a través de la ventana abierta. Te miro a los ojos y lo único que consigo adivinar en ellos es amor. Hundo mi cara en tu pecho. Me abrazas aún más fuerte, como si fuera posible. Y esbozo una frágil sonrisa, con temor de que alguien la descubra y la robe; suerte que tú la cuidas sin dejar que ningún ladrón se la lleve.

Esta noche sólo mi cama y tú habéis sido testigos de la primera sonrisa sincera en mi rostro, al igual que de aquel secreto nocturno del que nunca nadie tendrá conocimiento alguno.

***

Obra registrada bajo el código: 1412312866615

Historias ocultas tras el objetivo de una cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora