Tengo un hombre delante en el tren con el rostro alargado y muy angulado, que le da el punto perfecto de masculinidad pero no tanto como para parecer brusco. Es calvo, pero no da una impresión de tener una frente demasiado ancha, está en su punto perfecto. Pero hay algo que desencaja, y no son sus labios, rosados por el frío, finos y perfectos para ser besados, ni es su nariz, acabada en punta, como el resto de sus facciones. Son sus ojos, unos ojos profundos y verdes, como si llevaran mucha agua dentro. Es un verde increïble, es un verde que denota conocimiento y experiencia, es un verde difuminado, tal vez por las lágrimas; es un verde triste. Y sus pestañas, negras y largas, le dan más profundidad a sus ojos. Pero os prometo que sus ojos, cuando se han cruzado con los míos antes en el tren, me han cautivado y me han parado el corazón.
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Historias ocultas tras el objetivo de una cámara
Short Story«Relatos cortos y no tan cortos que una vez mi mente una vez perdió y volvió a encontrar tiempo después.» En octubre de 2010, una yo muy despistada pero feliz empezó un curso de escritura -casi- sin saberlo. (Yo creía que era un club de lectura pero...
