Capítulo III

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Todos habían regresado a sus habitaciones a altas horas de la noche o, mejor dicho, la madrugada.

La joven de cabello púrpura abrió lentamente los ojos, sin poder evitar emitir un rápido parpadeo para que sus oscuros orbes se acostumbraran a la luz del sol que apenas lograba entrar por la ventana. Instintivamente se llevó el antebrazo al rostro, negándose así la vista y emitiendo unos tenues quejidos con pereza.

Luego de terminar esa pequeña lucha entre seguir durmiendo un rato más o bajar a la cocina por algo de comer, se sentó al borde de la cama para reacomodar todas las ideas y traer nuevamente sus cinco sentidos a tierra firme. Caminó hacia su baño para lavarse los dientes y echarse un poco de agua en la cara, seguido de esto salió del cuarto y bajó con lentitud las escaleras. No había absolutamente nadie, incluso parecía que Kyouka vivía sola en tremenda construcción.

Caminó hacia la cocina y alzó la mirada hacia un reloj sencillo que colgaba a un lado del refrigerador; las manecillas marcaban las nueve con treinta minutos, no recordaba a qué hora había decidido dormirse o siquiera si había sido algo totalmente voluntario, pero poco le importaba.

Para desayunar se decantó por un tazón de cereal con leche fría, sacó del refrigerador esta última, tomó un tazón de un mueble donde se guardaban todos los platos y una cuchara, solo faltaba el ingrediente secreto: el cereal. No podía negarlo, todos los alumnos o al menos la mayoría eran sumamente perezosos así que al momento de prepararse un rico desayuno, se podría decir que la opción más atractiva resultaba ser el cereal. Tomó la caja, encontrándose con una no tan grata sorpresa.

– Vacío... –

Tendría que sacar una nueva de la estantería, la cual quedaba muy arriba para el gusto de la chica. Se puso de puntillas y estiró lo más que pudo su brazo derecho, rozando apenas la torpe caja. Hizo un puchero como protesta, dejando descansar sus pies por unos instantes para después, volver a colocarse de puntas e intentar una vez más, fracasando igualmente. Optó por utilizar su individualidad y, justo cuando ambos lóbulos de sus orejas estaban a punto de tocar el cartón del cereal, una mano irrumpió y tomó el objetivo sin problema alguno respecto a la estatura.

– Necesitabas ayuda ¿no es así? –

– Buenos días y gracias, Kaminari. – Se limitó a responder, con cierta frialdad y mirando seriamente al chico, arrebatándole el cereal de las manos.

Ignoró al rubio y continuó con su actividad, vertiendo los ingredientes en el tazón y devolviendo los mismos a los lugares de donde los había obtenido, a excepción del cereal nuevo. Tomó asiento en la mesa del comedor, la cual era lo suficientemente grande como para que cupieran todos los chicos; justo frente a ella tomó asiento Kaminari, quien había tomado únicamente una manzana.

– Veo que decidiste madrugar. – Comentó Kyouka, para romper el silencio entre ambos. A diferencia de la noche anterior, con Kaminari Denki no sentía nerviosismo o vergüenza para interactuar ¡Al contrario! Solía fastidiarlo constantemente, ya fuese golpeándolo con sus lóbulos o bien, burlándose de cualquier tontería que el contrario hiciese, especialmente cuando su cerebro hacía corto circuito debido a su poder de electricidad, era muy gracioso.

– Y veo que te levantaste más fastidiosa que de costumbre, Jirou. – Respondió Kaminari, frunciendo el ceño. Más que enojo, parecía un berrinche de un niño pequeño hacia su hermana mayor.

– Siéntete agradecido de que no te he golpeado aun, realmente estoy de buen humor. –

– Que generosa. – Mordió la manzana que tenía entre las manos.

Ambos estaban ingiriendo sus alimentos, dejando que el silencio volviera a reinar en todo el lugar. Kyouka permanecía tranquila y despreocupada; por su parte, Kaminari se sentía ligeramente ansioso. No podía evitar recordar lo sucedido la noche anterior, escuchar la música proveniente de la habitación de Jirou y lo mucho que le sorprendió oír a la joven cantar.

Still into you (My Hero Academia)Where stories live. Discover now