Capítulo 3

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Camila's POV

Sentí las frescas sábanas rozarse con mi piel desnuda y sonreí involuntariamente, me estaba medio despertando gracias a los rayos de sol que se posaban con cuidado en mi rostro. Giré mi cara y abrí los ojos para comprobar que no había nadie más en la cama, tan solo quedaba un hueco vacío, eso me hizo recuperar la sonrisa que segundos atrás tuve.

Me incorporé y posé mis pies en la moqueta, estaba suave, y por eso moví los dedos cuidadosamente encima de esta. Finalmente me levanté, dejando que la sábana se deslizase por todo mi cuerpo y comencé a caminar hacia el pasillo de la casa. Un ruido me hizo fruncir el ceño, provenía de la parte baja. Fue entonces que cogí una batilla del baño y me la puse, cogí lo que más tuve a mano para defenderme. No debería haber nadie en casa a esa hora.

Bajé las escaleras con cuidado de no hacer ni un poco de ruido, cosa que ayudó que yo estuviese descalza. El ruido persistía, y ahora veía una sombra salir de la cocina. Miré lo que había atrapado para defenderme y era el cepillo de dientes, gruñí para mis adentros y suspiré, estaba nerviosa, no me gustaba esa sensación.

Caminé y asomé mi cabeza viendo que al final estaba fuera de peligro. Era Bea la que estaba en la cocina preparando el café. Diréis, ¿quién es Bea? Bueno, es la chica a la que llamo cuando quiero un poco de diversión, pero no me gusta que me desobedezcan, y seguía en mi casa a pesar de yo haberle dicho que se marchara de madrugada.

Di un paso hacia adentro y entonces ella se percató de que yo había entrado, se dio la vuelta y me sonrió pícaramente con la jarra de la cafetera en la mano. Parece ser que me repasó de arriba abajo con la mirada y echó una risa.

─¿Qué te hace tanta gracia? Creí haberte recordado anoche qu-...

─¿Qué haces con el cepillo de dientes en la mano? ─ Esta vez sí gruñí en alto y lancé el cepillo de dientes al suelo.

─Vete. Sabes en lo que esto consiste. ─ Vi un cambio raro en la expresión de su rostro, parecía ser que no entendió la orden.

─De eso quería hablarte, yo... Me gustaría intentar algo, Camila. ─ Alcé una ceja y me reí. Sí, me reí en su cara. ─¿Qué te hace tanta gracia?

─A ver... ¿Qué pretendes? ─ Me crucé de brazos y me apoyé en la isla que había en medio de la cocina.

─Yo... te quiero, Camila.

─No me llames Camila. Eres una empleada más, Beatrice. ─ Vi su expresión cambiar de nuevo y entristecerse. Suspiré y descrucé mis brazos para caminar hacia ella y alisar la camisa que llevaba puesta. ─¿No comprendes que no busco nada más?

─Pero, ¿por qué? ─La miré a los ojos y ella hizo lo mismo. Noté que colocaba sus manos en mi cintura, y es que yo había dejado las mías posadas sobre sus hombros.

─Circunstancias. ─ Me puse de puntillas debido a la diferencia de altura y le di un corto beso en los labios. Después me aparté y atrapé la taza de café que ella estaba preparándose para darle un sorbo y darme la vuelta. ─Llegas tarde, a tu jefa no le gustará ver en tu historial algún retraso.

Salí de la cocina y suspiré muy a mi pesar. Qué más quisiera yo poder empezar alguna relación seria con alguien, pero lo que deja marca, nunca se va. Seguí bebiéndome el café mientras subía las escaleras y me internaba en el baño para prepararme y salir a trabajar.

Ya en la oficina, estaba encendiendo el ordenador mientras escuchaba a la señorita Martinez leer mi agenda. Me molestaba escuchar su voz tan temprano, y es que además las palabras de Bea seguían en mi cabeza. No, yo no era alguien sin sentimientos, pero me habían hecho demasiado daño como para poder confiar en alguien.

Thankful; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora