Capítulo 2

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Lauren's POV


Beep, beep, beep.


Puto despertador, joder. Uno de mis verdes ojos se abrió perezosamente para acabar extendiendo la mano hacia mi móvil en la mesita de noche. Qué pronto se hacían las horas de sueño. Suspiré apagándolo y, de nuevo, me acurruqué en mi edredón.


Pero de repente, la puerta de mi habitación se abrió bruscamente.


─Levanta ese culo italiano de ahí, venga. ─ Se escuchó la voz femenina de Emma y suspiré en el silencio de mi habitación mientras escuchaba sus pasos alejarse.


Al final terminé por incorporarme y posar mis pies descalzos en el suelo. Estiré mis piernas mientras me frotaba los ojos con los nudillos para atrapar las zapatillas, y al no encontrarlas, abrí los ojos descubriendo que no estaban, claro, las había puesto a lavar la noche anterior. Me levanté sintiendo el frío recorrer las plantas de mis pies y seguí caminando hasta la cocina, donde estaba Emma sentada en uno de los taburetes de la barra americana que daba a la pequeña salita de nuestro apartamento con su Smartphone en una mano y en la otra una taza de café, ella ya estaba preparada para irse a trabajar.


Me dirigí a la cafetera y se me escapó una risilla atrapando una taza para servirme el café.


─¿Qué te hace tanta gracia? ─ Levanté mis ojos de la taza mientras iba con esta y el azucarero a sentarme en el taburete de su lado.


─Nada, que jamás pensé en verte con ese aburrido traje yendo a tu aburrido trabajo en una oficina perdida de por ahí. ─ Me miró de soslayo arqueando una ceja y después se encogió de hombros.


─Alguien tendrá que mantener el piso. ─ Vi su sonrisa burlona y fruncí el ceño.


─¿Perdón? Pagamos mitad cada una de este apartamento.


─ Sí, y no sería la primera vez que me dices que te ponga tu parte, que me lo darás después. ─ Rodé los ojos y suspiré con fuerza removiendo la cucharilla en la taza de café.


─Eso ha pasado veces contadas, además, yo no tengo la maldita culpa de que la cadena de pizzerías vaya mal, ¡la mía va bien! ─ Hice aspavientos con las manos mirándola y, terminándose su taza de café se bajó del taburete.


─Nos vemos a la noche, Jauregui. ─ Me dio un beso en la mejilla y arrugué la nariz, aquello que me dijo me enfadó, ¿por qué me echaba en cara algo que ni siquiera estaba en mis manos? Yo hacía mi trabajo bien, tal y como me enseñó papá.


Escuché la puerta cerrarse y gruñí enredando mis propios dedos en las raíces de mi oscuro cabello. Sí, el negocio iba mal, y sí, tal vez debería volver a Los Ángeles con mamá, pero tampoco iba a arreglar nada, además, ¡tenía ya mi vida hecha en Nueva York y Emma se había mudado conmigo para que no estuviese tan sola!

Thankful; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora