Ni una palabra de esto a nadie

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-Sigan ustedes, yo ya los alcanzo.

-Vas a llegar tarde a la clase de Mc.Gonagall, Hermione- le advirtió Harry, pero la muchacha no le hizo caso, salió corriendo y se perdió de vista tras una esquina.

-¿A dónde dijo que iba?- perguntó Ron.

-A la biblioteca.

Pero Hermione no se dirigía allí, corría a toda velocidad por el pasillo, solo tenía cinco minutos. Dobló otra esquina apresurada y no chocó con una armadura de pura suerte. Al final del corredor divisó lo que estaba buscando. La puerta de la enfermería se encontraba entreabierta, su corazón latía con violencia y le costaba respirar, pero aún así trato de hacer el menor ruido posible para escuchar lo que sucedía del otro lado de la puerta. Se oían ruidos de frascos y un leve gemido.

-Quédate quieto querido- oyó que Madame Pomfrey le advertía a quien fuera al que estaba atendiendo.

-¿Puede hacerlo con mayor delicadeza?- pidió una voz que arrastraba las palabras.

-Listo- aseguró la enfermera- Ahora te colocaré una venda y podrás volver a clases.

Hermione se acercó aún más a la puerta, oía a Draco quejarse nuevamente cuando Madame Pomfrey le aplicaba las vendas, luego el sonido de una silla al moverse y pasos apresurados. No tuvo tiempo de correrse de la puerta, se tambaleó cuando ésta se abrió y chocó contra la persona que salía de ella. Draco la había sostenido por los codos, ya era la segunda vez que lo hacía en dos días, vaya coincidencia. El muchacho la miró sorprendido sintiendo que pasaba por un Déjà vu. Hermione balbuceó algo ininteligible y se ruborizó al instante.

-Dis-disculpa- logró decir mientras se incorporaba y se deshacía de las manos de Draco. El muchacho la observaba con la boca levemente abierta. ¿Qué pasaba allí?, ¿por qué no la insultaba y se iba?, sin embargo contestó:

-No hay de qué, Granger- hizo una mueca extraña, la cual pareció una sonrisa inmediatamente anulada, y se fue. Hermione permanecía clavada en el suelo como si le hubieran echado un encantamiento de presencia permanente, su cabeza daba vueltas y se sentía levemente mareada, giró sobre sí y comenzó a caminar un poco atolondrada. Tarde o temprano tendría que resolver aquello, sino se iba a volver loca.

Draco no volvió a clases aquella mañana, sino que se dirigió rápidamente a la Sala Multipropósitos. Había pasado allí la tarde del día anterior, haciendo su “trabajito” pendiente. Aún no les había revelado a Crabbe y Goyle lo que era, pero si les dijo que se lo había encargado una persona importante, muy importante. Al principio Draco creía que le iba a resultar fácil, ya que el trabajo era sencillo, pero cuando fue por primera vez a la Sala Multipropósitos a comenzarlo se dio cuenta de que le iba a costar trabajo, y mucho. Para colmo, ahora tenía la imagen de Hermione dándole vueltas en la cabeza sin cesar. Aún no comprendía que le estaba sucediendo, no entendía como era que la ayudaba y no la insultaba, aquello le quitaba el sueño.

-¿Qué haces aquí Draco?, ¿por qué no estás en clases?- una voz lo había hecho parar. Draco caminaba tan apresuradamente que no se dio cuenta de que había pasado por delante de la sala de profesores, solía evitar pasar por allí para que no le hicieran preguntas comprometedoras, pero aquella vez no lo pudo evitar. Snape lo miraba escrutando su rostro, tenía el ceño levemente fruncido y los labios crispados.

-Eso a ti no te importa- Draco lo miraba con repugnancia. ¿Por qué Snape siempre se empecinaba en hacerle las cosas más difíciles? Tenía que meter sus narices dónde lo llamaran, no donde no era bienvenido.

-Por si no lo recuerdas, sigo siendo tu profesor.- le advirtió Snape severamente- Ahora vete, pero a clases.

-Sí, claro- murmuró Draco y siguió su camino. Estaba cansado de que Snape se metiera en sus problemas, parecía que quería ayudarlo en su misión. Pero él definitivamente no quería, ese era su problema, de nadie más.

El sol brillaba en lo alto de un cielo despejado. El día prometía ser uno de los mejores del verano, una leve brisa soplaba entre los árboles, espantando todo rastro de humedad en el ambiente. La grava crujía bajo los cientos de pies que ejercían fuerza sobre ella. Los alumnos de Hogwarts tenían el día libre, ya que iban de visita a Hogsmeade, como cada primer miércoles del mes. Harry, Ron y Hermione se desplazaban con pesadez por el sendero, todavía oían a Filch gritar los nombres de los alumnos que estaban en fila para verificar si todos tenían sus autorizaciones para salir del castillo.

-¿A qué hora quedaste con Ginny?- le preguntó Hermione a Harry.

-Dentro de una hora, tenemos tiempo de ir a la tienda de chascos de Zonko y a Honeydukes.

-Primero a Zonko, se está por acabar mi suministro de bombas fétidas- comentó Ron emocionado. Siguieron caminando y pronto se encontraron dentro de la tienda de chascos, Ron y Harry estaban muy entretenidos descubriendo nuevos artículos para bromas, pero Hermione, a la que no le interesaban ese tipo de cosas se colocó frente a la ventana y fijó la vista en el exterior. Tan solo habían pasado unos minutos cuando divisó algo a lo lejos, más bien, alguien.

Draco se había librado por unos instantes de Crabbe y Goyle sin llamar la atención y caminaba apresurado hacia algún lugar en donde no lo vieran. Le dolía horrores el antebrazo izquierdo y lo apretaba con la palma de la mano, aceleró el paso y pronto divisó la Casa de los Gritos a lo lejos, se apresuró y cuando llegó a su perímetro se sentó en una raíz especialmente grande que salía de debajo de la pared de madera de un lado de la casa. Rápidamente subió la manga de su túnica y la Marca Tenebrosa resplandeció bajo la potente luz del sol, estaba más negra que nunca y palpitaba, lo que le provocaba un dolor terrible, como si lo estuviera quemando. Eso solo podía significar una cosa… Voldemort estaba comunicándose con sus mortífagos. Draco, por supuesto, no podía acudir al llamado, ya que su trabajo estaba allí, en Hogwarts. Todavía no entendía por qué Voldemort lo había marcado, él ni siquiera había alcanzado la mayoría de edad y no podía acudir a sus llamados… Algo interrumpió sus cavilaciones. Sintió un leve crujir de ramas a unos metros de su ubicación y sacó la varita al instante. Dirigió rápidamente su vista a dónde provenía el sonido y la descubrió. Una muchacha de cabello castaño ondeado y ojos marrones lo miraba con sorpresa, había resbalado de detrás de un árbol y estaba arrodillada en el pasto con sus manos extendidas hacia adelante.

-¡¿Qué haces aquí, Granger?!- gritó Draco apresurándose a tapar la Marca con la túnica nuevamente. Le temblaban las manos. ¿Acaso Hermione había visto la Marca?

-Yo…Yo solo- balbuceó Hermione levantándose- ¿Qué tienes ahí Draco?- preguntó señalando su antebrazo izquierdo.

Draco no sabía qué hacer, no quería ser brusco con ella, dadas las circunstancias…Pero tampoco podía dejar pasar el momento. Tenía que hacer algo para no contestarle. La idea le vino a la cabeza más rápido de lo que hubiera imaginado. Era eso o nada. Se acercó rápidamente a ella y la tomó del rostro. Hermione por la sorpresa lanzó un gritito, pero inmediatamente fue sofocado por los labios de Draco. El muchacho la aferró de la nuca y prolongó el beso, movía sus labios con fervor. ¿Qué le estaba pasando?, estaba loco de la cabeza. ¿Qué hacía besando a una asquerosa sangre impura? Se separó con brusquedad y la miró a los ojos. Hermione lo observaba con asombro. ¿Acababa de besar a Malfoy?, ni ella misma se lo creía. Pero sin embargo…le gustó.

-Ni una palabra de esto a nadie- le advirtió Draco y la dejó plantada allí, con la mente nublada y los pies paralizados. Que loco se había vuelto el mundo de un momento a otro.

En el lado oscuroHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin