¿Confundidos?

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-¿A quién tenemos en la primera hora?- quiso saber Harry dejándose caer en una butaca al lado del fuego, el cual se encontraba apagado. Era la mañana siguiente y él, Ron y Hermione volvían de desayunar, les quedaba una media hora para juntar sus cosas e ir a su primera clase del día.

-A Snape- gruñó Ron.

-Genial- comentó Harry irónicamente.

-¿Vamos?- los instó Hermione cogiendo su mochila y colgándosela en el hombro- Tardaremos unos diez minutos en llegar a las mazmorras, mejor apurarse, no queremos que Snape nos saque puntos en el primer día, ¿no?

Ron hizo una mueca y siguió a sus amigos para salir por el retrato de la Dama Gorda. Los pasillos estaban abarrotados de alumnos que salían de desayunar y se dirigían a sus primeras clases del día. Lee Jordan los saludó con una mano cuando pasaron a su lado, lo mismo hicieron Parvati y Lavander.

Frente a la puerta del aula de Pociones se apiñaban los alumnos de Slytherin. Harry, Ron y Hermione llegaron justo cuando los de Slytherin estallaban en carcajadas, evidentemente por alguna broma que Malfoy había hecho, ya que se encontraba en medio del grupo y sonreía con malicia.

-¡Oh!, hablando de Roma- exclamó cuando los vio llegar- Buenos días Potter,- dijo mirando a Harry- Weasley,- hizo un gesto con la cabeza hacia Ron- sangre impura- se dirigió a Hermione.

Inmediatamente Ron se abalanzó sobre él, pero Harry y Hermione lograron retenerlo justo a tiempo, ya que la puerta del aula se abrió y la ganchuda nariz del profesor Snape se asomó por ella.

-¿Problemas?- preguntó en un tono severo.

-Ninguno, profesor- contestó Draco aún con una media sonrisa grabada en el rostro.

-Pues entonces háganme el favor de entrar- concluyó Snape con un gesto de la mano. Miro a Harry, Ron y Hermione severamente y se perdió dentro del aula.

-La vas a pagar Malfoy- musitó Ron en un susurro casi inaudible.

-Así quisieras Weasley- dijo éste dando media vuelta y entrando en el aula.

Ron se dejó caer con brusquedad en su asiento mientras sacaba sus ingredientes de la mochila y encendía el fuego del caldero.

-No le des importancia Ron- le susurró Hermione imitándolo y prendiendo la llama.

-Es un imbécil- corroboró Harry.

Draco los miraba de reojo. No se había sentido mal al decirle a Hermione sangre impura, pero algo había sido diferente aquella vez. ¿Qué le estaba sucediendo?, se sentía débil.

La clase finalizó y todos comenzaron a guardar sus elementos en las mochilas, Hermione apagó el fuego y cuando metió el frasco de  aguijones de Billywig secos en la mochila se dio cuenta de que la tapa estaba abierta y que el contenido se había volcado en el interior.

-¡Rayos!- se lamentó abriendo la mochila e intentando arreglar el desastre- No me esperen, voy a tardar- les dijo a Harry y Ron, éstos asintieron y salieron del aula. Juntó los aguijones como pudo y los volvió a meter en el frasco, cerró la mochila, pero cuando se levantó rápidamente, su cabeza chocó contra el borde de la mesa. Se incorporó tambaleante y chocó contra algo más, cuando levantó la vista se dio cuenta de que había sido contra Draco, éste la había aferrado de los codos para que no se callera, inmediatamente retiró sus manos y miró sorprendido a Hermione. La cara de la chica denotaba la misma sorpresa que la suya, murmuró unas disculpas y salió corriendo apresurada. Draco se quedó perplejo con las manos aún suspendidas en el aire y los ojos bien abiertos. ¿Qué había sido eso?

La lluvia había hecho acto de presencia después del mediodía, por suerte, los de Slytherin tenían la tarde libre, ya habían cursado su cuota de clases por día aquella mañana y les quedaban varias horas de la tarde  para hacer lo que les diera la gana. Draco se encontraba despatarrado sobre un sillón de chintz de la sala común de Slytherin, Crabbe y Goyle estaban delante de él sentados en el piso jugando ajedrez mágico y Pansy Parkinson lo observaba con vehemencia.

-Ese Weasley- dijo de repente Pansy. Las gotas de lluvia golpeaban contra las ventanas con fuerza, lo que provocaba una especie de ensoñación en cualquiera que las escuchara, ya que se veían amortiguadas por el vidrio- No sé que se cree.

-¿Cómo dices?- preguntó Draco despreocupado- ¡Mueve el alfil!- le gritó a Crabbe justo cuando la torre de Goyle lo derribó.

-Digo,- continuó Pansy- que se hace muy él machito defendiendo a esa Granger- Al oír el apellido de Hermione, Draco le prestó más atención- Apuesto a que sigue haciéndose pis en la cama por las noches, ese imbécil- Al ver que Draco no le prestaba atención Pansy se paró de su butaca y se sentó a los pies del muchacho- No sé qué le ve a esa sangre impura.

Draco la miró unos instantes y luego volvió a su tarea de observar el juego de Crabbe y Goyle. Su mente daba vueltas sin cesar. ¿Qué había sucedido en el aula de pociones? Había ayudado a la sangre impura, pero, ¿porqué?, él no era así, ¿por qué no la dejó caer y luego no se rió de ello? “Porque no querías que se hiciera daño” una vocecilla le habló dentro de su cabeza, “Algo cambió en tus sentimientos hacia ella, Draco” Draco cerró los ojos un instante y luego los volvió a abrir. “Eso es imposible” pensó. Pero… ¿lo era?

Draco se levantó con brusquedad de la butaca y comenzó a caminar hacia la puerta de la sala común.

-¿A dónde vas?- quiso saber Pansy incorporándose. No le gustaba que Draco la dejara hablando sola. Pero Draco no le hizo caso, abrió la puerta y desapareció tras ella.

El muchacho caminaba rápidamente por los pasillos de las mazmorras. Se dirigía a la biblioteca, ahí iba a encontrar la respuesta a sus preguntas. La próxima vez que viera a Hermione se daría cuenta de que todo aquello era temporal y volvería a odiarla como lo había hecho todos sus años de colegio hasta el día anterior. Cuando entró haciendo ruido en la biblioteca todas las cabezas giraron hacía él, Madame Prince le hizo un gesto con el dedo para que hiciera silencio y volvió su vista al libro que estaba leyendo. Pero Draco no había encontrado lo que buscaba, ninguna de las cabezas que habían girado para verlo era la de Hermione. ¿Dónde estaría? En la sala común de Gryffindor, pensó enseguida, pero aún así salió de la biblioteca y siguió caminando. Cuando dobló en una esquina del tercer piso la vio. Hermione salía del despacho de la profesora Mc.Gonagall con una pila de libros en los brazos, su cabello brillaba bajo la tenue luz que emitían las antorchas de las paredes. Hermione aferró bien los libros y comenzó a caminar, pero al instante pisó el dobladillo de su túnica y tropezó. Cayó de bruces contra el suelo y los libros se desparramaron a su alrededor.

Draco sin pensarlo se acercó a ella y comenzó a juntar los libros. Hermione se frotaba la cabeza con una mano y con la otra tanteaba a ciegas los libros, no se había dado cuenta de que Draco estaba al lado suyo hasta que tocó su mano en el intento de agarrar alguno de los libros. La muchacha levantó la vista y descubrió que Draco la observaba, ninguno de los dos había quitado su mano aún, mantenían la vista fija uno en otro. Draco estaba a punto de retirar su mano cuando se oyeron pasos provenientes de un pasillo lateral. Inmediatamente Hermione sacó su mano de encima de la de Draco y se apresuró a juntar sus libros, el muchacho le dio los que tenía en la mano en el mismo momento en que Harry, Ron y Ginny aparecían por el pasillo.

-¿Qué haces aquí Malfoy?- gruñó Harry cuando llegó a su lado.

-¿Acaso no puedo pasearme por los pasillos?- contestó el muchacho rubio con un gesto de asco en la cara. Miraba a Harry con desafío- Le estaba diciendo a Granger que tuviera más cuidado por donde iba- mintió dirigiendo su mirada a Hermione, ésta lo miró asombrada- Pero igual ya me iba, hasta luego idiotas- Draco dio media vuelta y desapareció por el corredor.

-¿Qué te hizo?- quiso saber Ron acercándose a Hermione y examinándola.

-Nada- se apresuró a contestar la muchacha.

-¿Y por qué tienes roja la frente?- se extrañó Ginny señalándola.

-¿Qué?, ¡oh!, me golpeé con la mesa del aula de pociones esta mañana- aunque aquello era verdad, no la era en su totalidad.

En el lado oscuroWhere stories live. Discover now