55. Incertidumbre

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Ángela

Ya me tenía cansada su mirada escrutadora y apacible.

Me mirada como si yo fuese un espécimen exótico enjaulado en un zoológico. Sólo que en este caso, no estaba enjaulada; estaba atada a una silla de pies y manos y tenía una mordaza en mi boca.

Yo también le miraba. Furiosa.

Le reté con la mirada, probándole así que no le tenía miedo y que tenía muchas ganas de patear su estúpida máscara negra hasta que esta se le encarnara en la piel.

Sus ojos negros se tornaron hacia mí una vez más. Resoplé.

—¡Deja de mirarme, maldito cobarde!—le espeté pero gracias a la mordaza, el sonido de mi voz salió distorsionado.

Comenzó a reír. Se acercó a mí y con su penetrante mirada negra.

—¿Qué dijiste? —me preguntó con una voz extremadamente ronca. Era obvio que estaba distorsionada por algún aparato.

Me quitó la mordaza de la boca.

—¡Maldito cobarde!—refunfuñé queriéndole escupirle las estúpidas botas de cuero que andaba puestas.

Volvió a reír.

—¿De qué te ríes?— le dije— ¡Es la verdad! Te escondes en tu estúpido traje y capucha, con esa voz falsa. ¿A qué no eres un maricón?

Se quedó quieto en su sitio.

Sabía que mis palabras no le habían herido para nada. Pero sí le calaron. Pude adivinar que dentro de ese antifaz, elevaba una ceja.

—Me agradas—soltó—. No me tienes miedo, por lo que veo.

—No—dije rugiendo con fuerza desde mi interior—. Si me hubieras atrapado en la cocina te hubiera clavado un cuchillo.

Volvió a reír.

—¿Por qué me tienes aquí?—me atreví a preguntar.

—¿No tienes ni idea o lo finges?

Lo miré ceñuda.

—No finjo nada. Al parecer estás tan loco como Norman Bates.

Volvió a reír.

Diablos, esta forma de reír se me hacía tan familiar. Pero no sabía de adónde.

—¿Adivina?—me preguntó.

Alcé una ceja.

—Adivino—le volví a retar.

—Se debe a alguien que es muy cercano a ti— su voz era mordaz.

—¿Mi gato? —le quería irritar. Tal vez era una manera instintiva de ganar tiempo al no soportarme y buscar una manera de desatarme.

Gruñó.

Y yo ya no quise decir más. O una de dos, me dejaba sola o me desataba al ser tan insufrible. ... O me mataba de una vez.

—¿Quieres matarme?—le pregunté. Tenía miedo, eso era obvio, por eso quería saber sus verdaderas intenciones, pero tampoco quería mostrar debilidad. Inflé el pecho y puse mi expresión más dura.

—Si tu novio no se apresura, creo que tomaré medidas drásticas—sus finos labios se curvaron. Era lo único que le podía ver del rostro.

—¿Mi... qué?

—No lo niegues—curvó una media sonrisa—. Tú sabes a quién me refiero.

—No, no lo sé.

Gruñó aún más fuerte.

—El famoso héroe de Londres, es tu novio.

—¿Ese tarado?—pregunté comenzando a reír—. ¡Por favor!, que me hayan asaltado una vez, no quiere decir que seré la permanente damisela en aprietos. Y ese ... no me va a estar rescatando siempre.

—¿Eso es lo que crees?

Rodeé los ojos.

Me volvió a colocar la mordaza.

—Así está mejor—dijo—. Hablas mucho y no me concentraré cuando llegue.

Idiota.

Hice un esfuerzo magistral para quedarme callada.

Sin embargo, él se quedó quieto de manera muy apacible apoyado en una de las columnas que sostenían el piso de arriba del edificio a medio construir.

En la penumbra de la habitación, solo podía ver su sombra. Ya no sabía si exactamente me miraba a mí o miraba los grandes ventanales, ahora que sabía que esperaba a alguien más.

—Adivino que usará el ascensor —su voz ronca y falsa retumbó llena de sarcasmo—. Es tan predecible que aburre.

Mascullé unas palabras, pero él no me entendió debido a la mordaza.

—¿Qué acabas de decir? —se volvió a acercar porque oí sus pasos en el suelo de hormigón. Cuando llegó a mí, otra vez fue visible para mí.

—¿Que por qué entonces escogiste a "el Héroe de Londres" para invitarlo así?

Se echó a reír.

—Soy el primer súper archi-villano en este mundo, ¿Qué esperabas?

—Qué cliché.

Rio una vez más. Lo miré detenidamente. Quizá lograría captar quien debajo de ese tonto y ridículo antifaz era en realidad. Sin embargo, se dio cuenta y se escondió de nuevo en la penumbra.

No.

No quería hacerme daño.

Si no, ya lo hubiese hecho.

Aunque no descartaba la teoría que al quería hacerle realmente daño, era al Héroe de Londres. Pero sinceramente, me aterraba el hecho de que para ese propósito, yo fuese más que una carnada. 

.

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¡Vale! He dividido esto en muchas partes. 

Pero estaré subiendo porque estoy escribiendo lo más que puedo para terminar 😁🙈



El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora