CAPÍTULO 4

51 10 17
                                    

—No pienso matar a nadie. —afirmé.

—¿Piénsas dejar que te maten esas cosas? —me pregunta con un tono de: "no me lo puedo creer"

—Antes eran personas.

—Tu misma lo has dicho. Antes. —dice haciendo énfasis en Antes.

—Okay. —afirmo con inseguridad.

—Primero debes sujetar el arma con dos manos, ya que esto no es una serie de Zombies con la que se pueda sujetar con una. Debes hacer un poco de fuerza para que al disparar, no salga volando hacia atrás, evitando así, destrozar esa hermosa carita.

Cogí el arma con ambas manos y con los brazos estirados. Estaba a la altura de mi nariz.

—¿Así está bien? —pregunto sin moverme de mi posición.

—Sí, pero si vas a disparar hacia abajo, arriba o a los lados, no te quedes tiesa. Lo veo venir.

—Vale, vale. —ruedo los ojos.

—Ahora te pondré unos blancos a una distancia bastante favorable.

A unos cinco metro de mi colocó en un borde de una ventana rota una lata, una botella de plástico y un zapato.

—Vale, ahora te mostraré como apuntar. —se puso detrás mío y colocó sus manos encima de las mías sujetando el arma, y me comenzó a explicar. No tenía preguntas de como disparar, sino de como conseguía oler tan bien en un apocalipsis-zombie.

—Intenta atinar —me dice haciéndose a un lado.

Coloqué el arma a la altura necesaria para poder apuntar e intentar atinar en el blanco.

Cuando ya estaba segura de disparar, apreté el gatillo.

Se me cerraron los ojos al notar un dolor inmenso en la cara, concretamente en la nariz. Notaba como un chorro de sangre corría desde mi nariz hasta el cuello. Me dolía como si me hubieran destrozado la nariz. Que digo, me la había destrozado. Mis piernas comenzaron a templar del dolor e hicieron que mi cuerpo se echase hacia atrás. Estaba en el suelo llorando y tapándome la cara por no poder soportar el dolor.

—¡Niña! —exclamó un tanto preocupado.

—Te dije que sujetaras el arma... —dijo con un tono de preocupación a la vez que se arrodillaba a mi lado.

—Déjame ver —me apartó las manos del rostro y puso su mano en mi mentón para alzar mi rostro, y así verlo correctamente.

[NARRADOR OMNISCENTE]

Cuando Pablo le quitó las manos del rostro, pudo ver como su nariz sangraba y tenía una gran inflamación en esta.
Después de observar la nariz de Emma supuso que no estaba rota.
Pablo comenzó a limpiarle la sangre que tenía por la cara y las lágrimas que salían de sus ojos debido al dolor causado por el impacto del arma con su rostro.

—Gracias —le dice Emma con un leve gemido de dolor.

—Lo siento, se me olvidó recordarte que sujetaras con fuerza el arma —responde Pablo a la vez que le acaricia la espalda en modo de consuelo.

—Definitivamente las armas no son lo mío.

Esta última frase que ha dicho Emma lo recordará durante el resto de su vida.

Dejando de lado el incidente y que Pablo quería enseñarle cómo disparar, emprendieron una marcha hacia el campamento seguro.

Una voz comenzó a resonar del bolsillo de Pablo.

—Pablo —dijo la voz de una chica.

—El campamento a caído. Repito, el campamento a caído.

Pablo coge el Walkie Talkie para poder comunicarse con aquella misteriosa chica.

—Al habla Pablo, ¿cuántos supervivientes? —pregunta Pablo ignorando que el Campamento ha caído.

—Tres personas: Nat, Kei y Cristina.

—Joder, esas chicas son duras de roer. —afirma Pablo.

—Estas chicas somos duras de roer. —afirma la chica desconocida incluyéndose.

—Tienes razón Lau —le da la razón riéndose.

—¿Dónde estáis? Tenemos que juntarnos. Estoy con una chica que se acaba de meter la hostia de su vida y ni siquiera se su nombre.

—Os estamos viendo.

Cuando Pablo y Emma escucharon esa afirmación, comenzaron a mirar a su alrededor en busca de las cuatro chicas con las que se debían de encontrar.

Emma cuando miraba por todas partes para encontrar a las chicas pudo ver como unas cuatro o cinco bestias de aproximaban hacia ellos con una gran velocidad, parecía que no habían comido en años.

—¡Corre! —grita Emma.

Los dos comenzaron a correr sin saber a dónde iban. Sólo querían escaparse de las bestias.

[P.O.V EMMA]

Mientras corríamos para quitarnos de encima aquellos zombies, no se me ocurrió nada mejor que hacer que girar la cabeza, y me pude dar cuenta de que nos estaba pisando los talones.

—Pablo, no puedo más —digo entre jadeos.

Las piernas comenzaban a fallarme.

De pronto unos disparos se escucharon. Miré hacia atrás y vi como los cuerpos rematados de esos Zombies caían al suelo uno encima de otro.

—Gracias a Dios, benditas chicas —exclamó Pablo a la vez que colocaba sus manos sobre las rodillas descansado.

—¿Qué chicas? —pregunto confusa.

—Esas. —me señala con la cabeza el grupo de las chicas que se encontraban
A unos cuantos metros de nosotros.

—Benditas chicas... —repetí.

Las chicas se acercaron hacia nosotros.

—Que buena carrera os habéis pegado. —Exclama una chica con pelo negro y ojos marrones. Llevaba brackets y se veía confiada.

—Que graciosa Kei. —dice Pablo.

—Oye, si no fuera por nosotras seríais la merienda de aquellos zombies. —señala otra chica con su arma. Esa chica tenía el pelo marrón y liso, tenía unos ojos marrones preciosos y con grandes pestañas.

—Ya lo se Nat, y muchas gracias por ello. —espeta Pablo dándose por vencido.

Yo me quedaba callada observando a dichas chicas intentando quedarme con sus nombres y caras.

—¿Y ella quien es? —vuelve a hablar Nat.

—Ella es...— le interrumpo.

—Yo soy Emma, encantada. —digo y muestro una de mis mejores sonrisas.

—¡Vaya nena! ¿Qué te ha pasado en la nariz? —espeta Lau.

—Un pequeño golpe. —miento, rascándome a la vez la nuca.

—Un pequeño gigante golpe. —exclama una chica que aún no se su nombre.

—Ya lo vimos todos Cristina, no hace falta que lo vuelvas a decir. —dice con un tono serio.

Yo me quedé callando mirando. A lo que una de las chicas se dio cuenta y vino a mi lado para susurrarme:

—Tranquila, se hablan así porque es su ex.

—Oh, entiendo —espeto agitando la cabeza hacia arriba y abajo.

—Bueno, ¿que tienen pensado hacer? —pregunta Nat.

—Sobrevivir en este mundo de mierda. —le responde Pablo.

—Yo no tenía pensado eso, pensaba en quedarme tumbada al sol esperando a que un Zombie mugroso me coma— ríe falsamente Kei.

—Okay, vayamos hacia allí —dice Pablo señalando.

Comenzamos a emprender un camino sin tener destino alguno.

La zona viva de los muertos. #GoldenLA2018Where stories live. Discover now